Una cuestión habitual dentro de la doctrina de los maestros religiosos de aquel tiempo da paso a las parábolas del grano de mostaza y a la levadura.
Con estas parábolas Lucas ilustra el modo que Jesús va viviendo la experiencia de Dios como Padre y la forma como esa experiencia debe ir enraizando en cada persona y en cada sociedad.
El reino glorioso de los últimos tiempos comienza, ya desde ahora, en la humildad de los corazones de los creyentes. Las dos imágenes de la mostaza y la levadura se complementan para darnos una idea del dinamismo de crecimiento y de trasformación del reinado de Dios.
En la minúscula semilla de mostaza se encierra algo inmensamente grande. Dios sabe valorar la dimensión de lo pequeño frente a la mentalidad oficial del tiempo de Jesús donde solo contaba lo grande y poderoso, y esta mentalidad se había convertido en la medida de todo juicio. Jesús reacciona contra este modo de ver la vida y en esta bella parábola nos describe otra realidad.
De una minúscula semilla brota la vida más exuberante: un árbol que crece y da cobijo a otros seres, adonde “vienen las aves del cielo y anidan en sus ramas”
Por eso tenemos que mirar desde lo pequeño de nuestra vida la grandeza y el poder de Dios.
Ojala que nos parezcamos al grano de mostaza y de la levadura para tener la verdadera esperanza en Dios, ya que él es el que nos da el crecimiento de nuestra fe para alcanzar el reino glorioso.