Es palabra de Dios
REFLEXION
Mi reflexión la voy a hacer de una manera global, no fijándome en invocación y peticiones de las que se compone el Padre nuestro. Son muchos los autores que han desarrollado cada una de las peticiones del Padre nuestro, y pueden servirnos a modo de “indicadores” del camino espiritual del cristiano, porque “es el resumen de todo el evangelio”, y, escribe Santo Tomas de Aquino, “la más perfecta de las oraciones” Jesús, a lo largo su vida y actividad, nos ha dejado claro, la importancia que en su vida daba a la oración, a sus diálogos con el Padre. Y también algún aviso sobre el exceso de actividad: “Marta, Marta…” Empieza el texto de Lucas “estaba Jesús orando en cierto lugar” (cf. Mt 6,5-15) Los discípulos han captado la importancia que para Jesús tiene los ratos de oración y le piden que les enseñe a orar. Señor, ¡enséñanos a orar! También puede ser nuestra súplica hoy y siempre. Aunque hayamos recitado una y mil veces el Padre nuestro. Señor, enséñanos a orar. El comienzo de la oración es tan fuerte, diríamos hoy, que Santa Teresa decía que, con frecuencia, quedaba extasiada ante la inmensidad y el amor que encerraba su comienzo ¡Padre! Si continuamos, sin rutina, con la palabra siguiente, Nuestro, sentiremos una llamada, cada vez que lo rezamos, a revisar nuestro compromiso de crear fraternidad y sentirnos de verdad hermanos. Una llamada a revisar nuestras pequeñas fragilidades en orden a construir fraternidad para hacer posible su Reino, la Buena Noticia del Evangelio. Y como nos sentimos frágiles pedimos su Pan, su Gracia, las cosas necesarias para nosotros y la humanidad. Nuestra petición a Dios se hace compromiso para nosotros. Compromiso para vivir aquello que expresamos como petición. Somos frágiles, necesitados de su fuerza, de su luz, para no caer en las tentaciones que la vida nos presenta. Y necesitados también de su misericordia y perdón. Señor, enséñanos a orar y danos tu Gracia para vivir el Padre nuestro. |