Es palabra de Dios
REFLEXION
Este evangelio contiene una advertencia, una bienaventuranza y una promesa. La advertencia tiene que ver con la vigilancia, Cristo nos invita a estar expectantes, con la actitud de quien tiene las lámparas encendidas esperando la venida de alguien. También vemos la bienaventuranza al criado que a la vuelta del amo está vigilante, pues no sabemos a qué hora volverá el amo; si esto se cumple, Cristo hace la gran promesa a quien es fiel, nos lo expresa el evangelista diciendo: “Os aseguro que se ceñirá la cintura, los hará sentarse a la mesa y se pondrá a servirlos” Imagen que nos recuerda a la Última Cena. Nosotros debemos estar igual que el criado que siempre está preparado para la llegada de su señor. Somos ciudadanos del Cielo y hemos de estar preparados para el encuentro con Cristo, no sabemos ni el día ni ha hora en que nuestro Señor Jesucristo volverá. Tal vez deberíamos preguntarnos: “Si viniera Cristo ahora, ¿estaríamos preparados? ¿Nos encontraría con las lámparas encendidas o en otros asuntos? Cristo nos invita a no dejar que nos invada la tibieza, la cual nos deja el corazón vacío de Dios y corremos el peligro de llenarlo de otras cosas que no son de Dios. Estamos llamados más bien a mantenernos fieles y obedientes a lo que el Señor dice hasta que Él llegue. En definitiva, Cristo nos invita a ser siervos fieles porque, aunque no sabemos ni el día ni la hora en que volverá, sí que sabemos cuál es su voluntad. Señor, no permitas que, por falta de vigilancia, otras cosas ocupen el lugar que sólo tú debes llenar. Enséñanos a mantener el alma libre para ti y el corazón dispuesto para cuando llegues. Amén. |