En aquel tiempo, aquel tiempo, mientras Jesús y sus discípulos iban de camino, le dijo uno: «Te seguiré adondequiera que vayas».
Jesús le respondió: «Las zorras tienen madrigueras, y los pájaros del cielo nidos, pero el Hijo del hombre no tiene donde reclinar la cabeza».
A otro le dijo: «Sígueme».
El respondió: «Señor, déjame primero ir a enterrar a mi padre».
Le contestó: «Deja que los muertos entierren a sus muertos; tú vete a anunciar el reino de Dios».
Otro le dijo: «Te seguiré, Señor. Pero déjame primero despedirme de los de mi casa».
Jesús le contestó: «Nadie que pone la mano en el arado y mira hacia atrás vale para el reino de Dios».
Es palabra de Dios
REFLEXION
Sabemos que la escuela de Jesús no es un lugar único ni estático. Todas las circunstancias de la vida son espacio para que el Maestro ilumine nuestra vida y nuestras circunstancias, nuestras inquietudes y dudas.
Ir de camino va también más allá de la acción del caminar. La vida es un camino. Y a lo largo de ella se nos presentan situaciones en las cuales podemos querer dejar para “un poco más tarde” lo que tenemos que hacer ahora; contextos en las que no entendemos por qué vivimos ciertas situaciones. Jesús, como gran Maestro y pedagogo, nos recuerda que ni Él ni nosotros tenemos dónde reclinar la cabeza, que hay situaciones que nos prenden, pero que somos llamados a anunciar el Reino de Dios. Sí, el Maestro nos desafía profundamente cuando afirma que quien se pone en camino y sigue mirando hacia atrás, hacia las seguridades que dejó, no sirve para el Reino de Dios. Un desafío que nos lanza a recorrer el camino que nos aguarda y, así, responder a la experiencia de Dios y al compromiso al cual nos envía.
Nadie fue ayer (León Felipe)