En aquel tiempo, estaba Jesús echando un demonio que era mudo.
Palabra del Señor
REFLEXION:
Este Evangelio pone de manifiesto aquella frase de un santo padre, san Ireneo: “La gloria de Dios es que el hombre viva”. Porque en definitiva esa es la prueba que les pone Jesús a los que le critican. ¿Cómo es posible que digan que libera los demonios por el arte de Belzebú, el príncipe de los demonios, cuando él se dedica a hacer el bien a las personas que sufren? Porque el demonio no quiere el bien de las personas sino su mal. Por eso Jesús no puede ser su mensajero. Jesús, está claro, es el mensajero de Dios, de su amor misericordioso para con sus hijos e hijas.
Y hay un corolario
que el evangelista ha puesto al final de las palabras de Jesús: “El que no está
conmigo está contra mí”. Que lo podemos traducir así: “El que no está entregado
al servicio de las personas, de su bien, especialmente de los que más sufren,
está contra mí”. Nosotros le podemos dar la vuelta a la frase y también será
verdad: “El que está entregado al bien de las personas, especialmente de los
que más sufren, está conmigo”.
Eso nos abre a los
cristianos un campo enorme de colaboración con todos los que, de una manera o
de otra, están trabajando al servicio de las personas. Hay infinidad de
asociaciones, grupos, organizaciones del más diverso tipo. A veces llevan el
apellido cristiano y otras no. A veces son de otras religiones. A veces... Lo
importante en cualquier caso es que están formadas por personas de buena
voluntad y están poniendo su empeño en mejorar la situación de los que sufren y
ayudar a las personas en sus dificultades. ¿Por qué no vamos a colaborar con
ellos? Los nuestros no son sólo los que van a misa, a nuestra misa, los
domingos. Los nuestros, en palabras de Jesús, son todos los que están con él en
ese dar la vida por la salvación de muchos. Porque todos ellos están animados
por el mismo espíritu, el Espíritu de Jesús. ¿O vamos a pensar que el Espíritu
está recluido entre las cuatro paredes de nuestra Iglesia y de nuestra forma de
pensar? El Espíritu de Jesús es libre, salta por encima de barreras,
ideologías, credos y razas. Y siempre persigue su último objetivo: que el
hombre viva. Porque la vida del hombre es la verdadera y auténtica gloria de
Dios.