«¿Por qué no se ha vendido este perfume por trescientos denarios para dárselos a los pobres?».
Esto lo dijo, no porque le importasen los pobres, sino porque era un ladrón; y como tenía la bolsa, se llevaba de lo que iban echando.
Jesús dijo:
- «Déjala; lo tenía guardado para el día de mi sepultura; porque a los pobres los tenéis siempre con vosotros, pero a mí no siempre me tenéis».
Una muchedumbre de judíos se enteró de que estaba allí y fueron, no sólo por Jesús, sino también para ver a Lázaro, al que había resucitado de entre los muertos.
Los sumos sacerdotes decidieron matar también a Lázaro, porque muchos judíos, por su causa, se les iban y creían en Jesús.
Palabra del Señor
REFLEXION :
Primer día de esta semana en la que vamos a celebrar el misterio de la
muerte y resurrección de Jesús. Como es misterio, no vamos a tratar de explicarlo.
Se trata sencillamente de contemplar con el corazón abierto. Se trata de acoger
sin condiciones. Algo parecido a lo que hicieron Lázaro, Marta y María. Eran
los amigos de Jesús. Confianza de años. No hacían preguntas. Simplemente tenían
abierta su casa para él. Le querían y le querían sin condiciones. Así es el
verdadero amor, la verdadera amistad. Jesús ya era de la familia. Todo lo que
había en la casa era poco para ofrecer a aquel amigo que les visitaba de vez en
cuando. Los mejores manjares, el mejor servicio. Y, si se tercia y hay
posibilidad, el mejor perfume para ungir sus pies cansados del camino.
Aunque siempre hay alguno que estropea la fiesta y
se pone en plan crítico. ¿Para que vaciar la despensa? ¿No es uno más de la
familia? Se le saca lo de todos los días y basta. Y, ¿ qué es eso de andar
derrochando perfumes cuando eso podía ayudar a los pobres? Está claro que Judas
no había entendido mucho lo que era el amor incondicional, ni lo que era una
relación entre personas generosa y abierta. Da la impresión de que Judas estaba
acostumbrado a calcular, a razonar todo. Lázaro, Marta y María habían entendido
la novedad de Jesús y lo manifestaban en su acogida sin límites, en su amistad
sin condiciones.
En esta semana que comenzamos llena de
celebraciones con muchas palabras y muchos símbolos y muchos ritos nos conviene
imitar la actitud de Lázaro, Marta y María. No se trata de calcular y razonar.
Se trata simplemente de acoger, de contemplar. Se trata de hacer de nuestro
corazón la casa familiar donde Jesús sea acogido y donde nosotros simplemente
estemos a su lado, sintiendo con él, acompañándole. Sin más. Porque el misterio
no se descifra ni se estudia ni se cuenta en un libro a base de argumentos y
razonamientos. El misterio se contempla. Y se va dejando que, poco a poco, esa
plenitud del amor de Dios manifestado en la vida de Jesús y, sobre todo, en sus
últimos momentos, vaya llegando a nuestro corazón. Y nos inunde de alegría y de
esperanza. Y nos vaya haciendo capaces de amar y acoger y servir a nuestros
hermanos y a descubrir en ellos el misterio del amor de Dios hecho carne.
Fernando Torres cmf