22/3/21

EVANGELIO MARTES 23-03-2021, JUAN 8, 21-30

                                                    
          En aquel tiempo, dijo Jesús a los fariseos:

«Yo me voy y me buscaréis, y moriréis por vuestro pecado. Donde yo voy no podéis venir vosotros».
Y los judíos comentaban:
«¿Será que va a suicidarse, y por eso dice: “Donde yo voy no podéis venir vosotros”?».
Y él les dijo:
«Vosotros sois de aquí abajo, yo soy de allá arriba: vosotros sois de este mundo, yo no soy de este mundo. Con razón os he dicho que moriréis en vuestros pecados: pues, si no creéis que Yo soy, moriréis en vuestros pecados».
Ellos le decían:
«¿Quién eres tú?».
Jesús les contestó:
«Lo que os estoy diciendo desde el principio. Podría decir y condenar muchas cosas en vosotros; pero el que me ha enviado es veraz, y yo comunico al mundo lo que he aprendido de él».
Ellos no comprendieron que les hablaba del Padre.
Y entonces dijo Jesús:
«Cuando levantéis en alto al Hijo del hombre, sabréis que “Yo soy”, y que no hago nada por mi cuenta, sino que hablo como el Padre me ha enseñado. El que me envió está conmigo, no me ha dejado solo; porque yo hago siempre lo que le agrada».
Cuando les exponía esto, muchos creyeron en él.

Palabra del Señor


REFLEXION:

También Jesús, como Moisés, tiene que hacer frente a la incomprensión y la oposición de su propio pueblo. “Los judíos” ni entienden sus palabras, ni son capaces de descubrir su identidad. Jesús les acusa de falta de la disposición necesaria: son “de aquí abajo”, carecen, podríamos entender, de la necesaria altura de miras para entender los designios de Dios, que se manifestarán plenamente en la cruz, “cuando levantéis al Hijo del hombre”. Pero esos “judíos” no se distinguen tanto de nosotros, en realidad nos representan a todos. Igual que es duro y arriesgado caminar por el desierto hacia la libertad, tampoco es fácil entender y aceptar este mesianismo de cruz que nos propone Jesús: para alcanzar la vida, hay que entregar la vida, para vencer a la muerte hay que pasar por ella. No hablamos sólo de la muerte biológica, sino de esa muerte cotidiana que supone la entrega por amor. También a nosotros nos falta el valor para afrontar los riesgos que llevan a la tierra prometida, también nosotros estamos poco dispuestos a pagar el precio de la verdadera libertad, también a nosotros nos cuesta entender el mesianismo de cruz, que nos llama a dar la vida para alcanzar la Vida. También a nosotros nos falta la altura de miras para ver en el alzado en la cruz al Hijo de Dios, y nos asalta la tentación de enmendarle la plana a Dios.

Pero Dios no desespera y conduce a su pueblo hasta la Tierra prometida, y Jesús, sin ceder a las presiones y chantajes de sus interlocutores, continúa exponiendo con coherencia las verdades difíciles que nos salvan, llamándonos a elevar la mirada, confiando en que, pese a nuestras resistencias, como muchos de los que le escuchaban, acabaremos creyendo en él.

José M. Vegas cmf