El que ama a sí mismo, se pierde, y el que se aborrece a sí mismo en este mundo, se guardará para la vida eterna. El que quiere servirme, que me siga, y donde esté yo, allí también estará mi servidor; a quien me sirva, el Padre lo honrará».
Es palabra de Dios
REFLEXION
Jesús es claro. No se puede engendrar vida sin dar la propia. No se puede hacer vivir a los demás si uno no está dispuesto a “des-vivirse” por los otros. La vida es fruto del amor, y brota en la medida en que nos entregamos. Sin entrega no hay misión, sin la entrega solo hay esterilidad.
En la metáfora de Jesús, el caer en tierra y morir es condición para que el grano libere toda la energía que tiene. El fruto comienza en el mismo grano que muere. Así sucede también en la vida. El don total de sí es lo que hace que la vida de una persona sea realmente fecunda.
El cristiano acepta el dolor, y hasta la muerte, sólo como precio y consecuencia de su compromiso con la Vida.
Ama con amor gratuito a todos, ama con tu amor, que es servicio y entrega total, no sólo dar limosnas, sino darte como se da la madre: sin medida, sin calcular la entrega, date todo entero. Que tu mano sea saludo y perdón, tu entrega sembrar estrellas de alegría y de paz. Tu “darte” diaconía cristiana. Y, todo porque en la entrega del Señor Jesús, sabes que la entrega es camino para la vida eterna.
San Lorenzo, diácono de la Iglesia de Roma, murió abrasado sobre una parrilla, después de haber manifestado que la verdadera riqueza de la Iglesia son los pobres. Así culminó un proceso de donación de sí mismo como diácono. ¿Cuál es tu proceso de donación?