15/8/23

EVANGELIO MIERCOLES 16-08-2023 SAN MATEO 18, 15-20 XIX SEMANA DEL TIEMPO ORDINARIO

 





En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«Si tu hermano peca contra ti, repréndelo estando los dos a solas. Si te hace caso, has salvado a tu hermano. Si no te hace caso, llama a otro o a otros dos, para que todo el asunto quede confirmado por boca de dos o tres testigos. Si no les hace caso, díselo a la comunidad, y si no hace caso ni siquiera a la comunidad, considéralo como un pagano o un publicano.

En verdad os digo que todo lo que atéis en la tierra quedará atado en el cielo, y todo lo que desatéis en la tierra quedará desatado en los cielos.

Os digo, además, que si dos de vosotros se ponen de acuerdo en la tierra para pedir algo, se lo dará mi Padre que está en los cielo. Porque donde dos o tres están reunidos en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos».

                                   Es palabra de Dios

REFLEXION

El texto evangélico de la liturgia de hoy nos acerca al cuarto gran discurso de Jesús en el Evangelio de Mateo, que ocupa todo el capítulo 18 y está centrado en la vida comunitaria. Como en los demás discursos de Jesús, se trata de comprender el tipo de conducta y de asumir unas actitudes propias del seguimiento de Jesús.

El modo y la manera de tratar a los demás se advierten, especialmente en las situaciones de crisis, cuando la vida comunitaria se ve puesta a prueba. De aquí que en este discurso se aborde el trato de la comunidad con los pequeños, con el hermano pecador y el ejercicio del perdón.

Nuestro texto nos acerca al tema del perdón. En primer lugar, se aborda la cuestión sobre cómo actuar en caso de que un hermano peque contra algún miembro de la comunidad. Mateo presenta aquí a sus lectores –y también a nosotros, hoy– distintas iniciativas que podemos desarrollar para ganar al hermano pecador y devolverlo a la comunidad. Relacionado con la noción de ganar, el término reprender deja claro que no se trata de castigar al pecador, sino de volver a ganarlo para la comunidad (18,15c). 

Si advierto que alguien peca o que peca contra mí, hay que reaccionar corrigiendo fraternalmente al hermano, buscando su bien, sin humillarlo. De aquí el procedimiento que se presenta: primero a solas (cf. Lv 19,17), después ante otro testigo (Dt 19,15), finalmente, en caso de que no oiga, ante toda la comunidad local. Si no oye a la comunidad, ésta lo separa.

El hecho de que ahora el hermano pecador sea para mí como un pagano o un publicano significa que él no ha entendido aún en qué consiste el comportamiento cristiano y que debo ocuparme de modo especial de él, y servirle de ejemplo de conducta y de vida cristiana. La responsabilidad por el hermano permanece y no puede ser abandonada. La promesa de la escucha de la oración comunitaria anima a encontrar una respuesta en común ante Dios y con el hermano.

Además, Jesús promete su presencia o actualidad a quienes se han reunido en su nombre, aunque sea un pequeño grupo de dos o tres personas. Este versículo conclusivo presenta la presencia de Cristo en la comunidad cristiana. El yo estoy en medio de vosotros recuerda el nombre Emmanuel (Dios con nosotros: Mt 1,23). El reunirse en nombre de Jesús no está limitado solamente a la oración en común, sino que significa encontrarse por él, y abrirse a hacer la voluntad de Dios.

Aún estamos a tiempo de preguntarnos: ¿qué es lo que en nuestra conducta lleva a que otros no perciban más claramente en qué consiste el seguimiento de Jesús?

Hna. Carmen Román Martínez O.P.
Congregación de Santo Domingo