Porque quien quiera salvar su vida, la perderá; pero el que la pierda por mí, la encontrará.
¿Pues de qué le servirá a un hombre ganar el mundo entero, si pierde su alma? ¿O qué podrá dar para recobrarla?
Porque el Hijo del hombre vendrá, con la gloria de su Padre, entre sus ángeles, y entonces pagará a cada uno según su conducta.
En verdad os digo que algunos de los aquí presentes no gustarán la muerte morirán hasta que vean al Hijo del hombre en su reino».
Es palabra de Dios
REFLEXION
Jesús acaba de anunciar un rasgo escandaloso de su misión. Ahora señala la actitud que debe tener el discípulo. En realidad la extiende a todos. “Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz y sígame”.
Realmente el evangelio de hoy es complicado de poder seguirlo al pié de la letra, ya que implica sufrimiento y éste aparece sin que lo busquemos.
En medio de la Sociedad en que vivimos en la que nadie quiere sufrir, que piensa solo en divertirse, y que la mayoría piensa y vive lo contrario de este pasaje del evangelio, los cristianos llevamos las cruces diarias con ánimo. Es imposible seguir a Jesús sin aceptar nuestras cruces. Jesús no nos permite cerrar los ojos frente a lo que nos crea dificultad, tenemos que seguir adelante y pedirle que nos ayude a superar o a vivir con esperanza estas piedras que encontramos en nuestro caminar diario.
La conclusión de la condición para seguir a Jesús pone una nota de ánimo: El Reino vendrá. La comunidad primitiva conservó con cariño la tradición de este pasaje. Veía reflejado en él su propia situación de sufrimiento y persecución.
Hoy tenemos que aprender a superar nuestro miedo a las complicaciones y malos ratos. La esperanza del Reino de Dios debe ser más fuerte que nuestra cómoda seguridad.
¿Cómo vives tus cruces diarias? ¿Eres de las personas que siempre se quejan frente a los demás?