Hoy, una vez más, la fiesta de nuestro padre santo Domingo nos desafía. Como Familia Dominicana tenemos la vocación de ser sal y luz en un mundo en el que la violencia avanza y aumenta el clamor por la paz y la justicia.
Esta tarea vocacional que nos apasiona, a la vez, sobrepasa nuestras fuerzas; sin embargo, somos testigos de que en medio de las ruinas que nuestra humanidad provoca, el Espíritu es capaz, siempre, de escribir en corazones de carne, como el de Domingo, una carta de amor al mundo. Es el Espíritu quien renueva la humanidad con su presencia en el corazón de aquellos que, como Domingo, se animan a arder «la vida con tantas ganas que no se puede mirarlos sin parpadear, y quien se acerca, se enciende» (cf. Eduardo Galeano, El libro de los abrazos).
En este nuevo aniversario del Dies natalis de nuestro Padre, dejémonos encender también nosotros por ese fuego del Espíritu para ser sal y luz en nuestro mundo; dejémonos escribir el corazón por la Palabra para ser una carta de amor que anuncie y muestre cómo hoy «El Señor consuela a su pueblo».
1170 Nacimiento
Santo Domingo nace en Caleruega, el menor de tres hermanos. Sus padres Félix de Guzmán y Juana de Aza, eran profundamente cristianos.
Santo Domingo de Guzmán fue un hombre emprendedor, predicador infatigable, fundador y organizador de la Orden de Predicadores. Fue un hombre sencillo con una profunda vida interior, de gran ecuanimidad y compasivo.
Domingo de Guzmán dejó un testamento de paz, como herederos de lo que fue la pasión de su vida: vivir con Cristo y aprender de Él la vida apostólica. Configurarse con Cristo, esa fue la santidad de Domingo: su ardiente deseo de que la Luz de Cristo brillara para todos los hombres, su compasión por un mundo sufriente llamado a nacer a su verdadera vida, su celo en servir a una Iglesia que ensanchara su tienda hasta alcanzar las dimensiones del mundo.
Educación
Durante siete años fue educado por su tío el Arcipreste don Gonzalo de Aza, hasta los catorce años en que fue a vivir a Palencia: seis cursos estudiando Artes (Humanidades superiores y Filosofía); cuatro, Teología; y otros cuatro como profesor del Estudio General de Palencia. Al terminar la carrera de Artes en 1190, recibida la tonsura, se hizo Canónigo Regular en la Catedral de Osma. Fue en el año 1191, ya en Palencia, cuando en un rasgo de caridad heroica vende sus libros, para aliviar a los pobres del hambre que asolaba España.
Misión en el Langüedoc
El origen de la Orden de Predicadores
Para remediar los males que la ignorancia religiosa producía en la sociedad, en 1215 establece en Tolosa la primera casa de su Orden de Predicadores, cedida a Domingo por Pedro Sella, quien con Tomás de Tolosa se asocia a su obra. En 1215 asiste al Concilio de Letrán donde solicita la aprobación de su Orden. Será un año después, el 22 de Diciembre de 1216, cuando reciba del Papa Honorio III la Bula “Religiosam Vitam” por la que confirma la Orden de Frailes Predicadores.
Últimos años
En la Fiesta de Pentecostés de 1220 asiste al primer Capítulo General de la Orden, celebrado en Bolonia. En él se redactan la segunda parte de las Constituciones. Un año después, en el siguiente Capítulo celebrado también en Bolonia, acordará la creación de ocho Provincias.
Con su Orden perfectamente estructurada y más de sesenta comunidades en funcionamiento, agotado físicamente, tras breve enfermedad, murió el 6 de agosto de 1221, a los cincuenta y un años de edad, en el convento de Bolonia, donde sus restos permanecen sepultados. En 1234, su gran amigo y admirador, el Papa Gregorio IX, lo canonizó.