31/5/24

EVANGELIO SABADO 01-06-2024 SAN MARCOS 11, 27-33 VII SEMANA DEL TIEMPO ORDINARIO

 





En aquel tiempo, Jesús y los discípulos volvieron a Jerusalén y, mientras este paseaba por el templo, se le acercaron los sumos sacerdotes, los escribas y los ancianos, y le decían:
«¿Con qué autoridad haces esto? ¿Quién te ha dado semejante autoridad para hacer esto?».
Jesús les replicó:
«Os voy a hacer una pregunta y, si me contestáis, os diré con qué autoridad hago esto. El bautismo de Juan ¿era del cielo o de los hombres? Contestadme».
Se pusieron a deliberar:
«Sí decimos que es del cielo, dirá: “¿Y por qué no le habéis creído? . ¿Pero como vamos a decir que es de los hombres?».
(Temían a la gente, porque todo el mundo estaba convencido de que Juan era un profeta).
Y respondieron a Jesús:
«No sabemos».
Jesús les replicó:
«Pues tampoco yo os digo con qué autoridad hago esto».

                                Es palabra del Señor

REFLEXION

Jesús y sus discípulos acudían con frecuencia al Templo. Jesús no estaba de acuerdo con lo que los vendedores y cambistas hacían en el Templo: “Entrando en el Templo se puso a expulsar a los que vendían y compraban, y derribó las mesas de los cambistas y los asientos  de los vendedores”. De esta manera habían convertido el Templo en una cueva de ladrones, olvidándose que era una casa de oración.

“Los sumos sacerdotes, los letrados y los senadores”, cuyo interés máximo era ir en contra de Jesús,  buscaban siempre sorprenderle en algún fallo. En esta línea le hacen esas dos peguntas: “¿Con qué autoridad haces esto? ¿Quién te ha dado semejante autoridad?”.

Buscan que Jesús aluda a su ser mesías… algo que sus interlocutores no aceptan y tendría así un motivo para procesarle legalmente. Pero Jesús, conociendo sus intenciones, no les responde directamente, sino que les formula otra pregunta comprometida para ellos sobre el bautismo de Juan, que no se atreven a responder. Ante esta negativa Jesús les dice: “Pues tampoco yo os digo con qué autoridad haga esto”.

A Jesús tenemos que acudir buscando sus palabras de luz y de salvación para nosotros. Y entonces siempre nos responderá. “Yo soy la luz del mundo, el que me sigue no anda en tinieblas”.

Fray Manuel Santos Sánchez O.P.
Convento de Santo Domingo (Oviedo)

30/5/24

VIERNES 31 DE MAYO : FIESTA DE LA VISITACION DE LA VIRGEN MARIA

 





La Visitación recuerda el momento en que la Virgen María visitó a su prima Isabel. Se trata de un acontecimiento histórico que nos invita a fijar la mirada del corazón en el misterio que encierra y que tiene como protagonista a María, peregrina de la fe.

La liturgia celebra al concluir el mes de mayo, todo él dedicado a la Virgen, el recuerdo de su visita a Santa Isabel, escena de encantadora sencillez que relata San Lucas con múltiples detalles en su Evangelio.

 Bosquejo histórico de la fiesta

Desde el nacimiento de la Iglesia, este misterio era venerado por los fieles. En el siglo XIII varias comunidades religiosas lo conmemoraban con gran devoción, en especial los franciscanos, que introdujeron en la liturgia romana esta fiesta ya muy antigua en Oriente. Los papas Urbano VI y Bonifacio IX la extendieron a toda la Iglesia en el siglo XIV para obtener de la Virgen el final del cisma de Occidente. El Concilio de Basilea renovó su institución con el fin de pedir a Dios la paz de la Iglesia.

Pero todavía en el siglo XVII, San Francisco de Sales consideraba que la Visitación no se celebraba con la solemnidad de las otras fiestas de la Virgen, y fundó en 1610, junto a Santa Juana Francisca de Chantal, una nueva familia religiosa a la que bautizó con el nombre de «Visitación de Santa María», porque «era un misterio oculto y..., encontraba en él mil peculiaridades que le daban una luz especial sobre el espíritu que deseaba establecer en su instituto». En él quería que se celebrara la fiesta con todo esplendor en la liturgia y que cada visitandina se convirtiera en un «Magníficat» viviente.
Hasta la reforma del calendario, después del Concilio Vaticano II, la Visitación se celebraba el 2 de julio, pero luego la Iglesia la ha trasladado al 31 de mayo, entre la Anunciación y el nacimiento del Bautista, que parece ajustarse mejor a los tiempos de la visita cíe María a Isabel.

Aunque no han llegado hasta nosotros más que algunos apuntes de dos sermones sobre la Visitación, predicados por San Francisco de Sales en 1618 y 1621, son innumerables las citas a lo largo de los veintiséis tomos de sus obras en las que hace alusión a esas «mil peculiaridades», que son válidas, sino para todos los cristianos. He aquí algunas de sus ideas fundamentales.

En aquellos días, María se puso en camino

«La historia de este evangelio es muy hermosa —dice San Francisco de Sales— y me parece que se escucha con agrado. Refiere, pues, el evangelista que la Virgen se levantó con presteza y se dirigió a la montaña de Judea, para enseñarnos la prontitud con que se ha de corresponder a las inspiraciones divinas; porque es propio del Espíritu Santo, cuando toca un corazón, apartar de él toda pereza y tibieza; ama la diligencia y prontitud, es enemigo de las dilaciones cuando se trata de la ejecución de la voluntad divina...». […]

[…] María no podía guardarse su tesoro sólo para ella. El ángel le había dicho que su pariente Isabel esperaba un hijo y no vaciló en ir a prestarle su ayuda. Dejó la soledad de Nazaret y emprendió el viaje hacia Ain Karem, el pueblo donde sitúa la tradición la morada de Zacarías.

«Llevaba a Dios en su entraña, como una preeucaristía. ¡Ah, qué procesión del Corpus la que se inició aquel día», canta bellamente la liturgia. Sí, era la primera «procesión del Corpus», y ella, María, la primera custodia, la más rica, la más bella, que jamás haya existido en la tierra, Arca de la nueva y eterna alianza entre Dios y los hombres.

Si San Juan de la Cruz escribe «mil gracias derramando, pasó por estos sotos con presura, y yéndolos mirando, con sola su figura, vestidos los dejó de su hermosura», ¿no quedarían ahora aquellos campos, aquellos montes, embriagados de la suave presencia del Verbo oculto en el seno de una niña?

¿Y cómo sería este camino de cerca de 130 kilómetros desde Nazaret a Ain Karem? ¿Qué iría pensando María con el Verbo encarnado en sus entrañas? ¿Qué coloquios serían los suyos...? ¡Lástima que San Lucas no nos haya transmitido este misterio inefable que sólo en el silencio de la contemplación alcanzaremos a entrever...!

Años después, Jesús, el rabí de Nazaret, recorrería esos mismos senderos predicando la Buena Noticia, «haciendo el bien» a todos. Ahora también predicaba, pero en silencio y a través de su Madre. La Virgen estaba llena del amor y ese amor le rezumaba por todo su ser. También nosotros somos portadores de Dios, y si él habita en nuestro interior debemos dejar, como María, una estela de su presencia a nuestro paso.

Hoy, dos basílicas mantienen vivo el recuerdo de esta visita de la Virgen a Ain Karem, a unos 8 kilómetros al Oeste de Jerusalén. Es un lugar delicioso en la cuenca de unos montes pelados, y rico en olivos, viñedos y cipreses, sin que falten las higueras clásicas y las típicas piteras de Palestina. Aquí todo es remanso de paz. Entre la carretera y el santuario de la Visitación corre una fuente fresquísima, la «Fuente de la Virgen», que, según la leyenda, brotó cuando ella entonó el magnificat. […]

Alabanza de María a través del espacio y el tiempo

Entonces María, como cítara del Espíritu Santo, en expresión de San Epifanio, «entonó este cántico hermoso y admirable del Magnificat que excede a todos aquellos que nos refiere la Sagrada Escritura».

Y es «que el alma enamorada de Dios tiene un insaciable deseo de alabarlo y quisiera poder cantarle con alabanzas infinitas en reconocimiento de sus infinitas perfecciones y en gratitud de cuanto de él ha recibido y espera recibir'.
El Magnificat ha sido llamado «éxtasis del corazón», «éxtasis de la humildad», «éxtasis del amor y de la alegría». Y «éxtasis», según San Francisco de Sales, es salir de sí. María sale, pues, de sí misma en profundo conocimiento de su pequeñez y, en un desbordamiento de su amor a Dios, prorrumpe en su alabanza:

Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios mi Salvador, porque ha mirado la humillación de su esclava.
Desde ahora me felicitarán todas las generaciones, porque el poderoso ha hecho obras grandes por mí.
Su nombre es santo,
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación. Él hace proezas con su brazo;
dispersa a los soberbios de corazón. derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos. Auxilia a Israel su siervo,
acordándose de la misericordia
como lo había prometido a nuestros padres
en favor de Abrahán y su descendencia por siempre.

El Magnificat es el canto más «dulce, el más elevado y el más contemplativo que se ha escrito». Salido hace más de dos mil años «de la fe profunda de María en la Visitación, no deja de vibrar en el corazón de la Iglesia a través de los siglos y en todas las lenguas, como los mosaicos de la iglesia de la Visitación en Ain Karem.

Juan Pablo II considera las palabras pronunciadas por María en el umbral de la casa de Isabel como «una inspirada profesión de su fe, en la que la respuesta a la palabra de la revelación se expresa con la elevación espiritual y poética de todo su ser hacia Dios-.

Y citando a San Ambrosio, Pablo VI dijo que todo cristiano debe cantar el Magnificat como la máxima alabanza que haya jamás brotado del alma humana, porque es del Espíritu Santo del que María y la Iglesia se hacen sus más fieles intérpretes.

HH. Salesas del Primer Monasterio de la Visitación de Madrid

Texto tomado de: Martínez Puche, José A. (director),

EVANGELIO VIERNES 31-05-2024 SAN LUCAS 1, 39-56 VIII SEMANA DEL TIEMPO ORDINARIO

 





En aquellos días, María se levantó y se puso en camino de prisa hacia la montaña, a una ciudad de Judá; entró en casa de Zacarías y saludó a Isabel.
Aconteció que, en cuanto Isabel oyó el saludo de María, saltó la criatura en su vientre. Se llenó Isabel del Espíritu Santo y levantando la voz, exclamo:
«¡Bendita tú entre las mujeres, y bendito el fruto de tu Vientre!
¿Quién soy yo para que me visite la madre de mi Señor? Pues en cuanto tu saludo llegó a mis oídos, la criatura saltó de alegría en mi vientre. Bienaventurada la que ha creído, porque lo que te ha dicho el Señor se cumplirá».
María dijo:
«Proclama mi alma la grandeza del Señor, se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador; porque ha mirado la humillación de su esclava.
Desde ahora me felicitarán todas las generaciones, porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mi: “su nombre es santo, y su misericordia llega a sus fieles de generación en generación.
Él hace proezas con su brazo: dispersa a los soberbios de corazón, “derriba del trono a los poderosos y enaltece a los humildes, a los hambrientos los colma de bienes y a los ricos los despide vacíos.
Auxilia a Israel, su siervo, acordándose de la misericordia - como lo había prometido a nuestros padres - en favor de Abrahán y su descendencia por siempre».
María se quedó con Isabel unos tres meses y después volvió a su casa.

                                      Es palabra del Señor

REFLEXION

El texto lucano de hoy nos presenta la escena siguiente a la proclamación del Fiat de María, al recibir el anuncio del proyecto de Dios para con ella. Los anuncios de Dios siempre pro-vocan y con-vocan. Pro-vocan porque suscitan, inducen a recorrer nuevos caminos y con-vocan porque llaman junto con otros, dinamizan encuentros nuevos. Por ello, María sale de su ámbito y se pone en camino a casa de su prima Isabel, desde Galilea hasta Judea.

En cuanto Isabel oye el saludo de María, la novedad de la Buena Noticia que abraza, se hace presente en la criatura de su vientre y en ella misma: el niño salta de alegría ante la portadora de la nueva alianza como danzaba David en el traslado del arca (cf. 2 Sam 6,2-16); y a Isabel la invade el Espíritu Santo, que María transmite y contagia al haber quedado plenificada por Él (cf. 1,35).

Ante tanto júbilo, los labios de Isabel se abren proclamando palabras de bendición y bienaventuranza. Así bendice a la madre recién llegada y la proclama dichosa, feliz porque ha sido capaz de creer que la palabra de Dios se cumpliría en ella, porque ha sido capaz de confiar su vida entera al proyecto del Señor.

Si antes Juan Bautista había saltado de gozo y los labios de Isabel había proclamado bendición y dicha, ahora el regocijo de María estalla en un canto de júbilo ante la experiencia salvífica de Dios que no puede silenciarse, como lo hicieran otras mujeres en la primera alianza: Miriam (Ex 15); Débora (Jc 5); Ana (1 Sm 2 (Jdt 16).

El Magnificat que proclama María porque Dios está haciendo cosas grandes en ella y en su pueblo, es un canto que podríamos llamar del “mundo al revés” como aquella canción de Paco Ibañez. Allí “había lobitos buenos, brujas hermosas y piratas honrados”. Ahora el Señor es el que da la vuelta a todo: “Derriba del trono a los poderosos y enaltece a los humildes, a los hambrientos los colma de bienes y a los ricos los despide vacíos”.

En el día de hoy, unidos a María de Nazaret, la creyente por excelencia, podemos interrogarnos: ¿Que caminos nuevos “pro-voca” en mí el encuentro con la Buena Noticia del Reino? ¿Con quién me “con-voca”? ¿Con que música canto la alegría que brota del encuentro con el Señor? ¿En qué medida colaboro con el proyecto de Dios de “su mundo al revés”?

Hna. Mariela Martínez Higueras O.P.
Congregación de Santo Domingo

29/5/24

EVANGELIO JUEVES 30-05-2024 SAN MARCOS 10, 46-52 VIII SEMANA DEL TIEMPO ORDINARIO

 





En aquel tiempo, al salir Jesús de Jericó con sus discípulos y bastante gente, un mendigo ciego, Bartimeo (el hijo de Timeo), estaba sentado al borde del camino pidiendo limosna. Al oír que era Jesús Nazareno, empezó a gritar:
«Hijo de David, Jesús, ten compasión de mí».
Muchos lo increpaban para que se callara. Pero él gritaba más:
«Hijo de David, ten compasión de mí».
Jesús se detuvo y dijo:
«Llamadlo».
Llamaron al ciego, diciéndole:
«Ánimo, levántate, que te llama».
Soltó el manto, dio un salto y se acercó a Jesús.
Jesús le dijo:
«¿Qué quieres que te haga?».
El ciego le contestó:
«“Rabbuní”, que recobre la vista».
Jesús le dijo:
«Anda, tu fe te ha salvado».
Y al momento recobró la vista y lo seguía por el camino.

                               Es palabra del Señor

REFLEXION

En este fragmento del evangelio de Marcos, se nos presenta el episodio de Bartimeo, ciego de nacimiento, que, según nos expresa el evangelista, se encontraba al borde del camino, es decir, excluido de la sociedad, pues su ceguera física incluía también una ceguera espiritual, de la que quería salir, por todos los medios, para salir de sus tinieblas. Al enterarse que pasaba Jesús, grita con fuerza y, aunque muchos querían sofocar sus gritos, él insiste y grita más fuerte para que Él lo escuche.

El intento de sofocar el grito se puede considerar como falta de fe, cosa que Bartimeo tenía en demasía. Jesús se da cuenta de que el ciego lo reclama y lo hace llamar. Bartimeo da un salto para acudir al Mesías pues no le importa el miedo al vacío que le provoca su ceguera; ante la llamada acude sin miedo a nada, pues es Jesús quien le invita, y cuando le pregunta qué puede hacer por él, responde “Rabbuní” que pueda ver, es decir, ayúdame a salir de las tinieblas y saborear la luz maravillosa que Tú me puedes dar, y Jesús le afirma que es su fe la que lo ha curado.

El gentío acompañaba a Jesús, pero Bartimeo lo “seguía” por el camino, dejándolo todo para seguir a quien le ha facilitado la Luz verdadera.

Todo este episodio nos cuestiona y nos impulsa a que intentemos salir de la oscuridad, que no nos conformemos y soportemos la situación, que si es necesario gritar hasta lo indecible, debemos hacerlo y sentirnos con ánimo para buscar la Luz verdadera, la que nos va a aportar confianza y estímulo para, como Bartimeo, seguir a Jesús siendo anunciadores de su “Buena Noticia”.

¿Nos dejamos influenciar por la “no fe” que nos rodea, para no anunciar le verdad de Jesús?

¿Somos capaces de saltar como Bartimeo ante la llamada de Cristo?

¿Acompañamos o seguimos realmente a Jesús y somos sus testigos en el mundo?

D. José Vicente Vila Castellar, OP
Fraternidad Laical Dominicana Torrent (Valencia)

28/5/24

EVANGELIO MIERCOLES 29-05-2024 SAN MARCOS 10, 32-45 VIII SEMANA DEL TIEMPO ORDINARIO

 





En aquel tiempo, los discípulos estaban subiendo por el camino hacia Jerusalén y Jesús iba delante de ellos; ellos estaban sorprendidos y los que lo seguían tenían miedo. Él tomó aparte otra vez a los Doce y empezó a decirles lo que le iba a suceder:
«Mirad, estamos subiendo a Jerusalén, y el Hijo del hombre va a ser entregado a los sumos sacerdotes y a los escribas; lo condenarán a muerte y lo entregarán a los gentiles, se burlarán de él, le escupirán, lo azotarán y lo matarán; y a los tres días resucitará».
Se le acercaron los hijos de Zebedeo, Santiago y Juan, y le dijeron:
«Maestro, queremos que nos hagas lo que te vamos a pedir».
Les preguntó:
«¿Qué queréis que haga por vosotros?».
Contestaron:
«Concédenos sentarnos en tu gloria uno a tu derecha y otro a tu izquierda».
Jesús replicó:
«No sabéis lo que pedís, ¿podéis beber el cáliz que yo he de beber, o bautizaros con el bautismo con que yo me voy a bautizar?».
Contestaron:
«Podemos».
Jesús les dijo:
«El cáliz que yo voy a beber lo beberéis, y seréis bautizados con el bautismo con que yo me voy a bautizar, pero el sentarse a mi derecha o a mi izquierda no me toca a mí concederlo, sino que es para quienes está reservado».
Los otros diez, al oír aquello, se indignaron contra Santiago y Juan.
Jesús, llamándolos, les dijo:
«Sabéis que los que son reconocidos como jefes de los pueblos los tiranizan, y que los grandes los oprimen. No será así entre vosotros: el que quiera ser grande entre vosotros, que sea vuestro servidor; y el que quiera ser primero, sea esclavo de todos. Porque el Hijo del hombre no ha venido a ser servido, sino a servir y dar su vida en rescate por muchos».

                            Es palabra del Señor

REFLEXION

Como nos muestra el evangelista Marcos, él formaba parte del grupo de los indignados por la petición de los Zebedeos. Acaso, ¿no era más que loable la demanda de éstos? Mas… ¿qué gloria pedían? Muchos de nuestros edenes, hemos de reconocer que son hijos de conductas inútiles, fraguadas y paridas desde el entorno egótico, donde no impera la recta intención, sino más bien unas díscolas apetencias refrendadas por el imaginario social. De ahí que se necesite un continuo ejercicio de discernimiento entre lo que supone camino de naturaleza esencial frente a lo accesorio, quizá, inútil… tóxico por excelencia.

La clave de bóveda viene -como no podía ser de otra manera- de mano del Maestro de Nazaret: todo lo que supone tiranía, opresión, desdoro de uno frente a los otros, ese «yo siempre más que tú» es la antítesis de lo humano, alejándonos de esa magnanimidad de espíritu, pixelados con rasgos caricaturescos.

El evangelio de hoy se enmarca en el tercer anuncio de la pasión y resurrección: Binomio inseparable.

Como nos señala el salmista: tenemos necesidad de tener bien lubricados los cerrojos de nuestras puertas, reforzadas por la Palabra de Dios viva y permanente, para abrir senda por lo angosto del camino, cuyo final es el triunfo de la Vida sobre toda muerte, la de la naturaleza esencial sobre el personaje. Lo útil sobre lo inútil.

Sor Mª Ángeles Calleja O.P.
Monasterio Santa Catalina – Paterna

27/5/24

EVANGELIO MARTES 29-05-2024 SAN MARCOS 10, 28-31 VIII SEMANA DEL TIEMPO ORDINARIO

 





En aquel tiempo, Pedro se puso a decir a Jesús:
«Ya ves que nosotros lo hemos dejado todo y te hemos seguido».
Jesús dijo:
«En verdad os digo que no hay nadie que haya dejado casa, o hermanos o hermanas, o madre o padre, o hijos o tierras, por mí y por el Evangelio, que no reciba ahora, en este tiempo, cien veces más —casas y hermanos y hermanas y madres e hijos y tierras, con persecuciones— y en la edad futura, vida eterna. Muchos primeros serán últimos, y muchos últimos primeros».

                  Es palabra del Señor

REFLEXION

Este texto lo sitúa San Marcos ante la actitud negativa que tuvo el joven rico para no liberarse de todo aquello que le convertía en esclavo de su dinero, de sus intereses y no poder hacer de Jesús la clave para su vida A Pedro a sus discípulos y a nosotros nos hace ver cuál es el sueldo del que dice tiene a Él como centro de su vida.

El joven se acercó con la intención de seguir a Jesús. Era cumplidor, pero le faltaba algo que no le dejaba ser feliz. Jesús le propuso que se liberase del apego a sus bienes, pero se dio cuenta que no podía conjugar las dos cosas. Esto le afligió, le entristeció y a Jesús también.

Entonces, ante la pregunta de Pedro, Jesús pone de manifiesto las verdaderas exigencias que tiene el ser seguidor suyo: no estar apegado a nada que impida cumplir la voluntad del Padre, como hace Él. Saber liberarse, que no quiere decir que no sean necesarias, de los lazos familiares, los bienes etc,  nunca pueden impedir que eso rompa con centrar nuestra vida en Jesús en el proyecto de Dios que es la fraternidad.

Cuando mucho nos apegamos a esos bienes, nuestra relación con Jesús y con su misión de hacer realidad el Reino de Dios, esa relación queda muy mermada y muchas veces imposible de tenerla.

Pedro y cada uno de nosotros, sus seguidores debemos ser el contrapunto al joven rico. El Papa Francisco nos recuerda tres cosas que con facilidad nos alejan de Jesús: las riquezas, la vanidad y el orgullo. El desprendimiento y el discernir muy bien su verdadero valor juntamente con la gratuidad es la respuesta. Esta liberación y dando su verdadero valor a las cosas que tenemos posee un premio doble: la felicidad aquí y la vida eterna.

Si buscas y quieres ser feliz piensa si no te falta una cosa, como al joven rico, e intenta seguir la invitación que Jesús hizo a sus discípulos, a sus seguidores, ponerle a Él es la clave para lograr la felicidad. Inténtalo.

Fr. Mitxel Gutiérrez Sánchez O.P.
Convento de S. Valentín de Berrio Ochoa (Villava)

26/5/24

EVANGELIO LUNES 27-05-2024 SAN MARCOS 10, 17-27 VIII SEMANA DE TIEMPO ORDINARIO

 





En aquel tiempo, cuando salta Jesús al camino, se le acercó uno corriendo, se arrodilló y le preguntó: -«Maestro bueno, ¿qué haré para heredar la vida eterna?»
Jesús le contestó: -« ¿Por qué me llamas bueno? No hay nadie bueno más que Dios. Ya sabes los mandamientos: no matarás, no cometerás adulterio, no robarás, no darás falso testimonio, no estafarás, honra a tu padre y a tu madre.»
Él replicó: -«Maestro, todo eso lo he cumplido desde pequeño.»
Jesús se le quedó mirando con cariño y le dijo: -«Una cosa te falta: anda, vende lo que tienes, dale el dinero a los pobres, así tendrás un tesoro en el cielo, y luego sígueme.»
A estas palabras, él frunció el ceño y se marchó pesaroso, porque era muy rico. Jesús, mirando alrededor, dijo a sus discípulos: -«¡ Qué difícil les va a ser a los ricos entrar en el reino de Dios! »
Los discípulos se extrañaron de estas palabras. Jesús añadió: -«Hijos, ¡qué difícil les es entrar en el reino de Dios a los que ponen su confianza en el dinero! Más fácil le es a un camello pasar por el ojo de una aguja, que a un rico entrar en el reino de Dios.»
Ellos se espantaron y comentaban: -«Entonces, ¿quién puede salvarse?»
Jesús se les quedó mirando y les dijo: -«Es imposible para los hombres, no para Dios. Dios lo puede todo.»

                            Es palabra del Señor

REFLEXION

Marcos suele ser un evangelista que presenta muchos detalles en sus narraciones. Hoy cuenta que se le acercó a Jesús uno corriendo y se arrodilló ante Él, un gesto significativo de señal de reverencia y respeto. ¿Cómo reacciona Jesús? Fija en él su mirada, lo ama y le dirige varias preguntas. También nos muestra la reacción del rico al final de la propuesta de Jesús: “frunció el ceño y se marchó todo triste”.

Las miradas de Jesús

Dos miradas destaca el evangelista. La que dirige al rico que se acerca corriendo. Mirada de acogida, de alegría, de cariño. La segunda a los discípulos, de aliento y comprensión. Ambas miradas enmarcan las dos partes de que consta el evangelio.

En la conversación con el rico, superado el nivel mínimo de la ley, Jesús entra en otro tema y le propone algo más exigente, como es el desprenderse de todo lo que posee para dárselo a los pobres. Solamente en esa actitud de desprendimiento, la pobreza voluntaria, se llega a ser auténtico seguidor, discípulo de Jesús. La actitud de Jesús ante este hombre es su práctica habitual: no avasalla, no impone, no fuerza. Solo propone, dejando libertad en la decisión. El hombre que llegó con entusiasmo queriendo “alcanzar la vida eterna” marchó “pesaroso, porque era muy rico”. Es decir, poner nuestra confianza en nuestras posesiones implica una dificultad grande para seguir a Jesús. Las riquezas esclavizan, se convierten en el objetivo de la vida, sometiendo todo a su consecución.

Dificultad para entrar en el Reino de Dios

La actitud de este hombre le brinda a Jesús la oportunidad para dirigirse a sus discípulos con esa frase: “Qué difícilmente entrarán en el Reino de Dios los que tienen riquezas”. Y aquí surge una cuestión que viene del Antiguo Testamento donde la riqueza era un signo del amor divino. Para Cristo, -ahí está la novedad-, la riqueza es un obstáculo para entrar en el Reino de los cielos.

De nuevo Jesús se quedó mirándolos y les dijo: “para los hombres es imposible, pero no para Dios. Para Dios todo es posible”. Por eso, quien se decide a dar el paso del desprendimiento va a contar siempre con Dios porque, como decía Santa Teresa, “quien a Dios tiene nada le falta. Solo Dios basta”.

¿Qué valor doy a los bienes terrenos? ¿Cómo es mi solidaridad con los que más necesitan?

Fray Salustiano Mateos Gómara O.P.
Convento de San Pablo y San Gregorio (Valladolid)


25/5/24

DOMINGO 26 DE MAYO : SOLEMNIDAD DE LA SANTISIMA TRINIDAD

 





Terminando el ciclo litúrgico del tiempo Pascual, retomamos el del Tiempo Ordinario, y lo hacemos en este quicio dominical entre ambos, final de uno y comienzo del otro, donde miramos con asombro y reverencia al centro de la Revelación Cristiana: el Dios que es Padre, Hijo y Espíritu Santo, tres personas y un solo Dios.

Si ciertamente tal Misterio de la Trinidad se muestra incapaz de agotarse a nuestra comprensión, nos abre, como el profundo Misterio que es, siempre a intuiciones que acompañan nuestra fe y nuestro vivir en cristiano: la dimensión relacional de la naturaleza humana reflejo de la divina; la centralidad contemplativa y asombrada de la mística que todo cristiano está llamado a vivir; las huellas en todo lo creado de las manos del Dios Trinitario; o la actitud de profunda reverencia y humildad ante un Dios al que sólo podemos acercarnos gracias a su propia Revelación de amor.

En esas claves trinitarias -relación, contemplación, huellas de Dios, reverencia ante la revelación- en este Domingo, la Iglesia nos propone la Jornada Pro Orantibus, el día en el que nos aviva el recuerdo y la oración por los contemplativos, los hombres y mujeres entregados al servicio de la oración y la intermediación «cerca de Dios y del dolor del mundo», corazón de nuestra Iglesia, día en el que oramos para que el Señor toque el corazón de nuevas vocaciones a esta vida de amor entregada en oración y trabajo.

Fray Vicente Niño Orti
Convento Santo Tomás de Aquino 'El Olivar' (Madrid)

LECTURAS DEL DOMINGO 26-05-2024

 

Primera Lectura

Lectura del Libro del Deuteronomio 4, 32-34. 39-40

Moisés habló al pueblo, diciendo:
«Pregunta, pregunta a los tiempos antiguos, que te han precedido, desde el día en que Dios creó al hombre sobre la tierra: ¿hubo jamás, desde un extremo al otro del cielo, palabra tan grande como ésta?; ¿se oyó cosa semejante?; ¿hay algún pueblo que haya oído, como tú has oído, la voz del Dios vivo, hablando desde el fuego, y haya sobrevivido?; ¿algún Dios intentó jamás venir a buscarse una nación entre las otras por medio de pruebas, signos, prodigios y guerra, con mano fuerte y brazo poderoso, por grandes terrores, como todo lo que el Señor, vuestro Dios, hizo con vosotros en Egipto, ante vuestros ojos?
Reconoce, pues, hoy y medita en tu corazón, que el Señor es el único Dios, allá arriba en el cielo, y aquí abajo en la tierra; no hay otro. Guarda los preceptos y mandamientos que yo te prescribo hoy, para que seas feliz, tú y tus hijos después de ti, y prolongues tus días en el suelo que el Señor, tu Dios, te da para siempre».

                             Es palabra del Señor

Salmo

Sal. 32, 4-5. 6 y 9. 18-19. 20 y 22 R: Dichoso el pueblo que el Señor se escogió con heredad

La palabra del Señor es sincera,
y todas sus acciones son leales;
él ama la justicia y el derecho,
y su misericordia llena la tierra. R..

La palabra del Señor hizo el cielo;
el aliento de su boca, sus ejércitos,
porque él lo dijo, y existió,
él lo mandó, y surgió. R.

Los ojos del Señor están puestos en sus fieles,
en los que esperan en su misericordia,
para librar sus vidas de la muerte
y reanimarlos en tiempo de hambre. R.

Nosotros aguardamos al Señor:
él es nuestro auxilio y escudo;
que tu misericordia, Señor,
venga sobre nosotros,
como lo esperamos de ti. R.



Segunda Lectura

Lectura de la carta del Apóstol San Pablo a los Romanos 8, 14-17

Hermanos:
Los que se dejan llevar por el Espíritu de Dios, ésos son hijos de Dios. Habéis recibido, no un espíritu de esclavitud, para recaer en el temor, sino un espíritu de hijos adoptivos, que nos hace gritan «¡Abba, Padre!». Ese Espíritu y nuestro espíritu dan un testimonio concorde: que somos hijos de Dios; y, si somos hijos, también herederos; herederos de Dios y coherederos con Cristo, ya que sufrimos con él para ser también con él glorificados.

                          Es palabra del Señor

REFLEXION

  • Iª Lectura: Deuteromio (4,32-40): Dios eligió a un pueblo marginal

 Este texto de Dt es una exhortación  muy doctrinal, desde luego, pero no menos entrañable y comunicativa por parte de Dios. Los autores han querido presentar la elección de Israel como una decisión muy particular y decisiva de Yahvé. Se pasa revista a los grandes acontecimientos que le han dado al pueblo una identidad: la liberación de Egipto, la teofanía o manifestación en el Sinaí (o en el Horeb), el don de la tierra de Canaan. Todo esto forma el “credo” fundacional de la fe israelita. Esto llama al pueblo a un destino.

 Al contrario de lo que cabía esperar, nos habla del Dios cercano de Israel, del que ha elegido a este pueblo, sin méritos, sin cultura, sin pretensiones, para que haga presente su proyecto de salvación y liberación sobre la humanidad. Esto lo interpretó Israel como un privilegio, pero en contrapartida, en este texto se exige el guardar sus mandamientos para que esa nación pueda considerarse como privilegiada. El Dios que hace escuchar su voz  en medio de signos y prodigios, según expresiones bíblicas, es un Dios histórico, no se queda en el arcano, porque es en la historia donde se encuentra con nosotros. El conjunto tiene un acento de condición apasionada. No olvidemos que éste no es un texto muy antiguo, más bien se cree que pertenece a la escuela deuteronomista que lo ha redactado  en tiempos del Segundo Isaías. Es de raíces muy monoteístas, pero debemos reconocer que es uno de los pasajes más bellos del libro del Deuteromio.

  • IIª Lectura: Romanos (8,14-17): El Espíritu nos hace sentirnos hijos de Dios

 Pablo, inmediatamente antes de estos versos, habla de la lógica de la carne (que lleva a la muerte) y de la lógica del Espíritu (que lleva a la vida). Por eso, los que se dejan llevar por el Espíritu sienten algo fundamental e inigualable: se sienten hijos de Dios. Esta experiencia es una experiencia cristiana que va mucho más allá de las experiencias de Israel y su mundo de la Torá. Se trata de una afirmación que nos lleva a lo más divino, hasta el punto de que podemos invocar a Dios, como lo hizo Jesús, el Hijo, como Abbá. Que el cristiano, por medio del Espíritu, pueda llamar a Dios Abba (cf Gál 4,6), viene a mostrar el sentido de ser hijo, porque hace suya la plegaria de Jesús (especialmente tal como se encuentra en Mc 14,36, aunque también en Lc 11,2, mientras que Mt ha preferido en tono más judío o más litúrgico, con “Padre nuestro”. Eso significa, a la vez, una promesa: heredaremos la vida y la gloria del Hijo a todos los efectos. Ahora, mientras, lo vivimos, lo adelantamos, mediante esta presencia de Espíritu de Dios en nosotros.

 La carta de Pablo a los Romanos, pues, nos asoma a una realidad divina de nuestra existencia. Decimos divina, porque el Apóstol habla de ser «hijos de Dios». Pero sentirse hijos de Dios es una experiencia del Espíritu. Es verdad que nadie deja de ser hijo de Dios por el hecho de alejarse de El o a causa de vivir según los criterios de este mundo. Pero en lo que se refiere a las experiencias de salvación y felicidad  no es lo mismo tener un nombre que no signifique nada en el decurso del tiempo, a que sintamos ese tipo de experiencia fontal de nuestra vida. Y por ello el Espíritu, que es el «alma» del Dios trinitario, nos busca, nos llama, nos conduce a  Dios para reconocerlo como Padre (Abba), como un niño perdido en la noche de su existencia, y a sentirnos coherederos del Hijo, Jesucristo. Por ello, el misterio del Dios trinitario  es una forma de hablar sobre la riqueza del mismo, que es garantía de que Dios, como Padre, como Hijo y como Espíritu nos considera(n) a nosotros como algo suyo.

Fray Miguel de Burgos Núñez
(1944-2019)

EVANGELIO DOMINGO 26-05-2024 SAN MATEO 28, 16-20

 





En aquel tiempo, los once discípulos se fueron a Galilea, al monte que Jesús les habla indicado.
Al verlo, ellos se postraron, pero algunos vacilaban.
Acercándose a ellos, Jesús les dijo:
«Se me ha dado pleno poder en el cielo y en la tierra.
Id y haced discípulos de todos los pueblos, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo; y enseñándoles a guardar todo lo que os he mandado.
Y sabed que yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo».

                 Es palabra del Señor

REFLEXION

 El evangelio del día usa la fórmula trinitaria  como fórmula bautismal de salvación. Hacer discípulos y bautizar no puede quedar en un rito, en un papel, en una ceremonia de compromiso. Es el resucitado el que “manda” a los apóstoles, en esta experiencia de Galilea, a anunciar un mensaje decisivo. No sabemos cuándo y cómo nació esta fórmula trinitaria en el cristianismo primitivo. Se ha discutido mucho a todos los efectos. Pero debemos considerar que el bautismo en nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo significa que ser discípulos de Jesús es una llamada para entrar en el misterio amoroso de Dios.

 Bautizarse en el nombre del Dios trino es introducirse en la totalidad de su misterio. El Señor resucitado, desde Galilea, según la tradición de Mateo (en Marcos falta un texto como éste) envía a sus discípulos a hacer hijos de Dios por todo el mundo. Podíamos preguntarnos qué sentido tienen hoy estas fórmulas de fe primigenias. Pues sencillamente lo que entonces se prometía a los que buscaban sentido a su vida. Por lo mismo, hacer discípulos no es simplemente enseñar una doctrina, sino hacer que los hombres encuentren la razón de su existencia en el Dios trinitario, el Dios cuya riqueza se expresa en el amor.

Fray Miguel de Burgos Núñez
(1944-2019)