28/2/25

EVANGELIO SABADO 01-03-2025 SAN MARCOS 10, 13-16 VII SEMANA DEL TIEMPO ORDINARIO

 





En aquel tiempo, le acercaban a Jesús niños para que los tocara, pero los discípulos los regañaban.

Al verlo, Jesús se enfadó y les dijo:
«Dejad que los niños se acerquen a mí: no se lo impidáis, pues de los que son como ellos es el reino de Dios. En verdad os digo que quien no reciba el reino de Dios como un niño, no entrará en él».

Y tomándolos en brazos los bendecía imponiéndoles las manos.

                                      Es palabra del Señor

REFLEXION

En este pasaje evangélico se percibe cómo el Señor ama, valora y defiende lo pequeño, lo frágil, lo que no cuenta, para anular lo que cuenta y lo identifica totalmente con el Reino de Dios.

La mirada de Jesús es muy distinta que la de los discípulos, que en muchas ocasiones también es la nuestra, los cuales creen que el Reino de Dios es sólo para la gente fuerte, madura, importante, adulta, sin embargo, llama la atención que nuestro Señor se enfada con ellos, por su brusquedad y su poco tacto y delicadeza, al no ver que la inocencia, la candidez, la transparencia, el dejarse querer y a la vez dar cariño auténtico, son las llaves para entrar y ser parte del Reino de Dios.

Los adultos hoy en día, la sociedad, e incluso la misma educación, están quitando la inocencia y el candor a los niños, que por naturaleza son inocentes, entonces, si se lo impedimos, ¿cómo podremos ser los adultos como ellos? ¿No será que tenemos que volver con sinceridad y sin doblez de corazón, nuestro pensar, ser y sentir a Jesucristo?

¿Cómo podemos ser parte de este Reino? Con la gracia de Dios, que va haciendo su obra en nuestras vidas y siendo dóciles y humildes a la acción santificadora del Espíritu Santo; experimentando el gozo de gustar y ver cuán bueno es el Señor, que es nuestro Camino, Verdad, Luz y Vida, teniendo la experiencia de un Dios Padre cercano, Amigo y familiar, que en Jesús somos sus hijos y hermanos entre nosotros. Que la luz de Cristo siga calentando, iluminando, guiando y dando sentido a nuestra vida y vocación.

 Monasterio de Santo Domingo - Dominicas

Monasterio de Santo Domingo - Dominicas
San Sebastián

27/2/25

EVANGELIO VIERNES 28-02-2025 SAN MARCOS 10, 1-12 VII SEMANA DEL TIEMPO ORDINARIO

 





En aquel tiempo, Jesús se marchó a Judea y a Transjordania; otra vez se le fue reuniendo gente por el camino y según su costumbre les enseñaba.

Acercándose unos fariseos, le preguntaban para ponerlo a prueba:
«¿Le es lícito al hombre repudiar a su mujer?».

Él les replicó:
«¿Qué os ha mandado Moisés?».

Contestaron:
«Moisés permitió escribir el acta de divorcio y repudiarla».

Jesús les dijo:
«Por la dureza de vuestro corazón dejó escrito Moisés este precepto. Pero al principio de la creación Dios los creó hombre y mujer. Por eso dejará el hombre a su padre y a su madre, se unirá a su mujer y serán los dos una sola carne.

De modo que ya no son dos, sino una sola carne. Pues lo que Dios ha unido, que no lo separe el hombre».

En casa, los discípulos volvieron a preguntarle sobre lo mismo.

Él les dijo:
«Si uno repudia a su mujer y se casa con otra, comete adulterio contra la primera, Y si ella repudia a su marido y se casa con otro, comete adulterio».

                       Es palabra del Señor

REFLEXION

Jesús, en este pasaje, nos habla de lo que él entiende por matrimonio ideal. La unión de un hombre y una mujer para siempre. “Por eso abandonará el hombre a su padre y a su madre, se unirá a su mujer y serán los dos una sola carne”.

Moisés  permitió la separación “por vuestra terquedad”, pero al principio no fue así: “Lo que Dios ha unido que no lo separe el hombre”.

Fray Manuel Santos Sánchez O.P.

Fray Manuel Santos Sánchez O.P.
Convento de Santo Domingo (Oviedo)


26/2/25

EVANGELIO JUEVES 27-02-2025 SAN MARCOS 9, 41-50 VII SEMANA DEL TIEMPO ORDINARIO

 





En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«El que os dé a beber un vaso de agua porque sois de Cristo, en verdad os digo que no se quedará sin recompensa. El que escandalice a uno de estos pequeñuelos que creen, más le valdría que le encajasen en el cuello una piedra de molino y lo echasen al mar. Si tu mano te induce a pecar, córtatela: más te vale entrar manco en la vida, que ir con las dos manos a la "gehenna", al fuego que no se apaga.

Y, si tu pie te induce a pecar, córtatelo: más te vale entrar cojo en la vida, que ser echado con los dos pies a la “gehenna”.

Y, si tu ojo te induce a pecar, sácatelo: más te vale entrar tuerto en el reino de Dios, que ser echado con los dos ojos a la “gehenna”, donde el gusano no muere y el fuego no se apaga.

Todos serán salados a fuego. Buena es la sal; pero si la sal se vuelve sosa, ¿con qué la salaréis? Tened sal entre vosotros y vivid en paz unos con otros».

                        Es palabra del Señor

REFLEXION

En el evangelio de hoy, Marcos nos narra una serie de dichos de Jesús relacionados con el seguimiento, el Reino y sobre la actitud que hay que tener ante los distintos tipos de «pequeños». El texto comienza con una sentencia: «el que os dé a beber un vaso de agua porque sois de Cristo…». Uno de estos pequeños son los discípulos, que, a la luz de lo dicho en los versículos anteriores acerca de quién es el mayor, alterando la distribución entre primeros y últimos, les exhorta a situarse en los últimos puestos. Ahora Jesús les dice que todo lo que se les haga a ellos, en cuanto discípulos, se le hace a Cristo y, en consecuencia, ese acto no quedará sin recompensa. Quien ayude a esos «pequeños» de Jesús recibirá a su vez, el fruto de sus acciones.

Jesús les ha dado a sus discípulos la mayor autoridad, pero no para imponerse sobre otros, sino al contrario, para que ellos sean servidores de todos, aunque suponga, en ocasiones, estar a merced de los demás, hasta el punto de correr el riesgo de que les acojan o rechacen.

A continuación, y a modo de casuística el Maestro se dirige a aquellos que escandalizan a los pequeños que creen en él, empleando el signo de la mano-pie-ojos (9,42-47), para terminar con una afirmación sobre el riesgo de la condena escatológica (9,48-50). Escandalizar es un comportamiento que pone en peligro la fe de otro (ver 4,17; 14,27.29). El que haga esto con un discípulo pequeño e indefenso contrae una grave responsabilidad ante Dios. La gehenna, con la imagen de su gusano que no muere y de su fuego que no se extingue, es símbolo del castigo (cf. Is 66,24). Los versículos finales hablan de la pureza del seguimiento. El fuego y la sal significaban en el A.T. la purificación de los sacrificios y la integridad de la alianza. Ahora con Jesús la pureza e integridad de la alianza suponen asumir en nuestra vida como creyentes el servicio y la preferencia por el último lugar. Así como la sal si pierde su cualidad característica, de nada sirve, puesto que no hay sal para la sal. Igualmente, la comunidad cristiana debe caracterizarse por el buen sabor hacia la humanidad, si no es así, habrá perdido algo que le es propio y característico. Sólo desde ahí puede construirse la paz en la comunidad. 

Hna. Carmen Román Martínez O.P.

Hna. Carmen Román Martínez O.P.
Congregación de Santo Domingo

25/2/25

EVANGELIO MIERCOLES 26-02-2025 SAN MARCOS 9, 38-40 VII SEMANA DEL TIEMPO ORDINARIO

 





En aquel tiempo, Juan dijo a Jesús:
«Maestro, hemos visto a uno que echaba demonios en tu nombre, y se lo hemos querido impedir, porque no viene con nosotros».

Jesús respondió:
«No se lo impidáis, porque quien hace un milagro en mi nombre no puede luego hablar mal de mí. El que no está contra nosotros está a favor nuestro».

                     Es palabra del Señor

REFLEXION

El mensaje del breve texto del Evangelio puede parecernos una paradoja o una contradicción, pero Jesús es tajante en este sentido: ¿qué es lo más importante: el mensaje o el mensajero? Evidentemente nosotros sabemos que Jesús personifica en Sí el Reino, no es solo un intermediario, pero los discípulos -nosotros- no y esto hay que afrontarlo con mucha humildad, pero también sentido profundo de lo que es y significa el Reino de Dios.

La Iglesia no es el Reino de Dios, sino que está fundada para anunciarlo, para construirlo. En definitiva, para vivirlo con la ayuda de la Gracia. Tenemos que ser humildes y reconocer que no tenemos el monopolio del Reino. Tampoco de las buenas obras, del trabajo abnegado y desinteresado por los demás, la lucha contra las esclavitudes que siguen haciendo sufrir a los hombres. Todos conocemos personas no cristianas, incluso que se declaran ateas, que hacen la obra de Dios y es preciso -lejos de censurarlas-, colaborar con ellas a la obra del Reino, invitarlos a que colaboren con nosotros. Sin complejos, sin etiquetas, pero con la impronta de Cristo en el corazón por la Gracia.

Siempre haré memoria agradecida del “papa bueno” San Juan XXIII que, con la gran intuición del Concilio, abrió las puertas de la Iglesia de par en par al mundo, a tantos y tantos hombres y mujeres que, en gran parte sin saberlo o asumirlo, buscaban el Reino de Dios anunciado por Cristo.

D. Carlos José Romero Mensaque, O.P.
Fraternidad “Amigos de Dios” de Bormujos (Sevilla)

24/2/25

EVANGELIO MARTES 25-02-2025 SAN MARCOS 9, 30-37 VII SEMANA DEL TIEMPO ORDINARIO

 





En aquel tiempo, Jesús y sus discípulos atravesaron Galilea; no quería que nadie se enterase, porque iba instruyendo a sus discípulos.

Les decía:
«El Hijo del hombre va a ser entregado en manos de los hombres y lo matarán; y después de muerto, a los tres días resucitará».

Pero no entendían lo que decía, y les daba miedo preguntarle. Llegaron a Cafarnaún, y una vez en casa, les preguntó:
«¿De qué discutíais por el camino?».

Ellos callaban, pues por el camino habían discutido quién era el más importante.

Jesús se sentó, llamó a los Doce y les dijo:
«Quien quiera ser el primero, que sea el último de todos y el servidor de todos».

Y tomando un niño, lo puso en medio de ellos, lo abrazó y les dijo:
«El que acoge a un niño como este en mi nombre, me acoge a mí; y el que me acoge a mí, no me acoge a mí, sino al que me ha enviado».

                     Es palabra del Señor

REFLEXION

Marcos nos presenta a Jesús como Maestro que procura instruir a los que ha llamado. Dice que atravesaron Galilea y no quería que nadie lo supiera en razón de una necesidad concreta: instruir, enseñar personalmente a los discípulos. Era conveniente dejarles bien claro cuál era su misión para evitar una lectura distorsionada, conforme al interés de cada uno de ellos. Señala el evangelista lo que les comunica: “El Hijo del hombre va a ser entregado en manos de los hombres y lo matarán; y después de muerto, a los tres días resucitará”. Este es el anuncio clave, entonces y ahora. Y así como ellos “no entendían lo que decía” y al mismo tiempo “les daba miedo preguntarle”, también a nosotros nos ocurre lo mismo. Asumir que el seguimiento de Jesucristo pasa por unirse a su pasión y muerte, sin lo cual no se accede a la resurrección, se nos hace cuesta arriba.

Se trata de estar con él, compartir con él, aprendiendo como él para poder continuar su obra. Ellos, en ese momento, parecen desconectar y se aplican a lo que a ellos realmente les interesaba. Pero para Jesús nada pasa desapercibido. Marcos pone en casa, en la intimidad podríamos decir, la pregunta de Jesús. Le preocupa lo que a nosotros nos ocupa mientras vamos de camino, porque es en el camino, donde se ha de experimentar lo que él nos ha enseñado. “¿De qué discutíais por el camino?”. Preguntó a los de Emaús. Preguntó a los que le siguieron ¿qué buscáis? En este pasaje, no hay respuesta. El silencio venía causado por la vergüenza que les producía haber discutido quién era el más importante.

Sobre ello, Jesús, les enseñará también. Una enseñanza que no está desconectada del anuncio realizado. Lo que importa es entender todo como servicio. Ponerse en el último lugar, como siervo de todos. Como él ha hecho. Y al hacerlo, reflejar la actitud del niño, que está abierto a acoger. Acoger a los que no cuentan; acoger a los últimos. Acoger a los son tenidos como inútiles, porque en ellos se le acoge a él y en él, al mismo Padre que lo ha enviado. En definitiva, vivir la vida como él la vivió.

¿Le atendemos como merece ser atendido?

¿Cómo miramos a los otros?

Fr. Antonio Bueno Espinar O.P.

Fr. Antonio Bueno Espinar O.P.
Convento de Santa Cruz la Real (Granada)

23/2/25

EVANGELIO LUNES 24-02-2025 SAN MARCOS 9, 14-29 VII SEMANA DEL TIE,PO ORDINARIO

 





En aquel tiempo, Jesús y los tres discípulos bajaron del monte y volvieron a donde estaban los demás discípulos, vieron mucha gente alrededor y a unos escribas discutiendo con ellos.
Al ver a Jesús, la gente se sorprendió y corrió a saludarlo. El les preguntó:
«¡De qué discutís?».

Uno de la gente le contestó:

«Maestro, te he traído a mi hijo; tiene un espíritu que no lo deja hablar; y cuando lo agarra, lo tira al suelo, echa espumarajos, rechina los dientes y se queda rígido. He pedido a tus discípulos que lo echen y no han sido capaces».

Él, tomando la palabra, les dice:
«Generación incrédula! ¿Hasta cuándo estaré con vosotros? ¿Hasta cuándo os tendré que soportar? Traédmelo».

Se lo llevaron.
El espíritu, en cuanto vio a Jesús, retorció al niño; este cayó por tierra y se revolcaba echando espumarajos.

Jesús preguntó al padre:
«Cuánto tiempo hace que le pasa esto?».

Contestó él:
«Desde pequeño. Y muchas veces hasta lo ha echado al fuego y al agua para acabar con él. Si algo puedes, ten compasión de nosotros y ayúdanos».

Jesús replicó:
«Si puedo? Todo es posible al que tiene fe».

Entonces el padre del muchacho se puso a gritar:
«Creo, pero ayuda mi falta de fe».

Jesús, al ver que acudía gente, increpó al espíritu inmundo, diciendo:
«Espíritu mudo y sordo, yo te lo mando: sal de él y no vuelvas a entrar en él».

Gritando y sacudiéndolo violentamente, salió.

El niño se quedó como un cadáver, de modo que muchos decían que estaba muerto.

Pero Jesús lo levantó cogiéndolo de la mano y el niño se puso en pie.

Al entrar en casa, sus discípulos le preguntaron a solas:
«Por qué no pudimos echarlo nosotros?».

El les respondió:
«Esta especie solo puede salir con oración».

                 Es palabra del Señor

REFLEXION

El evangelista Marcos nos relata una escena un tanto particular, en la que pone la mirada en Jesús. Con ella, pretende que entremos en la densidad que tiene para el ser humano el encuentro con la persona de Cristo. Como una trasfiguración de la vida que se llevaba hasta el momento. Hondo tiene que ser el caldo del camino de la fe para que me lleve a un cambio radical de vida y sea capaz de vivir acorde con los mandatos prescritos por la ley de Dios.

Nos encontramos en la bajada del Monte Tabor. Allí, Jesús, se ha transfigurado ante tres de sus discípulos más cercanos. El monte tiene una simbología concreta que viene a expresar la presencia de Dios, donde Dios se revela y un lugar concreto de oración, diálogo, con el Hacedor. Jesús ha entrado en comunión con Dios a través de esa oración. No deberíamos de perder de vista, que en la oración se van a ir intercambiando «palabras» hacia aquel que nos dirigimos, y que el gran Misterio de la Navidad que celebramos hace un tiempo, Jesús, se revela como: «Palabra hecha carne». La «Palabra» es la «Vida» de los hombres, si lo recibimos.

Al bajar del monte, se van topando con realidades concretas. Los fariseos discuten con los discípulos. Precisamente aquellos que no aceptan a Jesús, como Mesías de Dios. Es decir, no quieren aceptar al que es «Palabra», por ello, hay una discusión. Acto seguido hay un joven mudo, incapaz de pronunciar palabras. Para introducirnos en un diálogo entre Jesús y el padre del muchacho endemoniado. Posiblemente como un camino de fe capaz de reconocer a Jesús como Salvador.

El padre del muchacho está en un proceso de búsqueda de luz en su vida, ante una situación que desborda por completo su realidad existencial. No sé lo que voy a hacer. Y, en ese momento aparece un horizonte de luz en su vida. Se presenta Jesús, trasfigurado. Por eso le ruega que tenga piedad. Y de una forma ráquitica le insinúa que si puede hacer algo. Jesús, entra en acción, para poner a prueba la fe de este hombre. ¿Sí puedo?, basta con que tengas fe. De este modo, el padre comprende la limitación humana y la debilidad de la fe cuando nos vamos encontrando los obstáculos en lo ordinario de la vida. Ahora, se hace más honda y profunda la fe del padre, que se manifiesta como un grito. Soy consciente de que creo, pero en más de una ocasión me desborda la vida con sus contrariedades. ¡Ayúdame!

Oración de súplica, que sale de la pureza del corazón de este padre desesperado: Ayúdame, tú que eres la resurrección y la vida. Así sucede el milagro. Ahora Jesús actúa, se acerca al muchacho y lo levantó, o lo transfiguró, mediante la fuerza del Espíritu Santo fue capaz de generar en el muchacho algo que antes no podía pronunciar: «Palabra». (Curioso detalle, como en el Génesis, el Padre Creador, pronunció y existió). Así, en privado, va a explicar Jesús, el milagro: «oración», relación de intimidad con aquel que nos ama para cambiar nuestra vida. Abrazar la fe en un Dios que nos ama y dibuja un horizonte nuevo cada día con su «Palabra».

Fray Juan Manuel Martínez Corral O.P.

Fray Juan Manuel Martínez Corral O.P.
Real Convento de Nuestra Señora de Candelaria (Tenerife)

22/2/25

DOMINGO 23-02-2025 : SEPTIMO DOMINGO DE TIEMPO ORDINARIO

 





¡Amen a los enemigos! Si no lo hubiese dicho Cristo, tal vez nos podría parecer algo absurdo y ridículo, pero lo ha dicho Jesús quien nos dio ejemplo en la cruz. ¿Es posible mandar el amor? ¿Acaso alguien puede ordenar sentir afecto por otro?

La inclinación cariñosa hacia una persona es espontanea e involuntaria, ¿cómo pues Jesús pudo ordenarnos ello? Y peor aún ¿cómo amar a nuestros enemigos? ¿Por qué habríamos de amar a nuestros enemigos? Es decir, ¿hay que amar a nuestros enemigos, a quienes nos odian, a quienes nos maldicen, a quienes nos lastiman, a quienes nos roban? Para no confundirnos es necesario averiguar que quiso decir Jesús, y así sabremos lo que en realidad exigió a sus seguidores cuando les ordeno amar a los enemigos.

Fr. Carlos Ávila O.P.

Fr. Carlos Ávila O.P.
Convento de Ntro. Padre Sto. Domingo (Torrent)

LECTURAS DEL DOMINGO 23-02-.2025 : VII DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO

 

Primera lectura

Lectura del primer libro de Samuel 26, 2. 7-9. 12-13. 22-23

En aquellos días, Saúl emprendió la bajada al desierto de Zif, llevando tres mil hombres escogidos de Israel, para buscar a David allí.

David y Abisay llegaron de noche junto a la tropa. Saúl dormía, acostado en el cercado, con la lanza hincada en tierra a la cabecera. Abner y la tropa dormían en torno a él.

Abisay dijo a David:
«Dios pone hoy al enemigo en tu mano. Déjame que lo clave de un golpe con la lanza en la tierra. No tendré que repetir».

David respondió:
«No acabes con él, pues ¿quién ha extendido su mano contra el ungido del Señor y ha quedado impune?».

David cogió la lanza y el jarro de agua de la cabecera de Saúl, y se marcharon. Nadie los vio, ni se dio cuenta, ni se despertó.

Todos dormían, porque el Señor había hecho caer sobre ellos un sueño profundo.

David cruzó al otro lado y se puso en pie sobre la cima de la montaña, lejos, manteniendo una gran distancia entre ellos, y gritó:
«Aquí está la lanza del rey. Venga por ella uno de sus servidores, y que el Señor pague a cada uno según su justicia Y su fidelidad. Él te ha entregado hoy en mi poder, pero yo no he querido extender mi mano contra el ungido del Señor».

                        Es palabra del Señor

Salmo

Salmo 102 R/. El Señor es compasivo y misericordioso.

Bendice, alma mía, al Señor,
y todo mi ser a su santo nombre.
Bendice, alma mía, al Señor,
y no olvides sus beneficios. R/.

Él perdona todas tus culpas
y cura todas tus enfermedades;
él rescata tu vida de la fosa
y te colma de gracia y de ternura. R/.

El Señor es compasivo y misericordioso,
lento a la ira y rico en clemencia.
No nos trata como merecen nuestros pecados
ni nos paga según nuestras culpas. R/.

Como dista el oriente del ocaso,
así aleja de nosotros nuestros delitos.
Como un padre siente ternura por sus hijos,
siente el Señor ternura por los que lo temen. R/.

Segunda lectura

Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los Corintios 15, 45-49

Hermanos:
El primer hombre, Adán, se convirtió en ser viviente. El último Adán, en espíritu vivificante.

Pero no fue primero lo espiritual, sino primero lo material y después lo espiritual.

El primer hombre, que proviene de la tierra, es terrenal; el segundo hombre es del cielo.

Como el hombre terrenal, así son los de la tierra; como el celestial, así son los del cielo. Y lo mismo que hemos llevado la imagen del hombre terrenal, llevaremos también la imagen del celestial.

                  Es palabra del Señor

REFLEXION

I. Lectura (1Samuel 26,2.7-9.12-13.22-23): El valor de la fidelidad

En esta primera lectura se narra un episodio muy importante de la vida de David, el gran rey de Israel y Judá, quien en su carrera hacia el reinado quiere respetar al ungido de Dios, hasta entonces, Saúl, y no quiere matarlo en una ocasión propicia cuando mía en el desierto. Es una lectura, con rasgos de leyenda, quiere hablarnos de lo importante que es la magnanimidad y generosidad en la vida; mensaje que de alguna manera nos prepara a escuchar el evangelio de día. No sabemos cómo estas escenas entre Saúl y David han circulado en las tradiciones previas. Es manifiesto que los redactores "deuteronomistas" han querido exaltar la fidelidad de David al ungido de Dios, porque él lo sería un día.

Probablemente hay un cierto "fingimiento" en la actitud de Saúl con respecto a David; en realidad eran más enemigos de lo que podemos pensar. Cada uno tenía su parcela, sus intereses familiares y de tribu y sus hombres de confianza. Pero también podríamos pensar que se quiere "canonizar" al "santo" rey David, quien sería el hombre que les dio una identidad y un futuro a las tribus que hasta entonces no habían tenido unidad. La historia se construye así muchas veces. Pero eso no quiere decir que David no hubiera respetado a Saúl como rey, hasta el momento en que cae en la batalla ante los filisteos (1 Sm 31). No obstante la lección debe ser para nosotros lo importante: hay que ser magnánimos y respetar la vida de todos los hombres

II.a Lectura (1Corintios 15,45-49): Cristo vivificador

Esta lectura es la unidad penúltima de la disertación paulina sobre este misterio de la vida (1Cor 15): no hemos nacido para quedarnos en la tierra, sino para ser seres espirituales, donde la muerte no nos lleve a la nada. Es eso lo que se propone bajo la imagen de los dos Adanes: el de la tierra y el del cielo. Pablo ha querido recurrir al Gn 2,7 para sacar unas consecuencias entre el hombre natural, biológico, genético si cabe, y el hombre espiritual (el de la resurrección). No podríamos aplicar aquí, con rigor, unos esquemas científicos. Porque el hombre natural, la especie humana, creado a imagen de Dios, es y debe ser también espiritual. ¡De esto no debe caber la menor duda! No existe un hombre natural, aunque muchos hagan depender este texto de la expresión anterior: "si hay un cuerpo natural, lo hay también espiritual" (y. 44).

¿Cómo resolver este dilema? El hombre espiritual es el de la resurrección, que en 1Cor 15 es precisamente Cristo. Por tanto, se impone una consecuencia: de Gn 2,7 sale el hombre (Adam) para esta vida, con toda su dignidad, con toda su creaturalidad que no es simplemente la vida biológica de los seres vivientes. Pero no se ha acabado ahí el misterio de ser "imagen de Dios". No llegaremos a ser la imagen plena de Dios sino en la resurrección, como lo Cristo ya resucitado según este texto de 1Cor 15. Dios no habrá acabado su proyecto creador sino por la "recreación" del hombre que superando lo biológico, psíquico y espiritual de este mundo, llega a la plenitud de lo espiritual por la resurrección. Cristo, pues, es la imagen, el modelo y al paradigma de lo que nos espera todos. Hemos sido creados, pues, para la vida eterna y no para la muerte. Cristo es el Adam vivificado por la resurrección y vivificante en cuanto en él seremos todos vivificados. Dios hará nosotros lo que ha hecho en El.

Fray Miguel de Burgos Núñez
(1944-2019)

EVANGELIO DOMINGO 23-02-2025 SAN LUCAS 6, 27-38 VII SEMANA DEL TIEMPO ORDINARIO

 





En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:

«A vosotros los que me escucháis os digo: amad a vuestros enemigos, haced el bien a los que os odian, bendecid a los que os maldicen, orad por los que os calumnian.

Al que te pegue en una mejilla, preséntale la otra; al que te quite la capa, no le impidas que tome también la túnica. A quien te pide, dale; al que se lleve lo tuyo, no se lo reclames.

Tratad a los demás como queréis que ellos os traten. Pues, si amáis sólo a los que os aman, ¿qué mérito tenéis? También los pecadores aman a los que los aman. Y si hacéis bien sólo a los que os hacen bien, ¿qué mérito tenéis? También los pecadores hacen lo mismo.

Y si prestáis a aquellos de los que esperáis cobrar, ¿qué mérito tenéis? También los pecadores prestan a otros pecadores, con intención de cobrárselo.

Por el contrario, amad a vuestros enemigos, haced el bien y prestad sin esperar nada; será grande vuestra recompensa y seréis hijos del Altísimo, porque él es bueno con los malvados y desagradecidos.

Sed misericordiosos como vuestro Padre es misericordioso; no juzguéis, y no seréis juzgados; no condenéis, y no seréis condenados; perdonad, y seréis perdonados; dad, y se os dará: os verterán una medida generosa, colmada, remecida, rebosante, pues con la medida que midiereis se os medirá a vosotros».

                       Es palabra del Señor

REFLEXION

Este mini-catecismo radical fue muy valorado en el cristianismo primitivo, hasta el s. II. Se recoge en el Evangelio O (de ahí lo toma Mateo y Lucas), y algo también en el Evangelio de Tomás y en Didajé. Se ha dicho que la "regla de oro" es como el elemento práctico que encadena estos dichos, aunque no sea lo más original ya que tiene buenas raíces judías: no hagas a nadie lo que no quieras que te hagan a ti. Lucas, no obstante, propondrá como fuerza determinante el "sed misericordiosos como Dios es misericordioso". Algunos especialistas intuyen que estas palabras eran como catecismo de los profetas itinerantes. No es el momento de discusiones intrincadas para reconstruir el tenor original de las palabras, de Jesús, tal como fueron vividas e interpretadas en los dos primeros siglos. Desde luego aquí se refleja mucho de lo que Jesús pedía a quien le seguía. Su mensaje del reino de Dios implicaba renuncia al odio, a la violencia y a todo lo que Dios no acepta.

Se trata, junto con las bienaventuranzas, del centro del mensaje evangélico en su identidad más absolutamente cristiana, en exigencia más radical, en cuanto expresa lo que es la raíz del evangelio. Y la raíz es aquello que da vida a una planta; que recoge el "humus de la tierra". Frecuentemente, cuando se habla de radical se piensa en lo que es muy difícil o heroico. Si fuera así el cristianismo, entonces estaríamos llamados casi todos a una experiencia de fracaso. Por el contrario, en las exigencias radicales y utópicas del sermón es cuando el cristiano sabe y experimenta qué camino ha elegido verdaderamente. Y no es lo importante la dificultad de llevar todo esto a la praxis, sino saber identificarse con el proyecto de Jesús, que es el proyecto de Dios.

Por eso mismo, el amor, incluso a los enemigos; el renunciar a la violencia cuando existen razones subjetivas e incluso objetivas para tomar disposiciones de ese tipo es una forma de poner de manifiesto que el proyecto de evangelio se enraíza en algo fundamental. Nadie ha podido proponer algo tan utópico, tan desmesurado, como lo que Jesús les propone a hombres y mujeres que tenían razones para odiar y para emprender un camino de violencia. La sociedad estaba dominada por el Imperio de Roma, y unas cuantas familias se apoyaban en ello para dominar entre el pueblo. La pobreza era una situación de hecho; las leyes se imponían en razón de fuerzas misteriosas y poderosas, de tradiciones, de castas y grupos. El mensaje de Jesús no debería haber sido precisamente de amor y perdón, sino de revolución violenta. Y no es que Jesús no pretendiera una verdadera revolución; su mensaje sobre el reino de Dios podía sonar en tonos de violencia para muchos. Pero ¿cómo es posible que Jesús pida a las gentes que amen a los enemigos? Porque el Reino se apoya en la revolución del amor; así es como el amor del Reino no es romanticismo; así es como el Reino es radical; así es como el evangelio no es una ideología del momento, sino mensaje que perdura hasta nuestros días. Jesús quería algo impresionante, y no precisamente irrealizable a pesar de la condición humana. Es posible que durante mucho tiempo se haya pensado que la práctica del sermón de la montaña o del llano no es posible llevarla a cabo en este mundo y se considere que su utopía nos excusa de realizarlo. Pero utopía no quiere decir irrealizable, quiere decir que está fuera de la forma común en que nos comportamos los hombres.

El amor a los enemigos y la renuncia a la violencia para hacer justicia es lo que Dios hace día y noche con nosotros. Por eso Dios no tiene enemigos, porque ama sin medida, porque es misericordioso (hace salir el sol sobre malos y buenos y llover sobre justos e injustos añade Mateo en este caso para ilustrar su comportamiento). La diferencia con Mateo es que Lucas no propone "ser perfectos" (que, en el fondo, tiene un matiz jurídico, propio de la mentalidad demasiado arraigada en preceptos y normas), sino ser misericordiosos: esa es la forma o el talante para amar incluso a los enemigos y renunciar a la venganza, a la violencia, a la impiedad. Ser cristiano, pues, seguidor de Jesús, exige de nosotros no precisamente una heroicidad, como muchas veces se ha planteado; exige de nosotros, como algo radical, ser misericordiosos. Así, pues, la propuesta lucana tiene su propia estrategia: ¿cómo amar a los enemigos? ¿cómo renunciar a la venganza dé quien mi enemigo y me ofende y me hace injusticia? No es cuestión que se imponga porque sí todo esto como precepto. En la pedagogía de Lucas se expresa así: ser cristiano, seguidor de Jesús significa ser capaz de amar incluso a los enemigos, requiere la praxis de "llegar a ser, hacerse, misericordioso, como lo es Dios".

Fray Miguel de Burgos Núñez

Fray Miguel de Burgos Núñez
(1944-2019)

21/2/25

SABADO 22 DE FEBREERO : CELEBRACION DE LA FIESTA DE LA CATEDRA DE SAN PEDRO

 





La Cátedra de San Pedro es una de las celebraciones más antiguas del cristianismo. Aunque no se trate de una sede o silla física, sino de la misión de fortalecer a los hermanos en la fe, que Pedro recibió de Jesús, se cree que esa silla o cátedra de Pedro se veneraba ya en los primeros siglos.

Hasta la reforma del calendario litúrgico de la Iglesia católica establecido por Pablo VI el 14 de febrero de 1969, había dos fechas para la celebración de la Cátedra de San Pedro: la de hoy era la Cátedra de San Pedro en Antioquía. Y el 18 de enero, la Cátedra de San Pedro en Roma. El nuevo calendario unifica las dos en este día. Se trata de la celebración del Primado de Pedro sobre la Iglesia Universal, que Cristo le prometió -Tú eres Pedro y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia- en Cesarea de Filipo, cuando la «confesión» de Pedro (Mt 16, 13-19), y le confirió, ya resucitado, junto al lago de Tiberíades: Apacienta mis corderos, apacienta mis ovejas (Jn 21, 15-19).

De Antioquía a Roma

Cuando se visita Antioquía, la primera gran capital del cristianismo, uno de los poquísimos vestigios del glorioso pasado cristiano que muestran es la iglesia de San Pedro, a las afueras de la actual ciudad. No hay culto alguno en esa iglesia, como no lo hay en la iglesia de las iglesias, Santa Sofía de Constantinopla-Estambul: son lugares de turismo, más explotados que cuidados. Y causa cierta tristeza esa casi total ausencia de presencia cristiana en Antioquía, donde Pedro inició su pontificado; donde se inventó el nombre cristiano para designar a los discípulos de Jesús; donde se encontraron simultáneamente cristianismo, judaísmo y paganismo; desde donde partieron todas las misiones apostólicas para la evangelización del Imperio Romano...

Más fortuna ha tenido Roma, durante tantos siglos centro visible de la cristiandad. Aunque no se trate de una sede o silla física, sino de la misión de fortalecer a los hermanos en la fe, que Pedro recibió de Jesús (Cf. Lc 22, 32), no está de más recordar que el pueblo romano veneraba ya en el siglo IV una silla o cátedra de madera de encina, en la que, según una tradición, se había sentado el apóstol Pedro: el único apóstol que la iconografía representa sentado. Y esta silla se ha conservado en Roma hasta nuestros días, con algunos adornos, pero sustancialmente la misma: una silla-cátedra de madera, de casi 90 centímetros de anchura y 78 de altura hasta el asiento, con un dosel que termina con un tímpano triangular.

Se cree que esa silla o cátedra de Pedro se veneraba ya en los primeros siglos en la iglesia de Santa Prisca, en el Aventino, donde una tradición asegura que fue la residencia de San Pedro. En el siglo IV, el papa español San Dámaso la trasladó al baptisterio del Vaticano, junto a lá tumba de Pedro. Durante toda la Edad Media, la sede o cátedra de Pedro estuvo muy al alcance de los peregrinos, algunos de los cuales procuraban cortar clandestinamente algunas astillas que se llevaban como reliquia. Hasta que Bernini, en el siglo XVI, le dedicó el famosísimo altar barroco en el ábside de la actual basílica vaticana, con la colosal cátedra de bronce, que es el relicario de la preciada reliquia. «En el espléndido monumento berniniano de la Cátedra colocada en el ábside de la basílica vaticana, el 17 de enero de 1666, por deseo del papa Alejandro VII, se ocultó una alhaja que durante los siglos había sido objeto de veneración por parte de los fieles y peregrinos que llegaban a Roma: la cátedra de madera de San Pedro, que, sin embargo, al haberse ocultado a los ojos de los devotos, perdió su popularidad y culto.

En 1968 se procedió a su análisis. Trasladada a la sala adjunta a la sacristía de los canónigos, el 30 de diciembre de 1968 se procedió al examen estructural de la madera. También se realizaron dos tipos de análisis para intentar fecharla: el primero fue de carácter dendrocronológico, el segundo con el carbono 14. En el primer caso se realizó sólo sobre una tabla que formaba parte del tímpano y, presuponiendo que fuera encina de hojas caducas, probablemente roble o encina blanca, aún fresca, se llegó a fijar su edad entre el 870 y el 880 d. C.; en el segundo análisis, algunos tipos de maderas (las del apoyo de las placas, una de las cuales se quitó el 30 de octubre de 1969 para realizar el análisis) resultaron ser algunos siglos más antiguos, y los que se consideraban que formaban parte de la estructura original de la silla, sin embargo, de una edad más tardía que la del supuesto trono carolingio. El intervalo de tiempo, de todos modos, es demasiado amplio para establecer una crolonogía concorde y correcta».

Siete siglos de fiesta litúrgica

La Cátedra de San Pedro es una de las celebraciones más antiguas del cristianismo: hay ya un primer testimonio en lo que puede considerarse como incipiente calendario cristiano, la Depositio martyrum del año 336, pocos años después de alcanzar el cristianismo lo que se ha denominado la paz constantiniana. El día 22 de febrero de este incipiente calendario, con sólo una treintena escasa de fiestas de santos, está dedicado al Natale Petri de Cathedra, que equivale a la fiesta de la Cátedra de San Pedro, o, lo que es lo mismo, a la misión de Pedro como maestro de la Iglesia de Jesucristo. Cada apóstol, y sus sucesores los obispos, es el maestro de la fe en su Iglesia particular, y Pedro, y sus sucesores en la sede de Roma, lo son de la Iglesia universal. El obispo de Roma, como los obispos de toda la Iglesia, tienen su cátedra (griego), su sede (latín), que dan nombre a la Iglesia capital de las diócesis: catedral, seo. Pero sólo a Pedro se le representa sentado en su cátedra, y los peregrinos que llegan de todo el mundo a la basílica vaticana besan el pie de la colosal escultura de San Pedro en su cátedra, a la derecha del altar de la Confesión.

En la rica liturgia de la consagración y toma de posesión de las diócesis, hay un momento de suma importancia: cuando el nuevo obispo es entronizado en su sede, lugar sagrado y principal desde el que impartirá su magisterio espiritual. Pero sólo a la sede de Pedro, a la sede del papa, se da nombre de cátedra. Y así ha venido sucediéndose de generación en generación.

Tú eres Pedro

El texto evangélico de la promesa del Primado, que Cristo hizo a Simón en Cesarea de Filipo, cambiándole el nombre por el de Kefas-Petros-Pedro, es definitiva para la doctrina del Primado: Tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y el poder del infierno no la derrotará. Te daré las llaves del reino de los cielos; lo que ates en la tierra quedará atado en el cielo, y lo que desates en la tierra quedará destado en el cielo. El relato de Mateo 16, 13-19, que la liturgia pone en la celebración de esta fiesta, es admitido desde los primeros tiempos del cristianismo como algo tan firme como la roca, la piedra, con la que Cristo identifica el nombre y la misión de Pedro, aplicado a la «Santa Sede», al obispo de Roma, sucesor de Pedro. Es el símbolo y el fundamento visible de la unidad de la Iglesia, según la célebre sentencia de San Cipriano, inspirada en San Pablo (Ef 4, 5): Se otorga a Pedro el primado para que quede patente que la Iglesia de Cristo es una, como una es la cátedra... Uno es Dios, uno Cristo, una la Iglesia y una la cátedra fundada sobre Pedro según la palabra del Señor (Carta 43, 5). La Cátedra de Pedro es la cátedra de la unidad de la doctrina de la Iglesia.

Aunque los primeros concilios ecuménicos se celebraran en Oriente (actual Turquía), no faltaban los legados del obispo de Roma y los mensajes del papa, que hacían presente a Pedro: Pedro nos ha hablado por la voz de León (Mansi 6, 971), declaraba el Concilio de Calcedonia (año 451) cuando se leyó solemnemente una carta que enviaba al Concilio el papa León Magno.

La vivencia de la fe cristiana en Occidente ha asumido desde los primeros tiempos de la Iglesia la aceptación del primado de Pedro y el primado de Roma como parte integrante de esa fe, que la fiesta de hoy ha querido celebrar y potenciar. A principios del siglo V, San Agustín (-v 28 de agosto) miraba hacia atrás y exclamaba un 22 de febrero: La institución de la solemnidad de este día recibió de nuestros antepasados el nombre de cátedra, porque se cuenta que el príncipe de los apóstoles recibió en un día como hoy la cátedra del episcopado. Es razonable que la Iglesia celebre esta sede, recibida por el apóstol para la salvación de las Iglesias (Sermón 190, 1. PL 39, 2100). Y en otro lugar: Bendito sea Dios, que ordenó ensalzar al apóstol Pedro sobre la Iglesia. Digno es honrar esta roca, mediante la que nos es posible escalar el cielo (Sermón 15 sobre los Santos).

Fr. José A. Martínez Puche

Texto tomado de: Martínez Puche, José A. (director),