Mandó que la gente se sentara en el suelo y tomando los siete panes, dijo la acción de gracias, los partió y los fue dando a sus discípulos para que los sirvieran. Ellos los sirvieron a la gente.
Tenían también unos cuantos peces; y Jesús pronunció sobre ellos la bendición, y mandó que los sirvieran también.
La gente comió hasta quedar saciada y de los trozos que sobraron llenaron siete canastas; eran unos cuatro mil y los despidió; y enseguida montó en la barca con sus discípulos y se fue a la región de Dalmanuta.
Jesús siente compasión de la gente necesitada, en este caso, de comida. ¿Sólo hambre de pan?... Jesús ve, percibe, se da cuenta, no es indiferente ante nuestras carencias, siente compasión y después actúa en consecuencia. ¿Y yo? ¿Percibo mis propias carencias o necesidades y las de mis hermanos? ¿Qué siento ante ellas? ¿Y qué hago al respecto?
Una invitación
Tras orar varias semanas con estas lecturas, a esta Monja Dominica que está escribiendo este comentario, una y otra vez le venía la siguiente pregunta: ¿qué puede aportar una Monja de la Orden de Predicadores de específico a los comentarios de la Palabra de la página de esta Provincia de Hispania? Porque si buscas comentarios sobre estas lecturas, tendrás horas y horas para leer. Incluso en esta misma página puedes encontrar comentarios de otros años muy bien transmitidos por hermanos nuestros. Quizá nuestra misión es recordar que podemos estar atiborrados de información, pero hambrientos de sentido. Llenos de imágenes y palabras, pero necesitados de silencio y sosiego.
Por ello, puede que lo más oportuno sea no añadir más palabras e invitarte a que tú mismo escuches la Palabra de Dios. Callar, hacer silencio en el desierto concreto de tu vida para poder escuchar al que es la Palabra. Y hacer hoy, ahora, lo mismo que hicieron aquellas cuatro mil personas: escuchar a Jesús, obedecer lo que te diga, sentarte, ¡eso! ¡siéntate un rato! ¡párate un poco! Busca un tiempo en medio de tu ajetreado día, espera, y Él, a su manera, hará el milagro. Recibe lo que te dé, acógelo, deja que te sirva, que te ame y… ¡comerás hasta saciarte!