Es que Herodes había mandado prender a Juan y lo había metido en la cárcel encadenado.
El motivo era que Herodes se había casado con Herodías, mujer de su hermano Filipo, y Juan le decía que no le era lícito tener a la mujer de su hermano.
Herodías aborrecía a Juan y quería matarlo, pero no podía, porque Herodes respetaba a Juan, sabiendo que era un hombre justo y santo, y lo defendía. Al escucharlo quedaba muy perplejo, aunque lo oía con gusto.
La ocasión llegó cuando Herodes, por su cumpleaños, dio un banquete a sus magnates, a sus oficiales y a la gente principal de Galilea.
El rey se puso muy triste; pero por el juramento y los convidados no quiso desairarla. Enseguida le mandó a uno de su guardia que trajese la cabeza de Juan. Fue, lo decapitó en la cárcel, trajo la cabeza en una bandeja y se la entregó a la joven; la joven se la entregó a su madre.
Al enterarse sus discípulos fueron a recoger el cadáver y lo pusieron en un sepulcro.
Es palabra del Señor
REFLEXION
La fama de Jesús, basándose en su vida y predicación, había empezado a extenderse y había distintas opiniones sobre él. Que si era Juan Bautista, Elías, uno de los profetas antiguos…
El rey Herodes, a pesar de que apreciaba a Juan, hostigado por Herodías, que estaba muy en contra de Juan, que la reprochaba su unión con la mujer de su hermano, acabó dando muerte a Juan Bautista.
Nunca los cristianos de cualquier época debemos emplear nuestros recursos para ir en contra del evangelio, que es el mejor camino para vivir nuestra vida.