11/2/25

EVANGELIO MIERCOLES 12-'2-2025 SAN MARCOS 7, 14-23 V SEMANA DEL TIEMPO ORDINARIO

 





En aquel tiempo, llamó Jesús de nuevo a la gente y les dijo:
«Escuchad y entended todos: nada que entre de fuera puede hacer al hombre impuro; lo que sale de dentro es lo que hace impuro al hombre».

Cuando dejó a la gente y entró en casa, le pidieron sus discípulos que les explicara la parábola.

Él les dijo:
«¿También vosotros seguís sin entender? ¿No comprendéis? Nada que entre de fuera puede hacer impuro al hombre, porque no entra en el corazón sino en el vientre y se echa en la letrina».

(Con esto declaraba puros todos los alimentos). Y siguió:
«Lo que sale de dentro del hombre, eso sí hace impuro al hombre. Porque de dentro, del corazón del hombre, salen los pensamientos perversos, las fornicaciones, robos, homicidios, adulterios, codicias, malicias, fraudes, desenfreno, envidia, difamación, orgullo, frivolidad. Todas esas maldades salen de dentro y hacen al hombre impuro».

                             Es palabra del Señor

REFLEXION

Esta es la raíz de la cuestión: nada que entre de fuera en el hombre puede hacerlo impuro. El humano ha confundido con bastante frecuencia el rito, que acerca y santifica, con un feroz ritualismo, esclavo de la letra, que sigue sin abrir los ojos, sin mirar qué es lo que a Dios agrada.

La lección del evangelio de hoy es bastante clara: no es la literalidad de las prohibiciones sobre comidas puras o impuras, sino lo que el corazón del hombre siente y practica. Es evidente que lo que entra por la boca acaba inexorablemente en la letrina sin que su impureza pueda manchar nuestro espíritu. No así los sentimientos que alejan el amor al prójimo de nuestra vida. Esforcémonos por hacer de nuestras actuaciones solamente aquello que beneficia al prójimo, porque eso es lo más importante. Nadie puede hacer daño a aquello que ama y, si atendemos a los ejemplos que Jesús nos pone parece claro y evidente que malo, y que hace malo al hombre, solo son aquellas acciones, u omisiones, que dañan al hermano.

La ley hay que cumplirla porque es el camino que nos lleva a la perfección humana. Una actitud farisaica nos empuja al cumplimiento de la norma solamente “porque es la norma” el ritualismo ciego nos lleva a abandonar lo bueno, lo divino que la ley tiene, que siempre está teñido con los colores del amor. Si el amor no está presente en los preceptos, hay que dudar que vengan de Dios.

Sigamos el rito, que nos llevará a la perfección, pero huyamos del esterilizante ritualismo que no nos llevará a Dios, sino que nos conducirá el error, porque en el ritualismo no está el amor, sino una actitud farisaica, seguramente exigente e inflexible, con apariencia de ser lo bueno. Recordemos que el sábado se hizo para el hombre, no el hombre para el sábado.

No nos dejemos engañar.

D. Félix García O.P.
Fraternidad de Laicos Dominicos de Viveiro (Lugo)