¡Poneos en camino! Mirad que os mando como corderos en medio de lobos. No llevéis bolsa, ni alforja, ni sandalias; y no saludéis a nadie por el camino.
Cuando entréis en una casa, decid primero: “Paz a esta casa.” Y, si allí hay gente de paz, descansará sobre ellos vuestra paz; si no, volverá a vosotros.
Quedaos en la misma casa, comiendo y bebiendo de lo que tengan, porque el obrero merece su salario.
No andéis cambiando de casa.
Si entráis en una ciudad y os reciben, comed lo que os pongan, curad a los enfermos que haya, en ella y decidles: “El reino de Dios ha llegado a vosotros”».
Es palabra del Señor
REFLEXION
Jesús no se conforma con elegir a doce de sus amigos para que le acompañen en su predicación. Elige igualmente a “otros setenta y dos y les mandó por delante, de dos en dos, a todos los pueblos y lugares adonde pensaba ir él”, porque es consciente de que “la mies es abundante y los obreros pocos”.
Es sorprendente los detalles que el Señor da a sus enviados en la misión que les encomienda en este fragmento evangélico. No deben llevar ni talega, ni alforja, ni sandalias, ni deben saludar a nadie por el camino, deben desear la paz a la casa que los reciban. También les pide que no anden cambiando de casa, que coman lo que les pongan y que curen a los enfermos que allí haya. Lo importante, más allá de todos estos detalles, es que les anuncien su buena noticia: “está cerca de vosotros el reino de Dios”.