En aquel tiempo, Jesús y sus discípulos llegaron a Betsaida.
Y le trajeron a un ciego pidiéndole que lo tocase.
Le puso otra vez las manos en los ojos; el hombre miró: estaba curado y veía todo con claridad.
Jesús lo mandó a casa diciéndole que no entrase en la aldea.
Es palabra del Señor
REFLEXION
Nos encontramos con una nueva curación realizada por Jesús, un signo más de su unión con el Padre y de la misericordia que su corazón derrama sobre el que sufre. En este caso el poder de Dios se nos manifiesta en la figura de un ciego. De su encuentro con Cristo saldrá sanado, y seguramente fortalecido en su fe. Ha sido un encuentro personal, íntimo (Jesús se lo llevó aparte) y a partir de ese momento el ciego es un hombre nuevo.
El ciego no vino solo: “se lo trajeron pidiendo que lo tocase”. Alguien intercedió por él alguien que conocía la fama de Jesús y que confiaba en que podría ayudarle. Tal vez aquel hombre no sabía quién era el Maestro, pero hubo quien se preocupó en presentárselo, en hablarle de Él, con el convencimiento de que su vida iba a cambiar para bien. ¿Te das cuenta de la importancia que tiene presentar a Cristo a los demás? Puede que no seamos conscientes de que nuestra amistad con Él puede hacer mucho bien a los que nos rodean. Sería muy egoísta por nuestra parte guardarnos para nosotros el tesoro de nuestro corazón, la fortuna de nuestra fe, el sabernos hijos de Dios y no compartirlo. Nuestra oración no debe ser solo para nosotros, debe ser para todos. La generosidad del ser humano se basa en no quedarnos para nosotros mismos los bienes que recibimos, y el bien más preciado es Cristo Jesús.
Hoy celebramos al dominico San Álvaro de Córdoba. Él estuvo en Tierra Santa y conoció los lugares de la Pasión de Cristo. Al regresar quiso compartir su experiencia con todos e ideó el Via Crucis como forma de oración, reproduciendo en los alrededores de su convento la Vía Dolorosa mediante pequeñas capillas, para que todos pudieran revivir lo que él experimentó en Jerusalén. Practicó la Caridad en todas sus formas. Pues a imitación de San Álvaro, y de los que acercaron al ciego a Jesús, seamos generosos y hablemos del Evangelio a nuestros hermanos cercanos y pidamos confiadamente por ellos a Cristo, el Maestro Bueno.