7/2/25

EVANGELIO SABADO 08-02-2036 SAN MARCOS 6, 30-34 IV SEMANA DEL TIEMPO OORDINARIO

 





En aquel tiempo, los apóstoles volvieron a reunirse con Jesús, y le contaron todo lo que habían hecho y enseñado.

Él les dijo:
«Venid vosotros a solas a un lugar desierto a descansar un poco».

Porque eran tantos los que iban y venían, que no encontraban tiempo ni para comer.

Se fueron en barca a solas a un lugar desierto.

Muchos los vieron marcharse y los reconocieron; entonces de todas las aldeas fueron corriendo por tierra a aquel sitio y se les adelantaron. Al desembarcar, Jesús vio una multitud y se compadeció de ella, porque andaban como ovejas que no tienen pastor; y se puso a enseñarles muchas cosas.

                       Es palabra del Señor

REFLEXION

En este relato del evangelio, es fundamental el primer verbo que encontramos “volvieron a reunirse con Jesús”, cabría preguntarse ¿por qué volvieron? Mas allá de que volvieran a contarle al amigo y maestro lo bien que les había resultado su predicación, volvieron porque eran conscientes de que la fuerza les venía de la confianza en Jesús.

Volver no es retroceder sino avanzar desde el punto central de nuestra historia, que para un cristiano siempre será Jesús. Estamos llamados a volver a Él, como los polos de un imán que se atraen irresistiblemente, necesitamos desde el ajetreo diario, volver desde lo profundo del corazón hacia Él y hablarle de nuestras heridas, de nuestras esperanzas, nuestros miedos, porque volver no es mirar atrás sino entender que, en el camino de nuestra vida, “Alguien confió en nosotros” y nos espera hasta la eternidad para que nos gocemos en El.

Jesús invita a los apóstoles a un lugar tranquilo “como el Amigo que se goza con la alegría del amigo”. Volver es entender que su presencia nos acompaña siempre, porque El siempre está, como dice el Papa Francisco en la exhortación sobre el llamado a la santidad en el mundo actual nº 42:

“Él está misteriosamente en la vida de toda persona, está en la vida de cada uno como él quiere, y no podemos negarlo con nuestras supuestas certezas. Aun cuando la existencia de alguien haya sido un desastre, aun cuando lo veamos destruido por los vicios o las adicciones, Dios está en su vida”.

Desembarcar y encontrarse con ese gentío, ¡qué gran sorpresa! Es imposible volverse al Señor y no descubrir la sed y el hambre que tiene el ser humano de amor y compasión. Estamos invitados a ver la historia desde esa vuelta continua al Señor, solo entonces la historia será historia de salvación. Volver al Señor nos hace sentir vivos y útiles, no desde la grandeza sino desde la entrega y la generosidad.

Sor Mª Ángeles Martínez, OP
Monasterio Inmaculada de Atacama, Copiapó – Chile