Ahora yo te digo: Tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y el poder del infierno no la derrotará.
Te daré las llaves del reino de los cielos; lo que ates en la tierra quedará atado en los cielos, y lo que desates en la tierra quedará desatado en los cielos».
Es palabra del Señor
REFLEXION
El Evangelio de la fiesta de hoy recoge la profesión de fe de Pedro: “Tú eres el Mesías. El Hijo de Dios vivo”, la cual arranca de labios de Jesús una bienaventuranza para Pedro y una promesa para la Iglesia fundada sobre esa profesión de fe: “el poder del infierno no la derrotará”. Ambas cosas son importantes y hemos de tenerlas siempre presentes.
El momento histórico en el que vivimos se caracteriza, entre otras muchas cosas, por el todo vale y todos somos iguales. Esto puede ser muy peligroso porque se va colando, como el humo por las ventanas, al final todo se vuelve confuso y nos introduce en una vorágine de la que se hace difícil escapar.
Jesús, en Quien creemos los cristianos, es el Hijo de Dios vivo y fuera de Él no hay salvación. Por eso no podemos dejarnos arrastrar por doctrinas falsas y engañosas, que se presentan como muy espirituales, pero que están muy distantes de la verdad del Evangelio y de la doctrina de la Iglesia.
La Iglesia, como dijo Benedicto XVI, en algunos momentos: “nos parece una barca a punto de hundirse, que hace aguas por todas partes”. La acechan persecuciones por dentro y por fuera, los vientos contrarios la agitan, el avance imparable de la secularización, los escándalos que la salpican... Pero la promesa del Señor, que se nos recuerda en la fiesta de hoy, nos debe llenar de confianza y afianzar nuestra fe en que la Iglesia es santa y que el poder del infierno no la va a derrotar porque la sostiene el Señor.
Y nosotros unidos a Pedro y a su Iglesia también podremos vencer las acechanzas del demonio.