7/9/23

08 DE SEPTIEMBRE : NATIVIDAD DE LA VIRGEN MARIA

 





La Iglesia celebra hoy la Natividad de la gloriosa Virgen María, cuya vida incomparable ilumina toda la Iglesia. Natividad de Santa María Virgen, de la descendencia de Abraham, de la tribu de Judá, del real linaje de David... Llamada apremiante a sumarnos al gozo de la fiesta. Con alma y corazón cantamos la gloria de Cristo en esta sagrada solemnidad de la excelsa Madre de Dios, María, a nuestros hermanos de todo el mundo y, siguiendo la liturgia, contemplemos a María brillando en la Iglesia e invitándonos a confiar en su poderosa intercesión ante Dios.

Alegría, confianza, ofrecimiento

Tres sentimientos llenan hoy nuestro corazón: Tres sentimientos que llenan de amor el alma de un creyente al contemplar el nacimiento de María. Fiesta de familia... Hay que acercarse a felicitarla, y... a felicitarnos todos con ella. Es día de regocijo íntimo. Los viejos cristianos de Roma, siguiendo la costumbre de sus hermanos primeros cristianos del Oriente, encendían antorchas, marchaban en procesión presididos por el papa, a la iglesia de Santa María la Mayor, mientras cantaban letanías suplicantes rebosando cariño y amor de hijos.

«Tu natividad, Virgen Madre de Dios, es anuncio de gozo para el universo mundo», canta la Iglesia. Alegría ecuménica, universal. Gozo para la tierra. Nuestra redención alborea. Pronto nacerá el Salvador. Clarea el día. Ha pasado la noche del pecado. Amanece... Una Virgen nace con promesa infalible de redención y vida para el mundo. «Dichosa eres Santa Virgen María y muy digna de alabanza. De ti ha salido el sol de justicia, Cristo nuestro Dios», corearemos con emoción en el aleluya de la misa. Sí, tú eres la aurora que anuncia el sol: Cristo Jesús derrotará nuestra muerte y nos regalará la vida para siempre.

También se alegran los cielos. Con María, la tierra empezó a parecer hermosa a sus moradores. Dios no tenía dónde fijar su mirada. Tinieblas de pecado envolvían al mundo. Pero ahora brilla una estrella luminosa. Es María recién nacida. Un alma enteramente intacta, limpia, inmaculada... Y la mirada de las tres divinas personas se complace por primera vez al mirar la tierra. Momento inefable. Algo insólito. La fragancia de una ofrenda, el sacrificio de un corazón enamorado de Dios, subía por primera vez desde el mundo. Padre, Hijo, Espíritu Santo, con amor indecible, contemplan y miran a esa niña, bendita ya entre todas las mujeres... Y se deleitan y extasían... Me enseñan a mirarla, a quererla, a gozarme de su nacimiento, que me anuncia una vida nueva que nunca pasará. Jesucristo, vida divina, que se encerrará en sus entrañas purísimas para nacer un día en este valle de lágrimas. Al salir de su seno virginal «no marchitó la integridad de su madre, sino que la santificó», proclama la Iglesia en la liturgia de esta fiesta.

El día en que le impusieron el escapulario, decía un militante obrero francés: «No sé cómo explicar la alegría que siento al venme por completo bajo la protección de María». ¡Qué seguridad para un bautizado sentirse por entero bajo el cariño de la Virgen! Nace en ese sacramento para ser hermano de Cristo, Primogénito de una multitud de hermanos (Rom 8, 29), y ser hijo de la Virgen. Es el gozo que sintió Dante al llegar al paraíso y detenerse a contemplar a María. «Vi en ella tanta alegría -escribe- que la derramaba a todos los santos espíritus creados para vivir en esas alturas». La liturgia nos invita a saltar de júbilo. «Se alegre tu Iglesia, Señor, y se goce en la natividad de la Virgen María, que fue para el mundo esperanza y aurora de salvación». (orac. com.).

La Iglesia contempla gozosa a la Virgen

Felicidad y gozo en «olvido deleitoso de sí y de todas cosas» (Juan de la Cruz). ¡Madre querida! Quiero imitarte en el aniversario de tu nacimiento. Nacer para Dios. Vivir sólo para el amor. Me faltan fuerzas para desaparecer, ocultarme en olvido perfecto de gustos, criterios, afectos. Tú me lo alcanzarás. Quiero encontrarme contigo, quiero abrazarte en este día.

La mirada de Dios Padre descansa amorosa en esa niña que acaba de nacer. Enamoraba su corazón de Padre. ¡Le deleita tanto mirarla...! No dejará de hacerlo ni un instante, hasta que se la lleve con él... ¡Le gustaba tanto todo lo que hacía! Escudriñaba, sobre todo, el amor que ardía en su corazón inmaculado. EI deseo de agradarle siempre y de complacerle en los más insignificantes detalles...

Ella va a ser esposa y madre del Verbo. Virgen de vírgenes, será para todos modelo de intimidad con Cristo, de fidelidad al esposo querido. «La Iglesia contempla gozosa a la Virgen como purísima imagen de lo que ella misma, toda entera, ansía y espera ser», enseña el Vaticano II en la constitución de la Sagrada Liturgia.

La Iglesia pide a Dios en la oración colecta de hoy:

«Concede, Señor, a tus hijos el don de tu gracia. Así, cuantos recibimos las primicias de la salvación por la maternidad de la Virgen María, conseguiremos aumento de paz en la fiesta de su natividad».

Aumento de serenidad que nos haga gozar de intimidad en dulce coloquio con ella y nos haga olvidar lo caduco. El amor hacia ella nos llevará a prescindir de todo. «Tu carta me llegó -escribía San Bernardo a su amigo Guillermo de Saint-Thierry- en la mañana de la Natividad de la Virgen. Pero el amor que siento por ella me absorbió de tal forma, que no me dejó lugar a pensar en otra cosa». Este día glorioso está lleno de María. Y también llena la Virgen la vida de sus hijos.

Tomás Morales, S.J.

Texto tomado de: Martínez Puche, José A. (director),

EVANGELIO VIERNES 08-09-2023 SAN MATEO 1, 1-16, 18-23 XXII SEMANA DEL TIEMPO ORDINARIO

 





La generación de Jesucristo fue de esta manera:
María, su madre, estaba desposada con José y, antes de vivir juntos, resultó que ella esperaba un hijo por obra del Espíritu Santo.

José, su esposo, que era justo y no quería difamarla, decidió repudiarla en privado. Pero, apenas había tomado esta resolución, se le apareció en sueños un ángel del Señor que le dijo:
«José, hijo de David, no temas acoger a María, tu mujer, porque la criatura que hay en ella viene del Espíritu Santo. Dará a luz un hijo y tú le pondrás por nombre Jesús, porque él salvará a su pueblo de los pecados».

Todo esto sucedió para que se cumpliese lo que había dicho el Señor por medio del profeta:
«Mirad: la Virgen concebirá y dará a luz un hijo y le pondrá por nombre Enmanuel, que significa “Dios-con-nosotros”».

                                               Es palabra de Dios

REFLEXION

La genealogía de Cristo tal como nos la presenta San Mateo es, sin duda, una construcción teológica, pero anclada fuertemente en la historia de Israel desde Abraham a Jesús. Lo importante no es tanto que estén o no todos los nombres de los antepasados -incluidas cuatro mujeres- sino que, a través de los tres grupos de catorce (dos veces siete, el número perfecto, de Dios), sino lo que significa el Acontecimiento: Jesús nace en una historia concreta donde hay personas muy buenas y otras pecadoras o con reputación dudosa… La Promesa que Dios ha hecho a Abraham se cumple finalmente y lo hace a través no de José (el último varón de la lista) sino de su esposa María.

La figura de la Santísima Virgen es crucial en la Historia de Salvación, pues desde antes de su nacimiento Dios piensa en ella y la elige entre todas las mujeres para ser la madre de Jesús. En ella llega a plenitud la Promesa. En ella, Dios se hace íntimamente presente en la vida de los hombres. Se hace, se va formando en las entrañas de una mujer, uno de nosotros. Dios había predestinado, como nos dice San Pablo, a Nuestra Señora para este acontecimiento… pero pidió su sí libremente.

Pero la historia y el sí de María son también las de todos y cada uno de nosotros. Porque Dios, por amor y en el amor, nos llama a cada uno, nos otorga la gracia de la Salvación, nos acompaña con su Espíritu, pero también, continuamente, nos pide el Sí desde la libertad, una libertad llena de amor y buscando nuestro bien y el de quienes nos acompañan en la vida.

Que en esta fiesta de Nuestra Señora, Ella, como en las Bodas de Caná, interceda por nosotros en el Camino de la Salvación al que somos llamados por Dios.

D. Carlos José Romero Mensaque, O.P.
Fraternidad “Amigos de Dios” de Bormujos (Sevilla)

6/9/23

EVANGELIO JUEVES 07-09-2023 SAN LUCAS 5, 1-11 XXII SEMANA DEL TIEMPO ORDINARIO

 





En aquel tiempo, la gente se agolpaba en torno a Jesús para oír la palabra de Dios. Estando él de pie junto al lago de Genesaret, vio dos barcas que estaban en ¡a orilla; los pescadores, que habían desembarcado, estaban lavando las redes. Subiendo a una de las barcas, que era la de Simón, le pidió que la apartara un poco de tierra. Desde la barca, sentado, enseñaba a la gente.

Cuando acabó de hablar, dijo a Simón:
«Rema mar adentro, y echad vuestras redes para la pesca».

Respondió Simón y dijo:
«Maestro, hemos estado bregando toda la noche y no hemos recogido nada; pero, por tu palabra, echaré las redes».

Y, puestos a la obra, hicieron una redada tan grande de peces que las redes comenzaban a reventarse. Entonces hicieron señas a los compañeros, que estaban en la otra barca, para que vinieran a echarles una mano. Vinieron y llenaron las dos barcas, hasta el punto de que casi se hundían. Al ver esto, Simón

Pedro se echó a los pies de Jesús diciendo:
«Señor, apártate de mí, que soy un hombre pecador».
Y es que el estupor se había apoderado de él y de los que estaban con él, por la redada de peces que habían recogido; y lo mismo les pasaba a Santiago y Juan, hijos de Zebedeo, que eran compañeros de Simón.

Y Jesús dijo a Simón:
«No temas; desde ahora serás pescador de hombres».

Entonces sacaron las barcas a tierra y, dejándolo todo, lo siguieron.

                                           Es palabra de Dios

REFLEXION

Hoy como ayer las personas buscamos experiencias que nos ayuden a orientarnos, a asumir los desafíos que la realidad pone frente a nosotros.

El evangelio de hoy es una invitación a la confianza. Nos presenta a Jesús en medio de la vida de la gente. Jesús tiene una palabra que quiere compartir. Esa palabra de vida se vuelve propuesta de acción en el pedido a Pedro de entrar mar adentro.

Frente a la lógica de la posibilidad Jesús propone la audacia de la confianza en su palabra.

Para Lucas la pesca es símbolo de la vida y acción de la Iglesia. En este mar de la realidad en que vivimos el Señor nos alienta a “remar mar adentro”. Renovando nuestra confianza. Pero como nos recordaba el Papa Francisco en las Jornada Mundial de la Juventud: «Para echar nuevamente las redes al mar, es necesario dejar la orilla de las desilusiones y del inmovilismo, tomar distancia de esa tristeza dulzona y de ese cinismo irónico que nos asaltan frente a las dificultades. Es necesario hacerlo para pasar del derrotismo a la fe, como Simón que, aun habiendo trabajado en vano toda la noche, afirmó: Si tú lo dices, echaré las redes.»

La respuesta de aquellos pescadores les cambio la vida y la forma de afrontar los desafíos. Que también nosotros nos dejemos renovar y alentar por la propuesta del Señor.

Fray Edgardo César Quintana O.P.
Casa Stmo. Cristo de la Victoria (Vigo)

5/9/23

EVANGELIO MIERCOLES 06-09-2023 SAN LUCAS 4, 38-44 XXII SEMANA DEL TIEMPO ORDINARIO

 





En aquel tiempo, al salir Jesús de la sinagoga, entró en la casa de Simón.

La suegra de Simón estaba con fiebre muy alta y le rogaron por ella.
El, inclinándose sobre ella, increpó a la fiebre, y se le pasó; ella, levantándose enseguida, se puso a servirles.
Al ponerse el sol, todos cuantos tenían enfermos con diversas dolencias se los llevaban, y él, imponiendo las manos sobre cada uno, los iba curando.

De muchos de ellos salían también demonios, que gritaban y decían:
«Tú eres el Hijo de Dios».

Los increpaba y no les dejaba hablar, porque sabían que él era el Mesías.
Al hacerse de día, salió y se fue a un lugar desierto. La gente lo andaba buscando y, llegando donde estaba, intentaban retenerlo para que no se separara de ellos.

Pero él les dijo:
«Es necesario que proclame el reino de Dios también a las otras ciudades, pues para esto he sido enviado».

Y predicaba en las sinagogas de Judea.

                             Es palabra de Dios

REFLEXION

El texto evangélico que escuchamos hoy se encuentra al comienzo del evangelio de Lucas, justo cuando Jesús ha comenzado su vida pública. Tras una experiencia de rechazo en su pueblo de Nazaret, marchó a Cafarnaún, donde estuvo algún tiempo, pues el texto nos dice que los sábados enseñaba en la sinagoga, provocando un enorme asombro por la autoridad de sus palabras, capaces de expulsar demonios.

Le vemos también en casa de Simón curando a su suegra de una fiebre muy alta que la tenía postrada. Pero hay mucho más: los que tenían enfermos con las dolencias más diversas se los llevaban, y él poniendo las manos sobre cada uno de ellos los curaba. La redacción nos permite pensar que eso no fue cosa de un día, que la actividad de Jesús en aquel momento incluía curar, sanar, salvar… a todos los que acudían a él. Porque así se expresaba la voluntad de Dios hacia todos sus hijos, porque lo que buscaba era el bien para todos. Sin condiciones. Ni siquiera parece necesario que la persona tome la decisión, bastaba con que alguien lo acercara a Jesús para recibir su bendición sanadora…

Dios no mercadea ni negocia con nosotros, simplemente nos sana porque nos quiere bien. No caigamos en el error de pensar que curó a la suegra de Pedro para que pudiera servirles, no. El objetivo es curar. Lo que ocurre es que, cuando alguien se sabe y se siente curado por ese amor incondicional de Dios, se siente también capacitado e impulsado a vivir al estilo de Jesús, que nos muestra que el sentido de una existencia plena está íntimamente vinculado con el servicio.

Con todas las lagunas, las torpezas y las caídas propias de nuestra fragilidad, pero con la certeza y la confianza que nos dan su palabra y su vida.

Hna. Gotzone Mezo Aranzibia O.P.
Congregación Romana de Santo Domingo

4/9/23

EVANGELIO MARTES 05-09-2023 SAN LUCAS 4, 31-37 XXII SEMANA DEL TIEMPO ORDINARIO

 





En aquel tiempo, Jesús bajó a Cafarnaún, ciudad de Galilea, y los sábados les enseñaba.
Se quedaban asombrados de su enseñanza, porque su palabra estaba llena de autoridad.

Había en la sinagoga un hombre poseído por un espíritu de demonio inmundo y se puso a gritar con fuerte voz:
¡Basta! ¿Qué tenemos que ver nosotros contigo, Jesús Nazareno? ¿Has venido a acabar con nosotros? Sé quién eres: el Santo de Dios».

Pero Jesús le increpó diciendo:
«¡Cállate y sal de él!»

Entonces el demonio, tirando al hombre por tierra en medio de la gente, salió sin hacerle daño.

Quedaron todos asombrados y comentaban entre sí:
«¿Qué clase de palabra es esta? Pues da órdenes con autoridad y poder a los espíritus inmundos, y salen».

Y su fama se difundía por todos los lugares de la comarca.

                                          Es palabra de Dios

REFLEXION

“Su palabra estaba llena de autoridad”, así lo reconocían quienes escuchaban las enseñanzas del Señor en las sinagogas o por los caminos, pueblos y ciudades que recorría. Hoy nuestro mundo está lleno de palabras, de ruidos, de promesas falsas, engañosas, embaucadoras…. Ante tal avalancha  de palabrería barata, ¿somos los creyentes capaces de crear un  espacio interior en nuestra vida para escuchar y percibir la Palabra de Dios?, más aún, ¿tenemos experiencia  del poder sanador y liberador de las palabras, obras y enseñanzas de Jesús que generosamente cada día se nos proclama en la Mesa de la Eucaristía, en la celebración de la  Liturgia de las Horas y de la que también podemos alimentarnos con la lectio divina personal, comunitaria o en grupo para no solo escucharla o leerla, sino interiorizarla, saborearla, meditarla, orarla?

Es conveniente que nos preguntemos: ¿Qué valor doy en mi vida a la Palabra de Dios, qué atención le pongo?, ¿qué tiempo le dedico?, ¿guía ella mis pasos? La palabra del Señor viene a iluminarnos, a mostrarnos el camino, a quitarnos los miedos, los complejos, las cobardías, los apegos malsanos, todo tipo de enfermedades que no hacen sino esclavizarnos y aprisionar nuestra mente y nuestro corazón impidiendo que nos movamos y actuemos con libertad de espíritu.

Ante el desprecio del maligno a Jesús cuando le dice: ¿Qué tenemos que ver nosotros contigo, Jesús Nazareno? ¿Has venido a acabar con nosotros? Podemos responder sin miedo a equivocarnos que Dios sí quiere ver con nosotros, a Dios sí que le interesa el ser humano, tanto que quiso hacerse uno como nosotros haciéndose Hombre en el vientre virginal de una joven mujer, María. Él no vino a destruirnos sino a darnos la plenitud, a mostrarnos la senda que conduce a la Vida, no vino ni viene a quitarnos nada, sino a darnos y a dársenos del todo…

Cuando oigamos otro tipo de voces que tratan de confundir y destruir al ser humano e ignorar la dimensión transcendente y espiritual que nos han regalado, seamos valientes y con Jesús digamos “cállate y sal”, no prestemos atención, porque el Señor no nos ha dado un espíritu cobarde, sino un espíritu de energía, amor y buen juicio.

Sor Inmaculada Ocaña Gutiérrez
Monasterio Santo Domingo de Guzmán (Zaragoza)

3/9/23

EVANGELIO LUNES 04-09-2023 SAN LUCAS 4, 16-30 XXII SEMANA DEL TIEMPO ORDINARIO

 





En aquel tiempo, Jesús fue a Nazaret, donde se había criado, entró en la sinagoga, como era su costumbre los sábados, y se puso en pie para hacer la lectura. Le entregaron el rollo del profeta Isaías y, desenrollándolo, encontró el pasaje donde estaba escrito:
«El Espíritu del Señor está sobre mí, porque él me ha ungido. Me ha enviado a evangelizar a los pobres, a proclamar a los cautivos la libertad, y a los ciegos, la vista; a poner en libertad a los oprimidos; a proclamar el año de gracia del Señor».

Y, enrollando el rollo y devolviéndolo al que lo ayudaba, se sentó. Toda la sinagoga tenía los ojos clavados en él.

Y él comenzó a decirles:
«Hoy se ha cumplido esta Escritura que acabáis de oír».

Y todos le expresaban su aprobación y se admiraban de las palabras de gracia que salían de su boca.
Y decían:
«¿No es el hijo de José?».

Pero Jesús les dijo:
«Sin duda me diréis aquel refrán: “Médico, cúrate a ti mismo”, haz también aquí, en tu pueblo, lo que hemos oído que has hecho en Cafarnaún».

Y añadió:
«En verdad os digo que ningún profeta es aceptado en su pueblo. Puedo aseguraros que en Israel había muchas viudas en los días de Elías, cuando estuvo cerrado el cielo tres años y seis meses y hubo una gran hambre en todo el país; sin embargo, a ninguna de ellas fue enviado Elías sino a una viuda de Sarepta, en el territorio de Sidón. Y muchos leprosos había en Israel en tiempos del profeta Eliseo, sin embargo, ninguno de ellos fue curado sino Naamán y el sirio».

Al oír esto, todos en la sinagoga se pusieron furiosos y, levantándose, lo echaron fuera del pueblo y lo llevaron hasta un precipicio del monte sobre el que estaba edificado su pueblo, con intención de despeñarlo. Pero Jesús se abrió paso entre ellos y seguía su camino.

                                               Es palabra de Dios

REFLEXION

El evangelio de hoy nos presenta Jesús hablando, predicando en la sinagoga de Nazaret, el pueblo donde se había criado. Hace la lectura de un texto del profeta Isaías. En el que se dice que el Espíritu del Señor está sobre él y le ha enviado a dar la buena noticias a los pobres, a los cautivos, a los oprimidos. Al acabar ese texto de Isaías, Jesús ante el asombro e sus oyentes y vecinos, dice que se cumple en él. Es su misión para la que ha venido hasta nosotros.

En un primer momento sus oyentes  “le expresan su aprobación y se admiraban de las palabras de gracia que salía de sus labios”. Pero, en un segundo momento, principalmente cuando Jesús les recuerda ciertos episodios históricos donde los beneficiados de la acción de Dios no son judíos, “se pusieron furiosos”, y le llevan fuera del pueblo con intención de despeñarlo. Pero Jesús “se abrió paso entre ellos y se alejaba”.

En este fragmento, con todas las particulares de los vecinos de Jesús, vemos la que va a ser la trayectoria de Jesús a lo largo de su predicación. Unos van a acoger sus palabras como cargadas de sentido, de vida y de salvación…. Y otros las van a  rechazar… hasta culminar en el rechazo último en un juicio injusto que le llevó a morir en lo alto de una cruz.

Estas dos posturas, de aceptación y de rechazo, se siguen produciendo en nuestros días. Pidamos a Jesús que nos siga concediendo la gracia de aceptarle como nuestro salvador que nos regala palabras de vida y de vida eterna.

Fray Manuel Santos Sánchez O.P.
Convento de Santo Domingo (Oviedo)

2/9/23

DOMINGO 03 DE SEPTIEMBRE : XXII DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO

 




En la primero y segunda lecturas de este domingo (XXII del T.O.),  aparecen un par de cuestiones que llaman la atención, por paradójicas, en nuestra realidad actual. La primera, en el libro de Jeremías, “un sí pero no,… sí”:  Jeremías se sabe seducido por Dios y a la vez se incomoda. Obrar desde el “engaño” de Dios ha significado mofa y burla para él, “sí pero no”. Sin embargo, la fuerza de Dios, el amor, todo lo puede. Jeremías, acepta su realidad, a pesar de las burlas, de las dificultades personales: Pero había en mi corazón algo así como fuego ardiente… Yo intentaba sofocarlo, y no podía (Jr 20, 9)

La fuerza del amor, la fuerza de la confianza, la fe. La realidad de Dios se da en el día a día y es razón de contradicciones en nuestra comprensión de Su voluntad. La presencia y acción de Dios en la vida del ser humano depende del vacío de intereses, seguridades, miedos, que dominan y esclavizan. Destacar estos dos términos a reflexionar: amor y confianza.

La segunda cuestión, en la carta a los Romanos. No os acomodéis al mundo presente, antes bien transformaos mediante la renovación de vuestra mente (Rm 12, 2). Renovar la mente… no acomodarse. Dejar de pensar desde los baremos e intereses muy humanos que se sustentan en el tener, poder, cantidad, fuerza. Pensar, inspirados por la Palabra de Dios, desde categorías más próximas a las de Dios-Padre que su Hijo nos muestra. No acomodarse, abiertos a la propia realidad que cada día puede sorprender.

Todo lo externo a uno es pregunta, es diálogo, la pregunta y la respuesta es camino, es avanzar. Pensar desde la mentalidad divina es aproximarse a Dios. Aproximarse a Dios se hace patente cuanto más próximos nos sabemos de los demás. No acomodarse, no conformarse… compartir, agradecer, amar.

Fr. José Luis Ruiz Aznarez OPConvento de Ntra. Sra. de Atocha (Madrid)

LECTURAS DOMINGO 03 DE SEPTIEMBRE : XXII DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO

 



Primera Lectura

Lectura del libro de Jeremías 20, 7-9

Me sedujiste, Señor, y me dejé seducir;
has sido más fuerte que yo y me has podido.
He sido a diario el hazmerreír,
todo el mundo se burlaba de mí.
Cuando hablo, tengo que gritar,
proclamar violencia y destrucción.
La palabra del Señor me ha servido
de oprobio y desprecio a diario.
Pensé en olvidarme del asunto y dije:
«No lo recordaré; no volveré a hablar en su nombre»;
pero había en mis entrañas como fuego,
algo ardiente encerrado en mis huesos.
Yo intentaba sofocarlo, y no podía.

                   Es palabra de Dios



Salmo

Sal 62, 2. 3-4. 5-6. 8-9 R/. Mi alma está sedienta de ti, Señor, Dios mío.

Oh, Dios, tú eres mi Dios,
por ti madrugo,
mi alma está sedienta de ti;
mi carne tiene ansia de ti,
como tierra reseca, agostada, sin agua. R/.

¡Cómo te contemplaba en el santuario
viendo tu fuerza y tu gloria!
Tu gracia vale más que la vida,
te alabarán mis labios. R/.

Toda mi vida te bendeciré
y alzaré las manos invocándote.
Me saciaré como de enjundia y de manteca,
y mis labios te alabarán jubilosos. R/.

Porque fuiste mi auxilio,
y a la sombra de tus alas canto con júbilo;
mi alma está unida a ti,
y tu diestra me sostiene. R/.



Segunda Lectura

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Romanos 12, 1-2

Os exhorto, hermanos, por la misericordia de Dios, a que presentéis vuestros cuerpos como sacrificio vivo, santo, agradable a Dios; este es vuestro culto espiritual.
Y no os amoldéis a este mundo, sino transformaos por la renovación de la mente, para que sepáis discernir cuál es la voluntad de Dios, qué es lo bueno, lo que le agrada, lo perfecto.

                             Es palabra de Dios

REFLEXION

Iª Lectura: Jeremías (20,7-9): la seducción de Dios

 La Iª Lectura de este domingo es la última y más famosa "confesión" del profeta Jeremías. Los textos de las «confesiones» son verdaderamente reveladores de unas experiencias proféticas que determinan la psicología del hombre de Dios, que escucha la palabra en su interior y no puede resistirse a callar (el conjunto de las mismas es éste: Jr 11,18-23; 12,1-5; 15,10-21; 17,14-18; 18,18-23; 20,10-13.14-18). ¿Son palabra de Dios o sedimentación de un diálogo radical entre el profeta y Dios? Mucho se ha discutido sobre ello. Pero en el texto de nuestra lectura aparece la actitud provocativa de Dios que no le deja al profeta posibilidad de elegir: como una mujer violada por el que es más fuerte. Uno de los verbos más famosos del lenguaje profético "seducir" (patáh) está presente en esta confesión, que en el fondo, es un canto de amor inigualable a la "palabra de Dios". El profeta, confiesa, que él se dejó seducir.

 ¿Es Dios un seductor de personas? No olvidemos que los seducidos son siempre enamorados, apasionados, fascinados. Todo esto sucede en la mente y en el corazón del profeta. En realidad, el profeta siente así a Dios: no puede resistirse. Pero por mucho que quisiera hablar de Dios, de su proyecto, de sus planes, el pueblo busca otros dioses y otros señores. En realidad es el profeta quien quiere seducir al pueblo con su Dios. El es el que lo tiene que vivir primeramente en su corazón y anunciarlo al pueblo; y no siempre es posible que lo entiendan y que lo acepten. La "palabra de Yahvé" lo ha herido, lo ha fecundado como a una madre y ya no puede olvidar el mensaje de Dios, el juicio radical, pero especialmente el amor que Dios tiene al pueblo.

 Jeremías analiza aquí las consecuencias de su vocación: el profeta no tiene esa vocación por capricho, porque le guste, sino porque Dios se lo pide. Y el mensaje del profeta, que tiene que ver mucho con su vocación, no agrada a los que buscan otros dioses y otros señores más caprichosos. Dios, que aparentemente calla, es como un fuego devorador que inunda todo su ser. Es, desde luego, una experiencia psicológica, pero intensamente espiritual. Y así se fragua verdaderamente la "pasión" del profeta. Está herido de amor, seducido y quiere que todos sientan lo que él siente; pero es imposible. Los otros no se dejan vencer por el amor divino: quieren otras cosas, otros dioses, otras inmediateces. Por ello, pues, no matemos a los profetas que nos son enviados.

IIª Lectura: Romanos (12,1-2):El discernimiento cristiano

 El apóstol Pablo, ahora, comienza lo que se llama la parte parenética (de praxis) de la carta a los Romanos, aquello que afecta al comportamiento de la vida cristiana, después de haber planteado a la comunidad de Roma la alta teología del la justificación, de la redención, de la gracia, del bautismo y de los dones espirituales. Esta exhortación se apoya en la misericordia de Dios (en este caso se usa el sustantivo oiktirmos), porque en toda la carta y especialmente en los cc. 9-11 se ha querido plantear la salvación de todos los hombres desde la misericordia divina. Dios no tiene otra razón para salvar a la humanidad que sus entrañas de misericordia. De la misma manera, las interpelaciones a la actuación cristiana están motivadas en que Dios ha sido y es misericordioso con nosotros.

 Pide, primeramente, que dediquemos nuestra vida a Dios como ofrenda y sacrificio: ese debe ser el verdadero culto. Pide discernimiento en medio de este mundo. El cristiano debe vivir en este mundo y debe amarlo, porque es obra de Dios; pero debe tener la capacidad de discernimiento, que es algo interior, para no acomodarse a este mundo en lo que podamos encontrar de perverso e inhumano. Debemos actuar siempre, pues, tratando de discernir la voluntad de Dios. Cada uno desde su oficio, desde su misión en la vida, tiene que elegir los compromisos cristianos que revelan la voluntad de Dios. Ese es el verdadero culto que califica como razonable (logikos).

 Se ha discutido mucho por qué Pablo ha usado este adjetivo, y no, en su caso, "espiritual" que sería más adecuado. Desde luego, el culto divino debe ser razonable, no ciego; ni puro sentimentalismo, ni demasiado estético: debe proceder de lo más valioso del hombre que es su inteligencia. Porque a veces los cultos, en el ámbito de lo religioso-popular, pueden tener mucho de irracional. El culto a Dios debe estar enraizado en una vida con sentido, hasta el punto de que eso es lo que debe transformar el mundo y la historia. Por tanto, el culto no aparece aquí simplemente como "adoración", ya que Dios no la necesita como la necesitan los "dioses" que no son nada. Pablo es sumamente razonable en su propuesta. El culto verdadero es hacer presente la voluntad de Dios, y la voluntad de Dios es la felicidad de la humanidad.

Fray Miguel de Burgos Núñez
(1944-2019)

EVANGELIO DOMINGO 03-09-2023 SAN MATEO 16, 21-27 XXII DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO

 





En aquel tiempo, comenzó Jesús a manifestar a sus discípulos que tenía que ir a Jerusalén y padecer allí mucho por parte de los ancianos, sumos sacerdotes y escribas, y que tenía que ser ejecutado y resucitar al tercer día.

Pedro se lo llevó aparte y se puso a increparlo:
«¡Lejos de ti tal cosa, Señor! Eso no puede pasarte».

Jesús se volvió y dijo a Pedro:
«Ponte detrás de mí, Satanás! Eres para mí piedra de tropiezo, porque tú piensas como los hombres, no como Dios».

Entonces dijo a los discípulos:
«Si alguno quiere venir en pos de mí, que se niegue a sí mismo, tome su cruz y me siga.

Porque quien quiera salvar su vida, la perderá; pero el que la pierda por mí, la encontrará.

¿Pues de qué le servirá a un hombre ganar el mundo entero, si pierde su alma? ¿O qué podrá dar para recobrarla?

Porque el Hijo del hombre vendrá, con la gloria de su Padre, entre sus ángeles, y entonces pagará a cada uno según su conducta.»

                              Es palabra de Dios

REFLEXION

 El evangelio de hoy, de Mateo, es la continuación de lo que se nos narraba el domingo pasado sobre la confesión de Pedro en Cesarea de Filipo. Las cosas cambian mucho desde aquella confesión de fe, aunque el texto del evangelio las presenta sin solución de continuidad. Jesús comienza a anunciar lo que le lleva a Jerusalén y la previsión de lo que allí ha de suceder, como le había sucedido a todos los profetas; como Jeremías, estaba decidido a proclamar la Palabra de Dios por encima de todas las cosas. Jesús ve claro, porque a un profeta como él no se le escapa nada, aunque la formulación de este anuncio de su pasión se haya formulado así, después de los acontecimientos.

 Pedro, como los otros discípulos, no estaba de acuerdo con Jesús, porque un Mesías no debía sufrir, según lo que siempre se había enseñado en las tradiciones judías; eso desmontaba su visión mesiánica. Entonces recibe de Jesús uno de los reproches más duros que hay en el evangelio: el Señor quiere decirle que tiene la misma mentalidad de los hombres, de la teología de siempre, pero no piensa como Dios. Y entonces Jesús mirando a los que le siguen les habla de la cruz, de nuestra propia cruz, la de nuestra vida, la de nuestras miserias, que debemos saber llevarla, como él lleva su cruz de ser profeta del Reino hasta las última consecuencias. No es una llamada al sufrimiento ciego, sino al seguimiento verdadero, el que da identidad a los que no se acomodan a los criterios de este mundo.

 Pedro quiere corregir al profeta con un mesianismo fácil, nacionalista, tradicional, religiosamente cómodo. Y Jesús le exige que se comporte como verdadero discípulo. La expresión "detrás -opísô- de mí, Satanás", (vendría a significa algo así como: “no estés detrás de mi como Satanás”) es decir, que no lleve la iniciativa de su vida. Es una expresión que se puede traducir con toda la energía de un rechazo: “¡Vete! y no vengas conmigo como si fueras Satanás”; “¡quítate de mi vista!”.Pero también ven algunos que el rechazo de Pedro “vete de mi vista” (hýpage: expresión semejante a la de las tentaciones Mt 4,10), estaría “compensado” en este texto con una invitación a ir detrás, a seguirle (el opísô moû). En la mentalidad de la época Satanás representa lo contrario del proyecto de Dios, el Reino, predicado por Jesús, que es, a su vez, causa de su vida y de su entrega.

 Jesús, en nombre de Dios, quiere llevar la iniciativa de su vida, de su entrega y caminar hasta Jerusalén. Y eso es lo que pide también a sus discípulos: seguirle y que tomen la iniciativa de su propia vida (el texto dice, con razón, "su cruz"). No es la cruz de Jesús la que hay que llevar, sino nuestra propia cruz. Jesús está decidido a llevar la “cruz” del Reino de Dios como causa liberadora para el mundo. Pedro, y todos nosotros, estamos invitados a asumir “nuestra cruz” en este proceso de identificación con la vida y la causa de Jesús. El reproche a Pedro, como si sus ideas fueran las de Satanás, se explicitan en la expresión dialéctica “las cosas de Dios versus las cosas de los hombres” (tà toû theoû allà tà tôn anthôpôn). Porque Pedro, al rechazar la “pasión” de quien consideraba el Mesías, estaba mostrando los mismos intereses nacionalistas de la religiosidad judía de la época (esas son las ideas de los hombres). La cruz de Jesús era llevar a cabo la voluntad de Dios con todas sus consecuencias (esas son las cosas de Dios en el texto).

 La identificación, en el texto, entre cruz y vida personal es indiscutible. La cruz es signo de lo ignominioso y de crueldad para los hombres. Pero desde una perspectiva de “martirio”, de radicalidad y de consecuencia de vida, la cruz es el signo de la libertad suprema. Lo fue para Jesús en su causa de Dios y de su Reino y los es para el cristiano en su opción evangélica y sus consecuencias de vida. Y muchas veces, nuestra vida, es una cruz, sin duda. Pero se ha de aseverar con firmeza que la vida cristiana no es estar llamados a "sacrificarse" tal como se entiende ordinariamente, sino a ser felices en nuestra propia vida, que es un don de Dios y como tal hay que aceptarla. Y si en esa vida no es oro todo lo que reluce, también hay que amarla y transformarla con decisión profética. No basta con afirmar que el discípulo está llamado a sacrificarse y martirizarse como ideal supremo, porque tampoco Jesús deseó y buscó su muerte en la cruz que le dieron, sino que le vino como consecuencia de una vida radicalmente de amor y de entrega a los demás. Pues de la misma manera deben ser sus discípulos. El ideal supremo es amar la vida como don de Dios y llevarla a plenitud. Pero por medio “está siempre Satanás” (expresión mítica, sin duda) que nos aleja del don de la vida verdadera.

Fray Miguel de Burgos Núñez
(1944-2019)

1/9/23

EVANGELIO SABADO 02-09-2023 SAN MATEO 25 14-30 XXI SEMANA DEL TIEMPO ORDINARIO

 





En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos esta parábola:
«Un hombre, al irse de viaje, llamó a sus siervos y los dejó al cargo de sus bienes: a uno le dejó cinco talentos, a otro dos, a otro uno, a cada cual según su capacidad;l uego se marchó.

El que recibió cinco talentos fue en seguida a negociar con ellos y ganó otros cinco. El que recibió dos hizo lo mismo y ganó otros dos. En cambio, el que recibió uno fue a hacer un hoyo en la tierra y escondió el dinero de su señor.

Al cabo de mucho tiempo viene el señor de aquellos siervos y se pone a ajustar las cuentas con ellos.
Se acercó el que había recibido cinco talentos y le presentó otros cinco, diciendo:
“Señor, cinco talentos me dejaste; mira, he ganado otros cinco”.

Su señor le dijo:
“¡Bien, siervo bueno y fiel!; como has sido fiel en lo poco, te daré un cargo importante; entra en el gozo de tu señor”.

Se acercó luego el que había recibido dos talentos y dijo:
“Señor, dos talentos me dejaste; mira, he ganado otros dos”.

Su señor le dijo:
“¡Bien, siervo bueno y fiel!; como has sido fiel en lo poco, te daré un cargo importante; entra en el gozo de tu señor”.

Se acercó el que había recibido un talento y dijo:
“Señor, sabia que eres exigente, que siegas donde no siembras y recoges donde no esparces, tuve miedo y fui a esconder tu talento bajo tierra. Aquí tienes lo tuyo”.

El señor le respondió:
“Eres un empleado negligente y holgazán. ¿Con que sabias que siego donde no siembro y recojo donde no esparzo? Pues debías haber puesto mi dinero en el banco, para que, al volver yo, pudiera recoger lo mío con los intereses. Quitadle el talento y dádselo al que tiene diez. Porque al que tiene se le dará y le sobrará, pero al que no tiene, se le quitará hasta lo que tiene. Y a ese empleado inútil echadle fuera, a las tinieblas; allí será el llanto y rechinar de dientes”».

                         Es palabra de Dios

REFLEXION

El texto es conocido. Y fácil de entender. Quisiera fijarme en lo que merece el aplauso del patrón de los empleados. Los que pusieron en actividad lo que llamamos ahora sus talentos, sus facultades, para que rindieran los talentos que les ofrecieron, son premiados por ser “fieles”. La fidelidad es una gran virtud.

La fidelidad consiste en ser coherentes con los compromisos adquiridos: afectivos, comerciales, sociales. La fidelidad implica esfuerzo continuo, frente a la constante tentación de la pereza, o la desviación de facultades o bienes hacia otros objetivos distintos de los prometidos.

Se atenta contra ella, cuando la dejamos de tener presente en nuestros proyectos vitales. Cuando no nos preocupamos en preguntarnos qué hacemos con los bienes recibidos para que rindan en beneficios de todos; o nos despreocupamos de cómo desarrollamos, venciendo dificultades, los compromisos afectivos, los de mejorar la sociedad… Vivir es tratar de que nuestra vida vaya adquiriendo más valor. Lo contrario es solo existir, amontonar tiempo. El tiempo es un valor que ha de rendir. No lo podemos malversar, que es el pecado de quien entierra el talento.

“Al que no tiene se le quitará lo que tiene”. Sí, es una contradicción, si no tiene no se le puede quitar. ¿Qué es no tener? Respuesta: no servirse de lo que se es y se tiene para ser más y mejor lo que somos como seres humanos. Ejemplo el avaro: se muere de hambre por no gastar sus bienes en alimentarse. En realidad “no tiene”, “es tenido” por lo que cree tener, y guarda a costa de la vida.

Tenemos algo cuando está a disposición de los demás, cuando lo hacemos” producir”, rendir. Esto te invita a reflexionar sobre cómo haces rendir los bienes que Dios te da.

Fray Juan José de León Lastra O.P.
Convento de Santo Domingo (Oviedo)