Es palabra del Señor
REFLEXION
Fr. Carlos Oloriz
Larragueta O.P.
Casa Ntra.Sra. de los Ángeles (Vitoria)
Es palabra del Señor
REFLEXION
Fr. Carlos Oloriz
Larragueta O.P.
Casa Ntra.Sra. de los Ángeles (Vitoria)
Es palabra del Señor
REFLEXION
Jesús envía
a sus apóstoles a predicar el Reino de los cielos, el Reino de Dios, lo mismo
que él predicaba. Para reforzar su predicación les da poder de hacer milagros.
Es sublime la noticia que nos ha traído Jesús. Nos asegura que Dios no se
conforma con habernos creado y regalarnos la vida humana. Quiere mantener unas
relaciones muy estrechas con nosotros. Está dispuesto a ser nuestro Rey y
Señor. Nos pide que aceptemos con gusto su estupenda propuesta y le nombremos
el Rey y Señor de nuestra vida. Que le dejemos que guíe nuestros pasos, nuestra
vida entera. Que no caigamos en la torpeza de nombrar a alguien o a algo de lo
creado como nuestro Dios y Rey. Jamás nos darán lo que el Señor nos puede dar.
Nuestro Dios nos hará el regalo de su amor, de su luz, de su propio Hijo… Si le
dejamos que reine y dirija nuestra vida nos llevará por buenos caminos, nos
guiará siempre por las sendas que nos conducen a la alegría de vivir ya en
nuestra estancia terrena, antes de regalarnos para siempre la vida de total
felicidad después de nuestra resurrección.
Al que
escuche la predicación de los apóstoles y acepte el reinado de Dios en su vida,
la paz invadirá su corazón. La relación con Dios, con todo lo que lleva
consigo, será capaz de sosegar nuestro corazón, de disipar nuestras dudas y
miedos, de… regalarnos su paz.
Las últimas
palabras que pronuncia Jesús en el evangelio de hoy, nos parecen duras. Pero, a
poco que reflexionemos, no son más que las consecuencias que sufrirán los que
libremente rechacen a Dios y a todo lo que él nos ofrece.
Fray Manuel Santos Sánchez O.P.
Convento de Santo Domingo (Oviedo)
Es palabra del Señor
REFLEXION
Los tres
sinópticos narran la elección de los doce apóstoles. Lucas precisa que lo hizo
después de pasar la noche orando. Fue una elección pensada y orada. Había otros
que seguían a Jesús. En los Hechos de los apóstoles, se dice que, para sustituir
a Judas, el traidor, los once incorporaron al Colegio apostólico a Matías, “uno
de los que nos acompañaron todo el tiempo en que convivió con nosotros el Señor
Jesús”; así Pedro precisa la elección a los once (He 1,21). Jesús podía haberlo
elegido apóstol, en vez de Judas Iscariote. No lo hizo. Desde el inicio, la
Iglesia, que en sus comienzos se realiza en los apóstoles, estuvo conformada
con personas imperfectas, no es una asociación de “puros”.
Jesús de
momento les envía a “proclamad que el Reino de los cielos está cerca” a los
judíos, no a paganos ni a samaritanos. Al final del evangelio de Mateo, 28,19,
Jesús les envía “a todas las gentes”. La misión a la que alude este texto es
misión previa, como entrenamiento, diríamos. Junto a la proclamación de la
cercanía del Reino de los cielos, han de realizar un servicio de curación
espiritual, expulsar espíritus inmundos, y corporal, curar toda enfermedad y
dolencia. Unos versículos antes Mateo aplicaba a Jesús esa misma misión. Los
apóstoles han de continuar la misión de Jesús. Esa es la tarea de la Iglesia.
No tiene evangelio propio, ni misión propia. Su misión es la de Jesús: predicar
el Reino de los cielos, y adelantarlo curando, haciendo el bien, acercándose a
los necesitados, a los que sufren. Es necesario unir a la Palabra heredada de
Jesús y proclamada por los apóstoles, la acción de ayuda en el cuerpo y en el
espíritu a los necesitados.
¿Cómo nos
vemos cada uno de los cristianos ante esa misión en nuestro ámbito familiar,
social?
Fray Juan José de León Lastra
Convento de Santo Domingo (Oviedo)
El día Jueves 8 Julio y desde las 19,30hrs. se inicia nuestra tradicional Novena de la Virgen del Carmen, por lo que nuestro párroco el padre Misael invita a toda la comunidad parroquial unirse esta ceremonia de oración y rogativa para que nuestra madre la Virgen María continúe intercediendo por todos nosotros. La Novena se inicia a las 19,30 el día 8 de Julio y podrán acompañar a través del canal de Facebook, parroquia los lagos.-
Es palabra del Señor
REFLEXION
En este
Evangelio el Señor se presenta como la Buena Noticia del Reino: en Él, en su
palabra y sus signos Dios irrumpe en la vida de los hombres: los de entonces y
los ahora. Cada vez que se lee y se proclama la Palabra, ésta se hace presencia
novedosa en la vida de cada uno. Pero esta es una verdad de fe y solo por ella
puede ser reconocida: ahí tenemos a los fariseos sosteniendo que los signos del
Señor son obra del espíritu del mal.
El signo de
la curación del endemoniado mudo, tras la resurrección de la hija de Jairo es
paradigma de tantos y tantos hombres que no pueden o no les dejan ser ellos
mismos, expresar sus sentimientos, llevar a cabo su proyecto de vida por la
pobreza material o espiritual... El encuentro con Cristo le liberó de ese mal
que le atenazaba y que en gran medida las personas creamos con nuestros miedos.
Le devolvió su salud, su dignidad, la oportunidad de ser quien Dios sueña para
cada uno de nosotros desde nuestro principio.
El
Evangelio, en su segunda parte, se refiere a la compasión del Señor por esas
muchedumbres que salían a su encuentro y que notaba abatidas “como ovejas sin
pastor”. Luego lo comenta a sus discípulos, implicándolos en la necesaria
misión que a todos los cristianos compete. Jesús, en este sentido, nos lanza un
desafío: hoy más que nunca, hemos de mostrar entrañas de misericordia hacia una
humanidad que camina desorientada entre tantas ofertas de sentido (aunque en
realidad la mayoría más parecen sinsentidos). Y no bastan los lamentos o las
palabras.
Vamos a
pedir, junto al Señor, que se susciten en nuestras comunidades buenas y santas
vocaciones para la misión “ad gentes”, pero también tomar conciencia de que
todos somos llamados a proclamar con nuestra vida la Buena Nueva del Evangelio.
“La
compasión verdadera no es la que brota del sentimiento, sino la que se realiza
en comunión. Compasión quiere decir padecer con. Comunión, estar unido con. Ni
la una ni la otra pueden reducirse a un calorcito en el corazón, sino a una
mano que ayuda o una mano que abraza. La falsa compasión es la de las mujeres
que lloraban camino de la cruz. La verdadera, la del Cirineo, que ayudó a
llevarla. Sólo una humanidad de cirineos hará posible que quienes sufren
lleguen a descubrir que Alguien (y alguien) les ama”.
D. Carlos
José Romero Mensaque, O.P.
Fraternidad “Amigos de Dios” de Bormujos (Sevilla)
Es palabra del
Señor
REFLEXION
Cuando
escribo este comentario hace apenas unos días que ha fallecido mi madre, por un
cáncer que en pocos meses se diagnosticó y se la llevó. Leo y releo estos
relatos de curaciones y, siendo honesta, os tengo que compartir que muchas
veces, durante estos meses que he tenido la suerte y bendición de poder
acompañarla y cuidarla, he luchado entre esa petición de que la curase y la de
que se cumpliera su voluntad con la fuerza y serenidad suficientes para
vivirla, sobretodo sin sufrimiento ni angustia de mi madre. Os comparto
también que vivió este tiempo con una valentía, amor y fe admirables, y que
murió serena y en paz, envuelta en esa ternura que siempre la caracterizó. ¡Una
bendición de Dios!
Por eso me
uno al dolor del jefe de los judíos por la muerte de su hija, y la angustia y
desamparo de la mujer condenada al aislamiento durante tantos años por ser
considerada impura. ¡Con cuanta fe y esperanza se acercaron a Jesús!
Ellos, sin esperanza alguna, dieron el paso arriesgado y confiado de la
fe. Todo el ser de Jesús se conmovió, hasta la orla de su manto.
“¡Animo, hija...””La niña no está muerta, está dormida…”. Sus palabras son de
vida y de esperanza.
¿Dónde está
la clave, dónde está la confianza suficiente para acercarte a Jesús y depositar
en Él tu esperanza? Pocos días antes de morir, le pregunté a mi madre si sabía
cuánto la queríamos. Y ella asintió, con una sonrisa enorme, y dijo ya con la
voz muy débil: “¡Infinito!”. Entonces comprendí que ese era el gran milagro que
Dios nos hacía en medio de tanto dolor y tanto amor. El jefe judío que
sufría por su hija muerta, la mujer marginada que sufre en soledad, se
encuentran con el amor infinito de Jesús.
El poder de
Jesús puede manifestarse visiblemente con las curaciones, pero esa fuerza de
vida viene del inmenso amor que nos tiene. Y a eso es a lo que nos convoca y
envía como cristianos. La enfermedad, la muerte, serán parte de la realidad de
la vida siempre. Responder con alborotos y parafernalias, o con el ostracismo y
la marginación, es más común de lo que quisiéramos admitir.
El dolor de
quien sufre requiere un absoluto respeto y delicadeza, y requiere propiciarle
lo necesario para curarse y cubrir sus necesidades. Por eso responder desde el
amor, sin cálculos ni medida, en el cuidado y el cariño de cada día, dando lo
mejor de cada uno, procurando aliviar y dar lo que necesita, en la familia, en
la sociedad, en cada pequeña o grande comunidad de vida, es el milagro más
necesario y grande de todos.
Hna. Águeda
Mariño Rico O.P.
Congregación de Santo Domingo
Es palabra del Señor
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El texto del evangelio de Marcos
es la versión primitiva de la presencia de Jesús en su pueblo, Nazaret, después
de haber recorrido la Galilea predicando el evangelio. Allí es el hijo del
carpintero, de María, se conocen a sus familiares más cercanos: ¿de dónde le
viene lo que dice y lo que hace? Lucas, por su parte, ha hecho de esta escena
en Nazaret el comienzo más determinante de la actividad de Jesús (cf Lc
4,14ss). Ya sabemos que el proverbio del profeta rechazado entre los suyos es
propio de todas las culturas. Jesús, desde luego, no ha estudiado para rabino,
no tiene autoridad (exousía) para ello, como ya se pone de manifiesto en Mc
2,21ss. Pero precisamente la autoridad de un profeta no se explica
institucionalmente, sino que se reconoce en que tiene el Espíritu de Dios.
El texto habla de «sabiduría»,
porque precisamente la sabiduría es una de las cosas más apreciadas en el mundo
bíblico. La sabiduría no se aprende, no se enseña, se vive y se trasmite como
experiencia de vida. A su vez, esta misma sabiduría le lleva a decir y a hacer
lo que los poderosos no pueden prohibir. En el evangelio de San Marcos este es
un momento que causa una crisis en la vida de Jesús con su pueblo, porque se
pone de manifiesto «la falta de fe» (apistía). No hace milagros, dice el texto
de Marcos, porque aunque los hiciera no lo creerían. Sin la fe, el reino que él
predicaba no puede experimentarse. En la narrativa del evangelio este es uno de
los momentos de crisis de Galilea. Por ello el evangelio de hoy no es
simplemente un texto que narra el paso de Jesús por su pueblo, donde se había
criado. Nazaret, como en Lucas también, no representa solamente el pueblo de su
niñez: es todo el pueblo de Israel que hacía mucho tiempo, siglos, que no había
escuchado a un profeta. Y ahora que esto sucede, su mensaje queda en el vacío.
Sigue siendo el hijo del carpintero y de
María, pero tiene el espíritu de los profetas. Efectivamente los profetas son
llamados de entre el pueblo sencillo, están arrancados de sus casas, de sus
oficios normales y de pronto ven que su vida debe llevar otro camino. Los
suyos, los más cercanos, ni siquiera a veces los reconocen. Todo ha cambiado
para ellos hasta el punto de que la misión para la que son elegidos es la más
difícil que uno se pueda imaginar. Es verdad que el Jesús taumaturgo popular y
exorcista es y seguirá siendo uno de los temas más debatidos sobre el Jesús
histórico; probablemente ha habido excesos a la hora de presentar este aspecto
de los evangelios, siendo como es una cuestión que exige atención. Pero en el
caso que no ocupa del texto de Marcos no podemos negar que se quiere hacer una
“crítica” (ya en aquél tiempo de las comunidades primitivas) a la corriente que
considera a Jesús como un simple taumaturgo y exorcista. Es el profeta del
reino de Dios que llega a la gente que lo anhelaba. En esto Jesús, como
profeta, se estaba jugando su vida como los profetas del Antiguo Testamento.
Es palabra del Señor
REFLEXION
Por
paradójico que parezca existe una conexión profunda entre estos dos términos.
Situémonos en el libro del Éxodo, Moisés anhela ver el rostro de Dios y este le
responde: “hay un lugar junto a mí, te colocarás sobre la roca y al pasar mi
gloria, te pondré en una hendidura de la peña y te cubriré con mi mano” (Ex
33,21-22). La mano de Dios cubre ante Moisés el misterio y lo introduce en la
hendidura de la roca, es decir lo asocia a su “proyecto de salvación”. En el
éxodo Moisés es mero espectador del misterio.
Si damos un
paso y nos colocamos frente al pragmático Tomás descubrimos que la mano de
Jesús le desvela el misterio e introduce a Tomás en la realidad de su “proyecto
de Salvación”. Aquí el apóstol ya no es un mero espectador sino un instrumento
de Salvación: “trae tu dedo, trae tu mano y métela en mi costado”, toca mis
llagas y entra en la hendidura de mi misterio. Es como si dijera, entra en esa
herida y descubre ese rostro que te estaba velado, el rostro de tu propia
verdad, el rostro de la humanidad que ahora es mi “morada” y desde ahora será
la tuya.
Es la
experiencia contemplativa de la fe. En la hendidura de esa llaga (símbolo del
amor hasta el extremo) encontramos nuestras propias heridas y las heridas de la
humanidad. Para Tomás el camino comenzaba ahora.
Es
significativo que el evangelio hace notar que “no estaba con ellos” cuando
llegó Jesús; un triste dato para quienes tenemos como programa ser discípulos
del Resucitado. Alejarse de la comunidad o no realizar el camino juntos/as
destruye nuestra identidad y nos aleja de la luz de la fe. Desde ahí entendemos
que el evangelista vuelva a insistir: “a los 8 días estaban otra vez dentro los
discípulos y Tomás con ellos”. La palabra clave, dentro, no junto a ellos
sino dentro, en el corazón de la comunidad, de la familia, donde se percibe el
latir de Dios y donde los ojos de la fe se abren tan nítidamente que podemos
percibir su rostro en todos: extranjeros, forasteros, heridos, no heridos.
“Dichosos los que crean sin haber visto”.
Al igual que
en Pablo de Tarso, la experiencia contemplativa de Tomás con el Resucitado le
transformó en un “subversivo del Espíritu”, “Señor mío y Dios mío”. ¿Somos
de los que permanecemos dentro de la comunidad tocando y sanando heridas y
devolviendo dignidad y belleza a la humanidad?
Sor Mª
Ángeles Martínez, OP
Monasterio de la Inmaculada. Torrente - Valencia
Es palabra del Señor
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Cuando Jesús
llama a Mateo para que se una a su discipulado es consciente de llamar a
alguien de mala fama, no querido, despreciado, un vendido a la causa económica
de un imperio como el de Roma. Lo llama por su nombre. Pero no sólo a él. Es
una llamada común: una llamada a encontrarse entre los pecadores; los que
tienen necesidad de Dios, de verdad, de amor, y de consuelo; en definitiva, una
necesidad de quedar sano de cuanto dolor le ha llevado a vivir perdido y sin
rumbo en esta vida.
Jesús llama
fundamentalmente a este tipo de personas, porque son los que carecen de amor y
necesitan de una transformación profunda de interior. Necesitan tocar fondo, y
poner fin a su modo de vida. Necesitan otra orientación, necesitan a personas
que les hablen de una manera nueva de Dios y de la vida. Hay quienes nos ayudan
a percibir la vida con otro sentido y procuran nuevas experiencias, donde el
cambio personal se hace posible.
Muchas veces
decimos de manera muy consciente que nadie nos podrá cambiar, ya la
personalidad está forjada, sin embargo, siempre surgen los inconvenientes donde
los demás nos increpan, nos interpelan o nos corrigen porque no aceptan nuestro
modo de ser. Porque no siempre actuamos bien.
En otras
ocasiones, siempre cargamos excesivamente las espaldas de las personas con
exigencias morales que ni siquiera nosotros somos capaces de cumplir. Esto
también requiere una transformación.
De ahí que
Jesús nos sitúe en la misericordia. Todos tenemos alguna miseria. Todos tenemos
alguna necesidad de comprensión y de consuelo ante la desesperación. Por eso,
la misión de Jesús es clara: llamar a los pecadores, a las almas necesitadas de
consuelo y orientación para alcanzar una visión más positiva de Dios, y una
experiencia de fe donde la ternura esté presente en lugar de la valoración
exigente de la moral.
Oremos por
cuantos sienten la llamada de Jesús en su vida, para que no tengan miedo a sus
miserias, las encaren con valentía y se dejen consolar por la ternura de Dios.
Fray
Alexis González de León O.P.
Convento de San Pablo y San Gregorio
(Valladolid)