Es palabra del Señor
REFLEXION
El texto del evangelio de Marcos
es la versión primitiva de la presencia de Jesús en su pueblo, Nazaret, después
de haber recorrido la Galilea predicando el evangelio. Allí es el hijo del
carpintero, de María, se conocen a sus familiares más cercanos: ¿de dónde le
viene lo que dice y lo que hace? Lucas, por su parte, ha hecho de esta escena
en Nazaret el comienzo más determinante de la actividad de Jesús (cf Lc
4,14ss). Ya sabemos que el proverbio del profeta rechazado entre los suyos es
propio de todas las culturas. Jesús, desde luego, no ha estudiado para rabino,
no tiene autoridad (exousía) para ello, como ya se pone de manifiesto en Mc
2,21ss. Pero precisamente la autoridad de un profeta no se explica
institucionalmente, sino que se reconoce en que tiene el Espíritu de Dios.
El texto habla de «sabiduría»,
porque precisamente la sabiduría es una de las cosas más apreciadas en el mundo
bíblico. La sabiduría no se aprende, no se enseña, se vive y se trasmite como
experiencia de vida. A su vez, esta misma sabiduría le lleva a decir y a hacer
lo que los poderosos no pueden prohibir. En el evangelio de San Marcos este es
un momento que causa una crisis en la vida de Jesús con su pueblo, porque se
pone de manifiesto «la falta de fe» (apistía). No hace milagros, dice el texto
de Marcos, porque aunque los hiciera no lo creerían. Sin la fe, el reino que él
predicaba no puede experimentarse. En la narrativa del evangelio este es uno de
los momentos de crisis de Galilea. Por ello el evangelio de hoy no es
simplemente un texto que narra el paso de Jesús por su pueblo, donde se había
criado. Nazaret, como en Lucas también, no representa solamente el pueblo de su
niñez: es todo el pueblo de Israel que hacía mucho tiempo, siglos, que no había
escuchado a un profeta. Y ahora que esto sucede, su mensaje queda en el vacío.
Sigue siendo el hijo del carpintero y de
María, pero tiene el espíritu de los profetas. Efectivamente los profetas son
llamados de entre el pueblo sencillo, están arrancados de sus casas, de sus
oficios normales y de pronto ven que su vida debe llevar otro camino. Los
suyos, los más cercanos, ni siquiera a veces los reconocen. Todo ha cambiado
para ellos hasta el punto de que la misión para la que son elegidos es la más
difícil que uno se pueda imaginar. Es verdad que el Jesús taumaturgo popular y
exorcista es y seguirá siendo uno de los temas más debatidos sobre el Jesús
histórico; probablemente ha habido excesos a la hora de presentar este aspecto
de los evangelios, siendo como es una cuestión que exige atención. Pero en el
caso que no ocupa del texto de Marcos no podemos negar que se quiere hacer una
“crítica” (ya en aquél tiempo de las comunidades primitivas) a la corriente que
considera a Jesús como un simple taumaturgo y exorcista. Es el profeta del
reino de Dios que llega a la gente que lo anhelaba. En esto Jesús, como
profeta, se estaba jugando su vida como los profetas del Antiguo Testamento.