En aquel
tiempo, tomó la palabra Jesús y dijo:
«Venid a mí
todos los que estáis cansados y agobiados, y yo os aliviaré. Tomad mi yugo
sobre vosotros y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón, y
encontraréis descanso para vuestras almas. Porque mi yugo es llevadero y mi
carga ligera».
Es
palabra del Señor
REFLEXION
Cuando
tenemos una enfermedad acudimos a quien más sabe de la salud humana, acudimos a
un médico para que nos libre de esa dolencia. Jesús nos invita a que cuando
estemos cansados y agobiados en nuestro discurrir vital acudamos a él porque
está dispuesto a echarnos una mano y aliviarnos. Jesús tiene la medicina
adecuada. Nos pide que carguemos con su yugo porque “mi yugo es llevadero y mi
carga ligera”. El yugo de Jesús lo conocemos y en él encontramos su luz, su
amor, su perdón, su verdad… alimentos que sacian nuestro corazón, y con los que
somos capaces de superar todas las adversidades que la vida nos pueda deparar.
No lo olvidemos, su yugo no acabó en el viernes santo… acabó en el domingo de
resurrección.
Una vez más,
hay que repetir que los cristianos no somos los que oímos las palabras de Jesús
y nos las creemos… vamos más allá, somos los que después de oír sus palabras
las llevamos a nuestra vida y experimentamos que Jesús tiene razón, y que son
el camino que nos lleva a la vida y vida en abundancia. Y cuando en nuestro día
a día el cansancio y el agobio nos visitan… experimentamos el descanso y la paz
que solo Jesús nos puede proporcionar.
Fray Manuel
Santos Sánchez O.P.
Convento de
Santo Domingo (Oviedo)