El primer
día de la semana, María la Magdalena fue al sepulcro al amanecer, cuando aún
estaba oscuro, y vio la losa quitada del sepulcro.
Estaba María
fuera, junto al sepulcro, llorando. Mientras lloraba, se asomó al sepulcro y
vio dos ángeles vestidos de blanco, sentados, uno a la cabecera y otro a los
pies, donde había estado el cuerpo de Jesús.
Dicho esto,
se vuelve y ve a Jesús, de pie, pero no sabía que era Jesús.
Es palabra del Señor
REFLEXION
Jesús
resucitado sale a su encuentro y contempla llorando a María por culpa de su
ausencia. Aunque en un primer momento no le reconoce, Jesús le pregunta cuál es
la causa de su llanto y a quién busca. Bien sabía Jesús resucitado que le
buscaba a él y lloraba su ausencia. María, cómo no, recibe una gran alegría
cuando descubre que es Jesús el que le habla. Y recibe el encargo de comunicar
a los apóstoles lo que acaba de ver y de oír.
Buena
lección la que nos brinda María Magdalena también a nosotros cristianos del
siglo XXI. Siempre, en todos los momentos de cada día, hemos de buscar
disfrutar de la presencia de Jesús, nuestro amor primero y al que más amamos.
Si por lo que fuere, pensamos que Jesús se ha alejado de nosotros o nosotros de
él, volvamos con todas nuestras fuerzas a buscarle… seguros que saldrá a
nuestro encuentro como hizo con María Magdalena.
Fray Manuel Santos
Sánchez O.P.
Convento de Santo
Domingo (Oviedo)