Nuestro párroco el padre Misael canta y rinde homenaje a nuestra madre la Santísima Virgen María en este nuevo onomástico, en su advocación de la Virgen del Carmen.
Nuestro párroco el padre Misael canta y rinde homenaje a nuestra madre la Santísima Virgen María en este nuevo onomástico, en su advocación de la Virgen del Carmen.
La devoción de la
Virgen del Carmen es originaria del Monte Carmelo, en la ciudad de Haifa (Palestina histórica). Debido a la presencia del mar Mediterráneo y las relaciones
interculturales entre Europa y la
región Palestina, la devoción se extendió por Europa gracias a
la Orden de las Carmelitas.
Existen algunas
controversias acerca del año en que llegó la Virgen del Carmen a Chile debido a
la inexactitud, la extensión territorial y las diversas metodologías de
evangelización que se desarrollaron durante el período de la conquista en el
país. Algunas fuentes indican que los misioneros agustinos la introdujeron en
1595, mientras que otras fuentes sitúan el hecho casi cien años más tarde, en
1680, pero a pesar de esta contradicción, no hay duda de que se introdujo la
devoción gracias a los agustinos.
Las inexactitudes
en la fecha se deben a que en el norte de Chile se comenzaban a manifestar las
primeras festividades paganas con orígenes cristianos, al celebrarse las Fiestas de La Tirana en honor a la Virgen del Carmen
a inicios del siglo XVI. Mientras que
hacia 1640 se fundó en Concepción, al sur de Chile, la Cofradía de la Virgen del
Carmen, por lo cual esta divergencia histórica hace difícil situar el origen de
la advocación.
La expansión de la
creencia se dio gracias a que se asoció fuertemente a los militares. Este rol
se notó mayormente en la zona de Concepción, que era considerada como la
frontera del dominio español y se vivían constantes batallas con los mapuches,
por lo que los militares se encomendaban especialmente a la Virgen del Carmen.
Sin embargo, esta no fue la principal advocación del Chile colonial, sino la
Virgen de la Merced.
En el proceso
revolucionario, el Ejército de los Andes, conducido por José de San Martín, escogió como
protectora y patrona de la liberación de América a la Virgen del Carmen y le
juró fidelidad. El 5 de enero de 1817, San Martín le entregó su bastón de mando
como ofrenda para alcanzar la victoria libertadora en el subcontinente. Por su
parte, el 11 de febrero, Bernardo O'Higgins, entonces general del ejército
chileno, proclamó a la Virgen del Carmen como «Patrona Generalísima de las
Armas de Chile». Este último suceso es parte de la tradición católica sin que
se pudiese comprobar la veracidad de la versión histórica.
A pesar de la
victoria en la batalla de Chacabuco, el ejército realista se encontraba
muy próximo a la ciudad de Santiago, por lo cual O'Higgins decidió reunirse en
la catedral e implorar la
protección de la Virgen del Carmen para obtener la victoria definitiva sobre
las fuerzas de la corona española. Por ello, el 14 de marzo de 1818, junto a
las autoridades religiosas realizaron un acto de plegaria donde imploraron la
protección del cielo. Además, formularon en el mismo acto el voto de erigir un
templo a la Virgen del Carmen en el lugar en que se decidiese la batalla
favorable a la independencia de Chile. La victoria definitiva ocurrió el 5 de abril en los
llanos de Maipú, donde el Ejército
Libertador y las fuerzas chilenas lograron derrotar al ejército realista para
proclamar la independencia del país.
Debido a su
promesa, Bernardo O'Higgins redactó un decreto supremo el 7 de mayo
que encargaba la construcción de un templo en honor a la Virgen del Carmen cuya
primera piedra fue puesta el 7 de octubre de 1818. De acuerdo a una
recopilación histórica realizada por el suplemento del periódico de Maipú del 5
de abril de 1979, el decreto supremo contenía el siguiente texto:
La Inmaculada Reina de los ángeles, en su advocación de Nuestra Señora
del Carmen, fue jurada patrona de las armas de Chile, primero por el voto
general del pueblo, por haber experimentado su protección en el
restablecimiento del estado que yacía bajo la opresión de los tiranos, mediante
el esfuerzo del Ejercito Restaurador de Los Andes y después del 14 de marzo
último por el acto solemne en que concurrieron las corporaciones, y un inmenso
pueblo en la Santa Iglesia Catedral, al objeto de ratificar, como ratificaron
expresamente en aquel juramento, ofreciendo erigirle un templo en el lugar
donde se diese la batalla, a que nos provoco el General enemigo Osorio: no debe
tardarse un momento el cumplimiento de esta sagrada promesa.
O'Higgins - Irisarri
Dentro de la
historia chilena se duda de este último suceso debido a que se presume que el
documento no existe. Sin embargo, dentro de las primeras discusiones del Congreso Nacional, consta la
existencia de cartas entre el Senado de la época y el director supremo,
O'Higgins.
A pesar de que se
denominó históricamente a la Virgen del Carmen como patrona o generala de los
ejércitos de Chile, este título no fue otorgado canónicamente por la Santa Sede, por lo que quedó
relegada a protectora de los ejércitos de Chile y Argentina. Sin embargo, en el
Congreso mariano de 1918 se determinó que el objetivo era declarar a la virgen
como «Patrona de Chile» por el vínculo histórico que posee el país con esta
advocación mariana. De este modo, el 24 de octubre de 1923, mediante un decreto
vaticano emitido por el papa Pío XI, se autorizó a los
chilenos a denominar a esta advocación como «Patrona de Chile». En el texto se
declaró: «a la Bienaventurada Virgen del Monte Carmelo, Patrona Principal de
toda la República Chilena, concediéndole todos los privilegios y honores que a
los principales patronos de los lugares por derecho competen».
El juramento de patronato
canónico se realizó el 8 de diciembre de 1923 en la plaza de Armas de Santiago y fue
presidido por monseñor Rafael Edwards. Esta fecha concuerda con el día de
la Inmaculada
Concepción de la Virgen, que es otra fiesta mariana
importante de la religiosidad en Chile.
La coronación de la
Virgen del Carmen se llevó a cabo el 19 de diciembre de 1926 y se coronó a la
imagen que se veneraba en la Basílica del Salvador. Este acto fue presidido por
monseñor Benedetto Aloisi Masella, especialmente
enviado por el papa para la ocasión. De acuerdo a relatos presenciales, se
estimó que la concurrencia fue de cerca de medio millón de personas en el parque Cousiño. Según las
crónicas históricas, el parque se llenó de colores, flores y las multitudes se
centraban en la imagen.
El 3 de abril de
1987, durante la visita de Juan Pablo II a Chile, se realizó la coronación de la
imagen de la Virgen del Carmen que se encuentra en el Templo Votivo de
Maipú. El evento tuvo lugar en la misma explanada. En la homilía de
consagración, Juan Pablo II destacó lo siguiente a la multitud:
Mira con bondad a tu pueblo, Señor, que al poner una corona real sobre esta
imagen de la Virgen María y de su Hijo, reconoce al Señor Jesús como Rey del
Universo y aclama a la Virgen Madre como su Reina.
Juan Pablo II.
Es palabra del Señor
REFLEXION
Mateo nos
sitúa en una de las muchas acciones liberadoras de Jesús respecto a la ley del
sábado. Demasiadas leyes escritas que obligan y oprimen al hombre sencillo,
mientras que reyes y sacerdotes incurren en delitos por las mismas razones:
Sentir hambre. Sin embargo, moralizamos en dirección a los otros para
condicionar sus actitudes y su libertad.
No es lo
mismo comer teniendo posibilidades para ello, que careciendo de los bienes
necesarios para alimentarse cada día. No son razones de justicia los que mueven
a sacerdotes y reyes para comer de los frutos del templo. Al contrario, parece
más la comodidad, la usurpación, o una inmediata necesidad movida por un
impulso primario.
Hay
situaciones y momentos en el que el hambre aprieta y muerde, cuando se presenta
con cara de precariedad y miseria. Entonces está justificado comer de la ofrenda
que se recibe en el templo.
El Evangelio
nos muestra que no hay que condenar a los que son inocentes de la corrupción,
de la opresión, sino que son víctimas de las mismas. Con ellos hay que tener
misericordia. El sacrificio si no se hace desde la compasión no tiene sentido.
Dios vuelve su mirada nuevamente a la misericordia. El sacrificio tiene sentido
únicamente desde la misericordia.
Habría que
examinar nuestro cuerpo legal y la actitud práctica. Hay mucha gente cumpliendo
condena por delitos insignificantes. Y personas viviendo en libertad habiendo
cometido delitos de corrupción, que han escandalizado a todo el mundo. No es
que haya que suavizar los delitos, o el uso de las leyes. Pero en la cultura
queda un sentimiento de injusticia y permisividad cuando lo escandaloso queda
impune.
Oremos por
cuantos sienten hambre y viven presos: para que sientan la solidaridad de todos
los creyentes y el consuelo que libera por medio de Dios.
Fray Alexis González de León O.P.
Convento de San Pablo y San Gregorio (Valladolid)
En aquel
tiempo, tomó la palabra Jesús y dijo:
«Venid a mí
todos los que estáis cansados y agobiados, y yo os aliviaré. Tomad mi yugo
sobre vosotros y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón, y
encontraréis descanso para vuestras almas. Porque mi yugo es llevadero y mi
carga ligera».
Es
palabra del Señor
REFLEXION
Cuando
tenemos una enfermedad acudimos a quien más sabe de la salud humana, acudimos a
un médico para que nos libre de esa dolencia. Jesús nos invita a que cuando
estemos cansados y agobiados en nuestro discurrir vital acudamos a él porque
está dispuesto a echarnos una mano y aliviarnos. Jesús tiene la medicina
adecuada. Nos pide que carguemos con su yugo porque “mi yugo es llevadero y mi
carga ligera”. El yugo de Jesús lo conocemos y en él encontramos su luz, su
amor, su perdón, su verdad… alimentos que sacian nuestro corazón, y con los que
somos capaces de superar todas las adversidades que la vida nos pueda deparar.
No lo olvidemos, su yugo no acabó en el viernes santo… acabó en el domingo de
resurrección.
Una vez más,
hay que repetir que los cristianos no somos los que oímos las palabras de Jesús
y nos las creemos… vamos más allá, somos los que después de oír sus palabras
las llevamos a nuestra vida y experimentamos que Jesús tiene razón, y que son
el camino que nos lleva a la vida y vida en abundancia. Y cuando en nuestro día
a día el cansancio y el agobio nos visitan… experimentamos el descanso y la paz
que solo Jesús nos puede proporcionar.
Fray Manuel
Santos Sánchez O.P.
Convento de
Santo Domingo (Oviedo)
Todo me ha
sido entregado por mi Padre, y nadie conoce al Hijo más que el Padre, y nadie
conoce al Padre sino el Hijo, y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar».
Es palabra del Señor
REFLEXION
Los “sabios”
saben muchas cosas de la historia de Israel, saben los salmos y, seguramente,
los recitan con frecuencia, pero, como en la vieja leyenda irlandesa,
no conocen al pastor. Saben, saben, pero no conocen, no tienen
relación familiar con Él. La gente sencilla, hambrienta de esperanza, lo busca,
lo espera y, por eso, lo descubre en Jesús. No es raro que sus palabras cayeran
en sus vidas como aliento y alivio. Lo estaban necesitando y, por eso, son
recibidas con gozo. Son una “buena noticia” y por eso lo siguen entusiasmados.
Hoy, y
siempre, los hombres nos hemos posicionado ante Jesús desde esa doble actitud.
Los “sabios” que viven desde la sospecha, que rechazan porque siempre piden
pruebas, que creen saber demasiado como para aceptar a alguien que viene en la
sencillez de quien se siente en la verdad; que trae un mensaje de esperanza,
que presenta a un Dios como padre bondadoso que acoge a todos, un hombre “de
pueblo” que sorprende, los deja indiferentes, ya que no responde a sus
expectativas, no encaja en sus planteamientos.
Los
humildes, hoy y siempre, son los que con corazón sencillo saben ver en la
persona de Jesús la presencia de Dios entre nosotros. Lo escuchan con interés,
lo aceptan, lo siguen y mantienen con Él una relación de confianza, tratando de
responder a su llamada con entusiasmo.
Esa gente
buena es la que, también hoy, es motivo de alegría para Jesús. Él sigue
glorificando a Dios porque su acción está presente entre los pobres, los
sencillos, los que no cuentan y, por eso, son descartados por los sabios y
entendidos. Esos sencillos que, muchas veces, son rechazados porque no “saben”,
aunque conozcan y vivan la presencia de Dios con intensidad y alegría. Esos que
siguen descubriendo a Jesús en el trasiego del día a día y tratan de ser fieles
a su persona. ¿Dónde te colocas tú?
Fray
Salustiano Mateos Gómara
Convento de San Pablo y San Gregorio (Valladolid)
Es palabra del Señor
REFLEXION
Mateo en el
capítulo 11 de su evangelio nos muestra como Jesús, al ver la actitud de sus
paisanos, que, en general, permanecían impasibles ante el anuncio del Reino de
Dios y, salvo muestras de admiración ante los prodigios que realizaba, no
acababan de creerse la Buena Noticia que les hacía llegar; esta situación lo
decepcionaba en gran manera.
No sabemos a
ciencia cierta si el propio Jesús expresó estas lamentaciones o, más bien, son
fruto del ánimo de los primeros cristianos para reforzar su predicación.
Estas
ciudades a las que se refiere este pasaje, eran poblaciones con un significado
especial, Corozaín y Betsaida eran la base de las escuelas rabínicas y Cafarnaún
fue el centro de las enseñanzas de Jesús, pero tampoco se caracterizó por la
aceptación de la nueva doctrina.
En todas
ellas, el Maestro, había realizado multitud de signos extraordinarios, pero no
se encontró el eco que esperaba, por eso las compara con las ciudades paganas,
Tiro y Sidón eran las más próximas a la tierra de Israel, y Sodoma, según el
Antiguo Testamento, fue destruida por el fuego como castigo a su incredulidad.
Dios no toma
represalias ante las actitudes de rechazo a su Palabra, pero sí es verdad que,
el no hacer caso a la nueva vida que ofrece Jesús en su predicación, puede
mover al desánimo.
Aprovechemos,
pues, todo lo bueno que nos ofrece el Señor si estamos abiertos a su Palabra, y
modifiquemos nuestra vida para que el amor a Dios y al prójimo sean los motores
que nos muevan en nuestra vida con relación a los demás.
Que las
enseñanzas que Jesús pone a nuestro alcance, no caigan en saco roto y seamos
capaces de convertirnos en espejos que reflejen el amor de Dios a los que nos
rodean.
¿Nos
aferramos a nuestra zona de bienestar y no reaccionamos ante las injusticias?
¿Nos dejamos llevar por el desaliento ante la incomprensión? ¿Somos capaces de
insistir “a tiempo y a destiempo” como dice San Pablo?
D. José
Vicente Vila Castellar, OP
Fraternidad Laical Dominicana Torrent (Valencia)
El que
quiere a su padre o a su madre más que a mí no es digno de mi; el que quiere a
su hijo o a su hija más que a mi no es digno de mi; y el que no carga con su
cruz y me sigue, no es digno de mi. El que encuentre su vida la perderá, y el
que pierda su vida por mi, la encontrará.
El que os
recibe a vosotros, me recibe a mí, y el que me recibe, recibe al que me ha
enviado; el que recibe a un profeta porque es profeta, tendrá recompensa de
profeta; y el que recibe a un justo porque es justo, tendrá recompensa de
justo.
El que dé a
beber, aunque no sea más que un vaso de agua fresca, a uno de estos pequeños,
sólo porque es mi discípulo, en verdad os digo que no perderá su recompensa».
Cuando Jesús
acabó de dar instrucciones a sus doce discípulos, partió de allí para enseñar y
predicar en sus ciudades.
Es palabra del Señor
REFLEXION
El texto del
evangelio de hoy nos puede parecer fuerte, incluso un poco duro: ¿Qué es eso
que Jesús ha venido a traer espada? ¿No es Él “el príncipe de la paz”? ¿Cómo va
a venir a enemistar al hombre con su padre, y la hija con su madre, no ha
venido a traer el amor para todos?, ¿o es que la familia está excluida de ese
amor?
Mateo afirma
el amor a la familia (15, 3-6; 19,9), y no deja de lado el “antiguo” precepto
de honrar a los padres, sin embargo, este es relativizado en caso de conflicto
con el seguimiento de Jesús. El evangelista, al situar estas palabras al final
del discurso de la misión está estableciendo el valor absoluto de la relación
de Jesús con sus discípulos. Lo decisivo es la adhesión a su persona, y en caso
de conflicto entre los propios vínculos familiares y el seguimiento de Jesús,
la opción ha de estar clara (10,37). Hay que tener en cuenta que la familia no
implicaba solo el núcleo de relaciones afectivas, sino la identidad social y
económica. El optar por Jesús en detrimento de la familia, constituía renunciar
a un estatus socioeconómico, y con ello, no hacer de este la clave de la
identidad de la persona. La identidad del discípulo de Jesús va a ser
precisamente esa “ser discípulo”.
Junto a
ello, no podemos obviar que el compromiso del anuncio del reinado de Dios por
sendas y caminos, en no pocas ocasiones hace incompatible la vinculación
efectiva y permanente a la familia. Los discípulos al igual que el Maestro han
de aceptar que la itinerancia forme parte de su existencia (Mt 4,22; Mt 8,
21-22).
“Tomar la
cruz” será otra de las condiciones para ser discípulo (cf. 10,38; Mt 16,24).
Este ha de asumir las dos dimensiones que implica: por un lado, el conflicto
con las realidades humanas: familia, poder político o económico; y, por otro,
el riesgo de perder la vida por la causa de Jesús (Mt 10, 17-25). Así la
relación del discípulo con el Maestro le llevará a vivir paradojas: “quien
pierda la vida por Jesús, la encontrará”.
El
seguimiento de Jesús, aunque conlleva haber descubierto el gran tesoro de la
VIDA y disfrutarlo, nos exige desprendernos de muchas realidades para caminar
ligeros de equipaje tras el Único Maestro. ¿Estamos dispuestos a ello?
Hna. Mariela
Martínez Higueras O.P.
Congregación de Santo Domingo
Es palabra del Señor
REFLEXION
El evangelio de Marcos es una de esas piezas
evangélicas que más han dado que hablar. Se trata del envío a la misión de los
Doce discípulos que Jesús se había escogido (cf Mc 3,13-19). Es una misión en
itinerancia, ya que el reino de Dios que deben anunciar y que Jesús está
haciendo presente debe tener un carácter de peregrinación. Se ha dicho que las
condiciones espartanas de este envío han sido cultivadas por los discípulos
itinerantes que tuvieron que ser rechazados en muchos lugares del judaísmo.
Incluso se ha pensado que para entender estas condiciones se han tenido en
cuenta unas condiciones que la Mishná (libro que recoge en el s. II d. C. la
enseñanzas de los rabinos) establece para la peregrinación al templo cuando
todavía existía. La diferencia es que Jesús propone que se lleve bastón y
sandalias, a diferencia de lo que se exige para peregrinar al templo de
Jerusalén (de hecho están ausentes en el texto de Mt 10,10; Lc 9,3; 10,4). Y es
que los discípulos cristianos no van a un lugar santo, sino que deben llevar un
bastón para andar por todos los caminos del mundo y unas sandalias para que no
se destrocen los pies.
La peregrinación cristiana, pues, es al mundo
entero, a donde viven los hombres, para que conozcan el mensaje de salvación
que Jesús ha traído para todos los hombres sin excepción. Los elementos más
negativos, probablemente, se han podido añadir después en el mundo de los
“carismáticos itinerantes” que eran rechazados por los círculos y comunidades
judías o judeo-cristianas más estabilizadas. Pero el sentido genuino de las
palabras de Jesús debemos valorarlo en su alcance positivo y universal. Es
verdad que nos encontramos ante lo que parece un programa de crítica radical de
la sociedad. Algunos han visto en estas palabras una especie de oposición entre
itinerantes y sedentarios; entre carismáticos ambulantes y simpatizantes
locales. No debemos cerrar los ojos a estas tensiones, pero también es verdad
que el movimiento de Jesús, donde estas palabras encontraron su climax, hasta
transformarlas y adaptarlas, muestran la relación entre el reino de Dios que
Jesús había predicado y las opciones apocalípticas y escatológicas de algunos
grupos del cristianismo primitivo. ¿Siguen teniendo valor en nuestro mundo y en
nuestra cultura? ¡Claro! El valor que Jesús les dio: que el reino llegaba y la
mejor manera para los suyos era un “desapego” de las cosas del mundo que no
eran necesarias.
El mundo de los pobres, de los desapegados, de los
“contraculturales” es algo que no podemos perder de vista en la lectura de este
texto evangélico, sobre palabras de Jesús, para no entender el reino de Dios a
la manera en que los hombres entienden el poder del dinero y de la efectividad.
Algunos autores modernos, en la lectura de un texto como este, han recurrido a
la comparación con el grupo itinerante de los “cínicos” en el mundo griego.
Pero consideramos que no se debe exagerar la comparación. Los itinerantes del
reino tienen otra identidad, sin duda. El radicalismo con que están formuladas
estas palabras tiene acogida de muchas formas y de muchas maneras. Algunos
hablan de los desarraigados sociales y de que el evangelio solamente puede
vivirse desde ahí. Pero ¿no es posible “desarraigarse” sin tener que abandonar
casa, familia y hogar? Desde luego que sí. El evangelio es para todos y el
reino es para todos. Pero debemos aceptar que hay personas que esto no lo
pueden entender sin un “desarraigo” más alternativo. Es, no una cuestión de estética,
sino de conciencia personal y de libre opción en la manera de vivir el ser
discípulos de Jesús.
III.4. Construir
una “comunidad” sobre esta itinerancia es una de las claves de los seguidores
de Jesús. El fue un itinerante que proclamaba el reino en aldeas y pueblos. La
itinerancia habla en favor de algo nuevo, de algo no estable para siempre. El
reino al que Jesús dedica todas sus fuerzas exige una libertad soberana que va
más allá de lo que las personas normales pueden vivir. Por eso mismo no sería acertado
decir que el “movimiento del reino” –como un famoso exegeta llama a los
seguidores de Jesús, lo que me parece muy en consonancia con lo que Jesús
predicó-, es algo semejante al movimiento “cínico”. Jesús pudo conocerlo en la
Galilea urbana, en Séforis, la capital antes de su destrucción, más aún los que
se consideraron de este “movimiento del reino”. Lo que sucede es que la
historia social y antropológica muestra unas coincidencias a veces
sorprendentes. Querer entender este evangelio de la “radicalidad” desde las
claves de movimiento cínico no es pertinente. En el cristianismo primitivo
hubo, sin duda, distintas corrientes y algunas ideas se apoderaron de las
palabras de Jesús y las aplicaron a rajatabla. Pero el evangelismo verdadero no
es interpretar a rajatabla, al pie de la letra o de forma fundamentalista,
todas las expresiones.
¿Enseña nuestro texto eso de “la felicidad por la
libertad”? Desde luego que sí. Entonces algunos dirán que eso mismo era lo que
pretendían los cínicos. Pero no se debe olvidar que el cristianismo verdadero
no se resuelve solamente desde esta ética radical del desarraigo y el desapego.
Lo más importante y decisivo es el amor, incluso a los enemigos, por muy
alternativos que seamos. Jesús era un profeta con todo lo que esto significa en
el mundo bíblico. Y desde luego debemos ser libres de verdad y esto es lo que
Jesús inculca a los suyos. Debemos ser libres de verdad de las cosas que nos
atan a este mundo. Pero el reino no se puede construir solamente desde el
desarraigo alternativo y menos si este desarraigo llevara a burlarse de las
costumbres y los convencionalismos de los otros (como hacían los cínicos). El
reino se construye en la libertad personal y comunitaria, pero mucho más
todavía sobre la misericordia y el amor a los otros en sus debilidades.
Fray Miguel de
Burgos Núñez
(1944-2019)
Es
palabra del Señor
REFLEXION
Hoy en el
evangelio de Mateo, por tres veces nos exhorta el Señor a no tener miedo. Es
una llamada a no desanimarnos y mostrar valor y confianza en los momentos
difíciles.
Es una
invitación a no tener miedo a decir la verdad, tan ausente hoy de la vida
social, cuando los medios de comunicación muchas veces hacen aparecer la verdad
como mentira y la mentira como verdad. Una invitación a superar el miedo que
surge de la impresión de que las instituciones sociales, económicas y políticas
no son capaces de resolver los problemas actuales.
El que ha
conocido a Jesús recibe la fuerza necesaria para no agobiarse pensando que los
problemas no tienen solución. Dios, que es providente, cuida de sus discípulos.
La fe es
fuerza contra el miedo y osadía para seguir creyendo en el futuro del hombre
desde una confianza ilimitada en Dios, Padre de todos.
A lo único
que han de temer los discípulos es que el miedo al sufrimiento los lleve a
esconder o a negar la verdad, y así les haga ofender a Dios. Porque quien se
aleja de Dios, se pierde por siempre.