8/1/22

09 DE ENERO : EL BAUTISMO DEL SEÑOR




La noticia que en el río Jordán un hombre, tenido por muchos como un verdadero profeta, realizaba ritos de purificación del ‘perdón de los pecados’ en sus aguas y que hablaba de Dios como si de sus labios saliera fuego, como un antiguo profeta, llegó hasta a una remota y desconocida aldea llamada Nazaret, hoy en el actual estado de Israel, entonces Palestina, en el año 30, más o menos, de nuestro calendario. El carpintero de esa aldea, hombre huesudo y entrado en años, hijo soltero de una viuda, decidió ir al Jordán para ver al profeta, de nombre Juan, de quien todos hablaban.

El encuentro de Jesús, que así se llamaba el carpintero, con Juan en el Jordán señalará el inicio de procesos y transformaciones religiosas, culturales e históricas que han dejado huellas profundas en el acontecer histórico-religioso y en el cómputo del tiempo de la humanidad. Jesús en el Jordán va a descubrir su auténtica personalidad, vocación y destino. Después de aquel viaje habrá un ‘antes’ y un ‘después’ en el despliegue y realización de la misma humanidad.

La festividad del recuerdo del Bautismo del Señor marca en el calendario litúrgico el fin del Tiempo de Navidad y el inicio del Tiempo Ordinario. El bautismo es el principal rito de iniciación cristiana y señala nuestra pertenencia a la comunidad de los que, de manera libre y consciente, siguen a Jesús, llamado el Cristo, y optan en sus vidas y en sus decisiones por los principios y valores que sostuvieron a Jesús y que nos fueron transmitidos, con la fuerza del Espíritu Santo, por los Apóstoles.

Fray Manuel Jesús Romero Blanco O.P.
Convento de San Pablo y San Gregorio (Valladolid)

 

EVANGELIO DOMINGO 09-01-2022 SAN LUCAS 3, 15-16. 21-22 EL BAUTISMO DEL SEÑOR

 




En aquel tiempo, el pueblo estaba expectante, y todos se preguntaban en su interior sobre Juan si no sería el Mesías, Juan les respondió dirigiéndose a todos:
«Yo os bautizo con agua; pero viene el que es más fuerte que yo, a quien no merezco desatarle la correa de sus sandalias. Él os bautizará con Espíritu Santo y fuego».
Y sucedió que, cuando todo el pueblo era bautizado, también Jesús fue bautizado; y, mientras oraba, se abrieron los cielos, bajó el Espíritu Santo sobre él con apariencia corporal semejante a una paloma y vino una voz del cielo:
«Tú eres mi Hijo, el amado; en ti me complazco».

                                                      Es palabra de Dios

REFLEXION

 La escena del Bautismo de Jesús, en los relatos evangélicos, viene a romper el silencio de Nazaret de varios años (se puede calcular en unos treinta). El silencio de Nazaret, sin embargo, es un silencio que se hace palabra, palabra profética y llena de vida, que nos llega en plenitud como anuncio de gracia y liberación. El Bautismo de Jesús se enmarca en el movimiento de Juan el Bautista que llamaba a su pueblo al Jordán (el río por el que el pueblo del Éxodo entró en la Tierra prometida) para comenzar, por la penitencia y el perdón de los pecados, una era nueva donde fuera posible volver a tener conciencia e identidad de pueblo de Dios. Jesús quiso participar en ese movimiento por solidaridad con la humanidad. Es verdad que los relatos evangélicos van a tener mucho cuidado de mostrar que ese acto del Bautismo va a servir para que se rompa el silencio de Nazaret y todo el pueblo pueda escuchar que él no es un pecador más que viene a hacer penitencia; Es el Hijo Eterno de Dios, que como hombre, pretende imprimir un rumbo nuevo en una era nueva. Pero no es la penitencia y los símbolos viejos los que cambian el horizonte de la historia y de la humanidad, sino el que dejemos que Dios sea verdaderamente el “señor” de nuestra vida.

 Es eso lo que se quiere significar en esta escena del Bautismo del evangelio de Lucas, donde el Espíritu de Dios se promete a todos los que escuchan. Juan el Bautista tiene que deshacer falsas esperanzas del pueblo que le sigue. El no es el Mesías, sino el precursor del que trae un bautismo en el Espíritu: una presencia nueva de Dios. Lucas es el evangelista que cuida con más esmero los detalles de la humanidad de Jesús en este relato del bautismo en el Jordán, precisamente porque es el evangelista que ha sabido describir mejor que nadie todo aquello que se refiere a la Encarnación y a la Navidad.  No se duda en absoluto de la historicidad del bautismo de Jesús por parte de Juan, pero también es verdad que esto, salvo el valor histórico, no le trae nada a Jesús, porque es un bautismo de penitencia.

 Jesús sale del agua y “hace oración”. En la Biblia, la oración es el modo de comunicación verdadera con Dios. Jesús, que es el Hijo de Dios, y así se va a revelar inmediatamente, hace oración como hombre, porque es la forma de expresar su necesidad humana y su solidaridad con los que le rodean. No se distancia de los pecadores, ni de los que tensan su vida en la búsqueda de la verdadera felicidad. Por eso mismo, a pesar de que se ha dicho muy frecuentemente que el bautismo es la manifestación de la divinidad de Jesús, en realidad, en todo su conjunto, es la manifestación de la verdadera humanidad del Hijo de Dios. Diríamos que para Lucas, con una segunda intención, el verdadero bautismo de Jesús no es el de Juan, donde no hay diálogo ni nada. Incluso el acto de “sumergirse” como acción penitencial en el agua del Jordán pasa a segundo término. Es la oración de Jesús la que logra poner esta escena a la altura de la teología cristiana que quiere Lucas.

 El bautismo de Jesús, en Lucas, tiene unas resonancias más proféticas. Hace oración porque al salir del agua (esto se ha de tener muy en cuenta), y estando en oración, desciende el Espíritu sobre él. Porque es el Espíritu, como a los verdaderos profetas, el que cambia el rumbo de la vida de Jesús, no el bautismo de penitencia de Juan. Lucas no ha necesitado poner el diálogo entre Juan y Jesús, como en Mt 3,13-17, en que se muestra la sorpresa del Bautista. Las cosas ocurren más sencillamente en el texto de Lucas: porque el verdadero bautismo de Jesús es en el Espíritu para ser profeta del Reino de Dios; esta es su llamada, su unción y todo aquello que marca una diferencia con el mundo a superar del AT. Se ha señalado, con razón, y cualquiera lo puede leer en el texto, que la manifestación celeste del Espíritu Santo y la voz que “se oye” no están en relación con el bautismo, que ya ha ocurrido, sino con la plegaria que logra la revelación de la identidad de Jesús. El Hijo de Dios, como los profetas, por haber sido del pueblo y vivir en el pueblo, necesita el Espíritu como “bautismo” para ser profeta del Reino que ha de anunciar.

Fray Miguel de Burgos Núñez
(1944-2019)


7/1/22

EVANGELIO SABADO 08-01-2022 SAN MARCOS 6, 34-44 II SEMANA DE NAVIDAD

 




En aquel tiempo, Jesús vio una multitud y se compadeció de ella, porque andaban como ovejas que no tienen pastor; y se puso a enseñarles muchas cosas.
Cuando se hizo tarde se acercaron sus discípulos a decirle:
«Estamos en despoblado y ya es muy tarde. Despídelos, que vayan a los cortijos y aldeas de alrededor y se compren de comer».
Elles replicó:
«Dadles vosotros de comer».
Ellos le preguntaron:
«¿Vamos a ir a comprar doscientos denarios de pan para darles de comer?».
Él les dijo:
«¿Cuántos panes tenéis? Id a ver».
Cuando lo averiguaron le dijeron:
«Cinco, y dos peces».
Él les mandó que la gente se recostara sobre la hierba verde en grupos. Ellos se acomodaron por grupos de cien y de cincuenta.
Y tomando los cinco panes y los dos peces, alzando la mirada al cielo, pronunció la bendición, partió los panes y se los iba dando a los discípulos para que se los sirvieran. Y repartió entre todos los dos peces.
Comieron todos y se saciaron, y recogieron las sobras: doce cestos de pan y de peces.
Los que comieron eran cinco mil hombres.

                                    Es palabra de Dios

REFLEXION

Desbordados por las multitudes que Jesús ha atraído, invita a sus discípulos,  para tomarse un tiempo de retiro en un lugar desierto. Sin embargo, la multitud no les deja en paz y se presenta en el lugar al que ellos van.

Jesús despliega allí su compasión. Enseña a sus discípulos cómo responder a las necesidades de las personas: Primero una sensibilidad ante las necesidades de los demás y segundo, la reacción ante esa necesidad.

La reacción brota desde el corazón, desde las entrañas que se mueven ante esas necesidades. Obrar de esta manera es la mejor respuesta al regalo que, cada día, Dios nos concede. Como vemos  el milagro aparece como un acto espontáneo de generosidad de Jesús, no como respuesta a la petición de una persona que está necesitada.

El hecho de que la multitud persiga a Jesús pone de relieve el hambre espiritual y la esperanza que él ha suscitado en ellos. Jesús pasa a dar una respuesta al hambre de la multitud y a la esperanza que muestran en Él.

12“Dios es amor”, es la definición más bella de Dios. Ese amor lo manifestó su Hijo Jesús en su actuación ante los demás, ante toda la humanidad necesitada de liberación y de humanización. Esta humanización la lograremos ejercitando la cultura del amor, pues Él nos enseñó y practicó esa cultura.

Fr. Mitxel Gutiérrez Sánchez O.P.
Casa Ntra.Sra. de los Ángeles (Vitoria)


6/1/22

EVANGELIO VIERNES 07-01-2022 SAN MATEO 4, 12-17, 23-25 II SEMANA DE NAVIDAD

 




En aquel tiempo, al enterarse Jesús de que habían arrestado a Juan se retiró a Galilea.
Dejando Nazaret se estableció en Cafarnaún, junto al mar, en el territorio de Zabulón y Neftalí, para que se cumpliera lo dicho por medio del profeta Isaías:
«Tierra de Zabulón y tierra de Neftalí,
camino del mar, al otro lado del Jordán,
Galilea de los gentiles.
El pueblo que habitaba en tinieblas
vio una luz grande;
a los que habitaban en tierra y sombras de muerte,
una luz les brilló».
Desde entonces comenzó Jesús a predicar diciendo:
«Convertíos, porque está cerca el reino de los cielos».
Jesús recorría toda Galilea enseñando en sus sinagogas, proclamando el evangelio del reino y curando toda enfermedad y toda dolencia en el pueblo.
Su fama se extendió por toda Siria y le traían todos los enfermos aquejados de toda clase de enfermedades y dolores, endemoniados, lunáticos y paralíticos. Y él los curó.
Y lo seguían multitudes venidas de Galilea, Decápolis, Jerusalén, Judea y Transjordania.

                                       Es palabra de Dios

REFLEXION

Ayer celebrábamos la Epifanía, la manifestación del Hijo Unigénito, hecho niño en Belén, a los pueblos gentiles. Hoy contemplamos la manifestación de ese Hijo Unigénito, hecho hombre, predicando a todos los pueblos el Reino de Dios y llamándolos a la conversión.

En este capítulo 4 de Mateo empieza la vida pública de Jesús. Éste acaba de ser bautizado por Juan y está de regreso de su preparación en el desierto, acogiendo el proyecto del Padre para sí y enfrentándose a las tentaciones que intentan apartarlo de este proyecto. Se retira a Galilea y comienza su predicación recorriendo todos esos lugares fronterizos y paganos, para que se cumpliera lo dicho por el profeta Isaías:

¡Tierra de Zabulón y tierra de Neftalí, camino del mar, al otro lado del Jordán, Galilea de los gentiles! El pueblo que habitaba en tinieblas ha visto una gran luz; a los que habitaban en tinieblas y en sombra de muerte una luz les brilló.

Juan está arrestado. Y más adelante, en el capítulo 11, nos dice que estando en la cárcel, habiendo recibido noticias de Jesús y su predicación,  envía a dos de sus discípulos a preguntarle: ¿Eres tú el que ha de venir, o debemos esperar a otro? Jesús les responde: Id y contad a Juan lo que oís y veis: los ciegos ven y los cojos andan, los leprosos quedan limpios y los sordos oyen, los muertos resucitan y se anuncia a los pobres la Buena Noticia.

Nuestro Dios ha plantado su tienda en medio de su pueblo. No ha hecho distinciones entre judíos y gentiles. Él ha venido a salvarnos a todos y a curar todas nuestras enfermedades y dolencias; a sanar nuestro cuerpo y nuestro espíritu. Pero tal vez nosotros estemos esperando a otro salvador, y cegados por las luces artificiales de nuestro mundo, no podamos ver la Luz verdadera que brilla en nuestros corazones y que resplandece en todos los que, en su nombre, siguen curando a los enfermos, dando de comer a los hambrientos y predicando la Buena Noticia.

Oración

Señor, te damos gracias por hacerte presente en medio de nosotros y manifestarnos el Reino de Dios. No dejes que vivamos sumergidos en la noche de nuestro mundo. Abre nuestros ojos para que podamos contemplar tu Luz.  Conviértenos a Ti para que te sigamos y seamos portadores de tu Luz, y así poder iluminar a todos los que viven en tinieblas y en sombra de muerte, y extender el Reino hasta los confines de la tierra. AMÉN.   

Sor Mª Montserrat Román Sánchez, OP
Monasterio Santa María de Gracia – Córdoba


5/1/22

06 DE ENERO : EPIFANIA DEL SEÑOR

 




La Fiesta de Epifanía se celebra, desde el año 380, el 6 de enero. Fue el Concilio de Nicea quien determinó que la Navidad se celebrara el 25 Diciembre y no el 6 de enero como se hacia antes y como todavía sigue haciendo la Iglesia Oriental. Desde entonces el 6 de enero quedó para el recuerdo de un dogma del nacimiento de Cristo: la Manifestación del Señor, que es lo que significa Epifanía del Señor.

El carácter de esta fiesta es desvelar un sentido teológico de la humanidad de Jesús. En él se nos revela Dios  como haciéndose visible y solidario completamente con la humanidad. Nunca antes había existido ni existirá otra presencia igual ante los seres humanos; es la presencia de Dios entre nosotros de una manera inimaginable para la razón. En la Navidad, pues, contemplamos esa identidad con nuestra condición en la forma de un niño en precarias condiciones y con las necesidades de un ser indefenso; en la Epifanía más bien paramos mientes en la condición divina que posee ese ser humano.

Por lo que sabemos ya desde la Edad Media existía la costumbre de disfrazar a los niños de reyes magos y recorrer los poblados pidiendo limosnas y regalos para celebrar esta fiesta y hacerlo con golosinas muy distintas de los regalos que hoy reciben los niños del orbe cristiano. En verdad los evangelios no hablan de Reyes Magos sino de magos o adivinos y nada dicen que fueran precisamente tres. La fantasía popular sigue  reinventándose muchas formas de estos personajes hasta nuestros días. Menos aún sabemos sus nombres, de los que ya S. Juan Crisóstomo cita 14 pero en algunas catacumbas aparecen tres. Un códice del siglo VII es el primero que les asigna los nombres con que hoy los conocemos. La tradición señalaba sus restos en Milán hasta una expoliación  que los trasladó a la catedral de Colonia, donde se siguen visitando. Hoy nos encontramos con la proliferación de cabalgatas de los reyes en cada lugar y con la fijación en los regalos a los niños, que quizá estuviera más apropiado hacer en la fiesta de Navidad, fiesta del Niño divino.

Fr. Antonio Osuna Fernández-Largo O.P.
Convento de San Esteban (Salamanca)


EVANGELIO JUEVES 06-01-2022 SAN MATEO 2, 1-12 II SEMANA DE NAVIDAD

 




Habiendo nacido Jesús en Belén de Judea en tiempos del rey Herodes, unos magos de Oriente se presentaron en Jerusalén preguntando:
«¿Dónde está el Rey de los judíos que ha nacido? Porque hemos visto salir su estrella y venimos a adorarlo».
Al enterarse el rey Herodes, se sobresaltó y toda Jerusalén con él; convocó a los sumos sacerdotes y a los escribas del país, y les preguntó dónde tenia que nacer el Mesías.
Ellos le contestaron:
«En Belén de Judea, porque así lo ha escrito el profeta:
“Y tú, Belén, tierra de Judá,
no eres ni mucho menos la última
de las poblaciones de Judá,
pues de ti saldrá un jefe
que pastoreará a mi pueblo Israel”».
Entonces Herodes llamó en secreto a los magos para que le precisaran el tiempo en que había aparecido la estrella, y los mandó a Belén, diciéndoles:
«Id y averiguad cuidadosamente qué hay del niño y, cuando lo encontréis, avisadme, para ir yo también a adorarlo».
Ellos, después de oír al rey, se pusieron en camino y, de pronto, la estrella que habían visto salir comenzó a guiarlos hasta que vino a pararse encima de donde estaba el niño.
Al ver la estrella, se llenaron de inmensa alegría. Entraron en la casa, vieron al niño con Maria, su madre, y cayendo de rodillas lo adoraron; después, abriendo sus cofres, le ofrecieron regalos: oro, incienso y mirra.
Y habiendo recibido en sueños un oráculo, para que no volvieran a Herodes, se retiraron a su tierra por otro camino.

                                     Es palabra de Dios

REFLEXION

No sabemos si sería fría o no; lo que es seguro es que tuvo que ser una noche oscura y sin nubes. Si no, no hubieran podido volver a ver aquella estrella -quizás un cometa- que les volvió a guiar hasta Belén. Al menos así lo imagina uno al leer este relato que el Evangelio de hoy nos ofrece. Lo de menos es lo que tenga de histórico. La intención de Mateo es claramente catequética: mostrar con el relato de la llegada de los Magos de Oriente a adorar al niño la universalidad de la manifestación de Dios en su Hijo Encarnado. En aquel niño nacido de María en Belén, Dios ha venido para revelar su verdadero rostro, su Verdad, a toda la humanidad -a todas las naciones, culturas, razas, lenguas, religiones,…-. Para aquellas comunidades cristianas del siglo primero oír hablar de extraños Magos de Oriente adorando al Niño Jesús era la mejor manera de que comprendieran que el Hijo de Dios se había hecho hombre para manifestar (“Epifanía”) absolutamente a todo ser humano, sin distinciones ni excepciones de ningún tipo, el inmenso amor salvador de Dios.

En el relato todo es simbólico, todo tiene su significado. También la noche, oscura y limpia, también la estrella. Todos, cristianos o no cristianos, estamos invitados a buscar, encontrar, acoger, agradecer y adorar este inusitado gesto del Amor de Dios: hacerse uno de nosotros para revelar su Verdad y poder regalarnos la Salvación. Pero hace falta ponerse en camino, en mitad de la noche oscura, y buscar estrellas que nos guíen. La noche está ahí: nos rodea a todos, y cada vez más oscura, temible y amenazante. El camino se hace caminando: dejando atrás comodidades, convicciones, ataduras,… Y en cuanto a las estrellas que guían…: las hay también, pero hay que buscarlas y luego seguirlas.

Todos tenemos en nuestras vidas estrellas que se nos aparecen luminosas y nos muestran el camino a seguir. Pueden ser personas concretas, pueden ser acontecimientos que nos marcan, pueden ser vivencias que encienden algo especial en el corazón. Eso sí, hay que pararse a contemplarlas, detenerse a mirar qué dirección señalan, discernir con sinceridad si son auténticas y nos llevan por caminos de más amor y más humanidad, o luces falsas que nos llevan a la inautenticidad o al egoísmo. Y luego, por supuesto, seguirlas. Haciéndolo así cualquier persona, como aquellos extraños Magos de tierras lejanas, acabará encontrándose con el Dios de la Vida que se hace presente y cercano para mostrarnos su Amor.


4/1/22

EVANGELIO MIERCOLES 05-01-2022 SAN JUAN 1, 43-51 II SEMANA DE NAVIDAD

 




En aquel tiempo, determinó Jesús salir para Galilea; encuentra a Felipe y le dice:
«Sígueme».
Felipe era de Betsaida, ciudad de Andrés y de Pedro. Felipe encuentra a Natanael y le dice:
«Aquel de quien escribieron Moisés en la ley y los profetas, lo hemos encontrado: Jesús, hijo de José, de Nazaret».
Natanael le replicó:
«¿De Nazaret puede salir algo bueno?».
Felipe le contestó:
«Ven y verás».
Vio Jesús que se acercaba Natanael y dijo de él:
«Ahí tenéis a un israelita de verdad, en quien no hay engaño».
Natanael le contesta:
«¿De qué me conoces?».
Jesús le responde:
«Antes de que Felipe te llamara, cuando estabas debajo de la higuera, te vi».
Natanael respondió:
«Rabí, tú eres el Hijo de Dios, tú eres el Rey de Israel».
Jesús le contestó:
«¿Por haberte dicho que te vi debajo de la higuera, crees? Has de ver cosas mayores».
Y le añadió:
«En verdad, en verdad os digo: veréis el cielo abierto y a los ángeles de Dios subir y bajar sobre el Hijo del hombre».

                        Es palabra de Dios

REFLEXION

El evangelio nos relata el encuentro de Jesús con Felipe y Natanael y su invitación a seguirle. “En la fe cristiana todo comienza con un encuentro”, y cada seguidor de Jesús vive este encuentro desde su personalidad única y con rasgos únicos. El encuentro con Jesús siempre es personal. Pero en todo encuentro con Jesús hay notas comunes. En todos ellos, cada uno dirá su historia, Jesús produce un impacto especial, una seducción positiva, un caer en la cuenta de que se está ante alguien que está por encima de cualquier otro hombre, de que se está ante el que es el Hijo de Dios y merece la pena amarle, seguirle, hacerle caso, porque nadie como él va a llenar nuestra vida de luz, de sentido, de esperanza y, por supuesto, de amor. Es lo que les sucedió a Felipe, a Natanael y a todos los cristianos conocidos y desconocidos. Es lo que le sucedió al Papa Francisco que nos asegura: “La fe, para mí, nació del encuentro con Jesús. Un encuentro personal, que tocó mi corazón y dio una nueva dirección y un nuevo sentido a mi existencia”. En su Exhortación Apostólica Evangelii gaudium, insiste: “Invito a cada cristiano, en cualquier lugar y situación en que se encuentre, a renovar ahora mismo su encuentro personal con Jesucristo o, al menos, a tomar la decisión de dejarse encontrar por Él, de intentarlo cada día sin descanso”.

Fray Manuel Santos Sánchez O.P.
Convento de Santo Domingo (Oviedo)


3/1/22

EVANGELIO MARTES 04-01-2022 SAN JUAN 1, 35-42 II SEMANA DE NAVIDAD

 




En aquel tiempo, estaba Juan con dos de sus discípulos y, fijándose en Jesús que pasaba, dice:
«Este es el Cordero de Dios».
Los dos discípulos oyeron sus palabras y siguieron a Jesús. Jesús se volvió y, al ver que lo seguían, les pregunta:
«¿Qué buscáis?».
Ellos le contestaron:
«Rabí (que significa Maestro), ¿dónde vives?».
Él les dijo:
«Venid y veréis».
Entonces fueron, vieron dónde vivía y se quedaron con él aquel día; era como la hora décima.
Andrés, hermano de Simón Pedro, era uno de los dos que oyeron a Juan y siguieron a Jesús; encuentra primero a su hermano Simón y le dice:
«Hemos encontrado al Mesías (que significa Cristo)».
Y lo llevó a Jesús. Jesús se le quedó mirando y le dijo:
«Tú eres Simón, el hijo de Juan; tú te llamarás Cefas (que se traduce: Pedro)».

                       Es palabra de Dios

REFLEXION

Hemos entrado en un nuevo año y con seguridad muchos de nosotros acogemos esta entrada como si la vida empezara de nuevo, como una página en blanco que se nos regala, un camino a estrenar.

En este sentido, también la llamada del Señor a seguirle resuena como una vuelta al amor primero, a  aquel día que tuvimos la suerte de sentirnos seducidos por Cristo y nos decidimos a acompañarle por los caminos a los que Él nos condujo, a veces poco a poco tras un tiempo largo y lento de maduración, otras veces de manera más repentina y rápida.

¿Dónde y con quién estábamos en ese momento? ¿Quiénes fueron las personas que nos hablaron de Jesús? ¿Qué buscábamos y qué nos atrajo del Señor entonces?

Mirar hacia atrás y recordar la propia vocación nos permite tomar conciencia agradecida de la propia historia de Salvación, en la que percibimos con claridad el empeño del Señor por llevarnos por caminos de Vida.

Pero la Palabra de Dios es siempre actual; El Señor nos llama hoy, como si fuera el primer día, con la misma fuerza, con el mismo Amor y nos pregunta de forma personal a cada uno, pero también como comunidades y como Iglesia: ¿Qué buscáis?

Y como aquellos discípulos, sin saber muy bien poner nombre a nuestras búsquedas pero intuyendo que la respuesta a ellas está en Aquél que ha puesto su mirada en nosotros, quizás necesitemos también preguntarle a Él: Maestro, ¿dónde vives?, ¿dónde encontrarte en medio de nuestras dudas y desalientos?

Y el Maestro, como entonces, deja sin respuesta nuestra necesidad de tenerlo todo claro para ponernos en ruta y simplemente nos invita a ir con Él y hacer la experiencia de encarnar el Evangelio en la vida de cada día, para después poder acompañar a otros y llevarles a Jesús, quizás sobre todo a través de nuestro testimonio sencillo de una vida que se alegra en Dios y que trata de vivir desde Él.

Hagámonos conscientes en este día de nuestra propia historia vocacional. Acojamos sus luces y sombras; sus etapas.

Pero, sobre todo, sepamos descubrir ese germen, siempre intacto, que es la presencia de Dios en cada uno y del que nos habla hoy la primera lectura tomada de la primera carta del apóstol San Juan: un germen de justicia a partir del cual nacer y renacer, una y otra vez, como hijos e hijas de Dios.

Acojamos este nuevo año que comenzamos como un regalo para poder seguir respondiendo a la llamada que Dios nos hace hoy, desde el lugar en el que estamos,  la realidad que vivimos y las posibilidades que tenemos. Que podamos hacerlo con agradecimiento y alegría porque el Señor cuenta con cada uno de nosotros: aquí nadie sobra. Y la aventura a que nos llama es apasionante.

Hna. María Ferrández Palencia, OP
Congregación Romana de Santo Domingo


2/1/22

EVANGELIO LUNES 03-01-2022 SAN JUAN 1, 29-34 II SEMANA DE NAVIDAD

 




Al día siguiente, al ver Juan a Jesús que venía hacia él, exclamó:
«Este es el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo. Este es aquel de quien yo dijo: “Tras de mí viene un hombre que está por delante de mí, porque existía antes que yo”. Yo no lo conocía, pero he salido a bautizar con agua, para que sea manifestado a Israel».
Y Juan dio testimonio diciendo:
«He contemplado al Espíritu que bajaba del cielo como una paloma, y se posó sobre él. Yo no lo conocía, pero el que me envió a bautizar con agua me dijo: “Aquel sobre quien veas bajar el Espíritu y posarse sobre él, ese es el que bautiza con Espíritu Santo”. Y yo lo he visto y he dado testimonio de que este es el Hijo de Dios».

                                             Es palabra de Dios

REFLEXION

El testimonio de Juan Bautista sobre Jesús es muy valioso e importante. El evangelista, que fue su discípulo, lo recoge, lo medita y lo resume en una frase: “Este es el Cordero de Dios”. Jesús es el Cordero y Siervo de Dios.

El Siervo de Dios anunciado por el profeta Isaías hace referencia a la encarnación del Salvador, cumpliendo Dios su promesa con posterioridad. 

Jesús es quien carga con los pecados del HOMBRE y se ofrece, inocente, para expiar por ellos. Él es el que quita el pecado del mundo, es decir, el que restablece las relaciones de paz entre Dios y los hombres, haciendo que éstos sean de nuevo hijos suyos.

El Cordero Pascual, que los judíos sacrificaban cada año para celebrar su liberación de Egipto y el paso del mar Rojo, es figura de Jesús. Con su muerte y resurrección nos hace pasar, a través del agua del Bautismo, de la esclavitud del pecado a la libertad de los hijos de Dios.

La liturgia del Domingo de Resurrección y los Prefacios Pascuales nos lo recuerdan al citar estas palabras de San Pablo: “Nuestro Cordero Pascual, Cristo, ha sido inmolado”. Esta tradición, que reconoce en Cristo al verdadero Cordero Pascual, se remonta a los orígenes mismos del cristianismo.

¿Estoy en Comunión con Dios?

¿Pienso en el gratuito Amor de Dios y lo transmito a mis hermanos?

Dña. Montserrat Palet Dalmases
Fraternidad Laical de Santo Domingo (Barcelona)


1/1/22

EVANGELIO DOMINGO 02-01-2022 SAN JUAN 1, 1-13 II DOMINGO DE NAVIDAD

 




En el principio existía el Verbo, y el Verbo estaba junto a Dios, y el Verbo era Dios.
Él estaba en el principio junto a Dios.
Por medio de él se hizo todo, y sin él no se hizo nada de cuanto se ha hecho.
En él estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres.
Y la luz brilla en la tiniebla, y la tiniebla no lo recibió.
Surgió un hombre enviado por Dios, que se llamaba Juan: éste venía como testigo, para dar testimonio de la luz, para que todos creyeran por medio de él.
No era él la luz, sino el que daba testimonio de la luz.
El Verbo era la luz verdadera, que alumbra a todo hombre, viniendo al mundo.
En el mundo estaba; el mundo se hizo por medio de él, y el mundo no lo conoció.
Vino a su casa, y los suyos no lo recibieron.
Pero a cuantos lo recibieron, les dio poder de ser hijos de Dios, a los que creen en su nombre.
Estos no han nacido de sangre, ni de deseo de carne,
ni de deseo de varón, sino que han nacido de Dios.
Y el Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros, y hemos contemplado su gloria: gloria como del Unigénito del Padre, lleno de gracia y de verdad.
Juan da testimonio de él y grita diciendo:
«Este es de quien dije: el que viene detrás de mí se ha puesto delante de mí, porque existía antes que yo».
Pues de su plenitud todos hemos recibido, gracia tras gracia.
Porque la ley se dio por medio de Moisés, la gracia y la verdad nos ha llegado por medio de Jesucristo.
A Dios nadie lo ha visto jamás: Dios Unigénito, que está en el seno del Padre, es quien lo ha dado a conocer.

                                                           Es palabra de Dios

REFLEXION

Este segundo domingo de Navidad, después de la fiesta de María Madre de Dios con que abrimos el año nuevo, es una profundización en los valores más vivos de lo que significa la encarnación del Hijo de Dios.

 Esta es una de las páginas más gloriosas, profundas y teológicas que se hayan escrito para decir algo de lo que es Dios, de lo que es Jesucristo, y de lo que es el hecho de la encarnación, en esa expresión tan inaudita: el “Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros”. La encarnación se expresa mediante lo más profundo que Dios tiene: su Palabra; con ella crea todas las cosas, como se pone de manifiesto en el relato de la creación de Génesis 1; con ella llama, como su le sucede a Abrahán, el padre de los creyentes; con ella libera al pueblo de la esclavitud de Egipto; con ella anuncia los tiempos nuevos, como ocurre en las palabras de los profetas auténticos de Israel; con ella salva, como acontece con Jesucristo que nos revela el amor de este Dios. El evangelio de Juan, pues, no dispone de una tradición como la de Lucas para hablarnos de la anunciación y del nacimiento de Jesús, pero ha podido introducirse teológicamente en esos misterios mediante su teología de la Palabra. También, en nosotros, es muy importante la palabra, como en Dios. Con ella podemos crear situaciones nuevas de fraternidad; con nuestra palabra podemos dar vida a quien esté en la muerte del abandono y la ignominia, o muerte a quien esté buscando algo nuevo mediante compromisos de amor y justicia. Jesús, pues, también se ha encarnado para hacer nuestra palabra (que expresa nuestros sentimientos y pensamientos, nuestro yo más profundo, lo que sale del corazón) una palabra de luz y de misericordia; de perdón y de acogida. El ha puesto su tienda entre nosotros... para ser nuestro confidente de Dios.

 El himno y las sentencias que lo constituyen se relaciona con las especulaciones sapienciales judías. El filósofo judío de la religión, Filón de Alejandría, que vivió en tiempos de Jesús, hizo suyas aquellas reflexiones, pero en vez de sabiduría habló de la Palabra divina, del Logos. En el judaísmo «sabiduría» y «palabra de Dios» significaban prácticamente lo mismo. Sobre este tema desarrolló Filón una serie de profundas ideas. En el himno al Logos de Juan han podido influir otras corrientes conceptuales de aquella época. Fuera como fuere, en el texto joánico la idea del Logos tiene una acuñación cristiana propia, una forma inconfundible ligada a la persona de Jesús. Se interpreta, en efecto, esta persona, mediante los conceptos ya existentes sobre la Palabra de Dios, de una manera no por supuesto absolutamente nueva, pero sí profundizada.

 El Logos, en griego, la Palabra divina, se ha hecho carne, es nuestra luz. Quizás parece demasiado especulativa la expresión. Pero recorriendo el himno al Verbo, descubrimos toda una reflexión navideña del cuarto evangelio. El Verbo ilumina con su luz. La iniciativa no parte de la perentoria necesidad humana, sino del mismo Dios que contempla la situación en la que se encuentra la humanidad. Suya es la iniciativa, suyo el proyecto. En el Verbo estaba la vida y la vida es la luz de los hombres. Por eso viene a los suyos, que somos nosotros. La especulación deja de ser altisonante para hacerse verdaderamente antropológica, humana. Pone su tienda entre nosotros, el Logos, la Sabiduría, el Hijo, Dios mismo en definitiva. ¿Cómo? No como en el el AT, en la tienda del tabernáculo en el desierto, ni en un “Sancta Sanctorum”, sino en la humanidad misma que era la que verdaderamente necesitaba ser dignificada. El hombre es imagen de Dios, y esa imagen se pierde si la luz no nos llega. Y esa luz es la Palabra, Jesucristo.

Fray Miguel de Burgos Núñez
(1944-2019)