Es palabra de Dios
REFLEXION
Hemos entrado en un nuevo año y con seguridad
muchos de nosotros acogemos esta entrada como si la vida empezara de nuevo,
como una página en blanco que se nos regala, un camino a estrenar.
En este sentido, también la llamada del Señor a
seguirle resuena como una vuelta al amor primero, a aquel día que tuvimos
la suerte de sentirnos seducidos por Cristo y nos decidimos a acompañarle por
los caminos a los que Él nos condujo, a veces poco a poco tras un tiempo largo
y lento de maduración, otras veces de manera más repentina y rápida.
¿Dónde y con quién estábamos en ese momento?
¿Quiénes fueron las personas que nos hablaron de Jesús? ¿Qué buscábamos y qué
nos atrajo del Señor entonces?
Mirar hacia atrás y recordar la propia vocación nos
permite tomar conciencia agradecida de la propia historia de Salvación, en la
que percibimos con claridad el empeño del Señor por llevarnos por caminos de
Vida.
Pero la Palabra de Dios es siempre actual; El Señor
nos llama hoy, como si fuera el primer día, con la misma fuerza, con el mismo
Amor y nos pregunta de forma personal a cada uno, pero también como comunidades
y como Iglesia: ¿Qué buscáis?
Y como aquellos discípulos, sin saber muy bien
poner nombre a nuestras búsquedas pero intuyendo que la respuesta a ellas está
en Aquél que ha puesto su mirada en nosotros, quizás necesitemos también
preguntarle a Él: Maestro, ¿dónde vives?, ¿dónde encontrarte
en medio de nuestras dudas y desalientos?
Y el Maestro, como entonces, deja sin respuesta
nuestra necesidad de tenerlo todo claro para ponernos en ruta y simplemente nos
invita a ir con Él y hacer la experiencia de encarnar el Evangelio en la vida
de cada día, para después poder acompañar a otros y llevarles a Jesús, quizás
sobre todo a través de nuestro testimonio sencillo de una vida que se alegra en
Dios y que trata de vivir desde Él.
Hagámonos conscientes en este día de nuestra propia
historia vocacional. Acojamos sus luces y sombras; sus etapas.
Pero, sobre todo, sepamos descubrir ese germen,
siempre intacto, que es la presencia de Dios en cada uno y del que nos habla
hoy la primera lectura tomada de la primera carta del apóstol San Juan: un
germen de justicia a partir del cual nacer y renacer, una y otra vez, como hijos
e hijas de Dios.
Acojamos este nuevo año que comenzamos como un
regalo para poder seguir respondiendo a la llamada que Dios nos hace hoy, desde
el lugar en el que estamos, la realidad que vivimos y las posibilidades
que tenemos. Que podamos hacerlo con agradecimiento y alegría porque el Señor
cuenta con cada uno de nosotros: aquí nadie sobra. Y la aventura a que nos
llama es apasionante.
Hna. María Ferrández Palencia, OP
Congregación Romana de Santo Domingo