Es palabra de Dios
REFLEXION
La lectura
del evangelio se introduce con un prólogo (Lc 1,1-4) en el que el evangelista
expone el método que ha seguido para componer su obra: ha usado tradiciones
vivas, orales y escritas, e incluso, sabemos hoy, que ha usado el evangelio de
Marcos como fuente. No quiere decir que lo siga al pie de la letra aunque, en
grandes bloques, le sirve como estructura. Lo que sí está claro es que Lucas,
con su mentalidad occidental, cuidadosa, historicista (en lo que cabe en
aquella época) se ha informado cuanto ha podido para escribir sobre Jesús de
Nazaret. No obstante, su obra no es la “historia de Jesús”, una historia más,
sino que, como en el caso de Marcos, es el evangelio, la buena noticia de Jesús
lo que importa. Por eso, en realidad, la lectura del evangelio tiene su fuerza
en el episodio de Jesús en la sinagoga de Nazaret, donde se había criado (Lc 4,
14-21), después de presentarlo como itinerante en la sinagogas de Galilea,
donde se comenzó a escuchar esa buena noticia para todos los hombres.
Es ya
significativo que el evangelio no se origina, no aparece en Jerusalén, sino en
el territorio que, como Galilea, tenía fama de influencias paganas y poco
religiosas, de acuerdo con las estrictas normas de Jerusalén. De ahí el dicho
popular: “y todo comenzó en Galilea”. Lucas, no obstante, concederá mucha
importancia al momento en que Jesús decide ir hacia la capital del judaísmo,
(9,51ss) ya que un profeta no puede evitar Jerusalén. Y Lucas es absolutamente
consciente que Jesús es el profeta definitivo de la historia de la humanidad.
Así nos lo presenta, pues, en ese episodio de la sinagoga del evangelio de hoy:
dando la gran noticia de un tiempo nuevo, de un tiempo definitivo en que
aquellos que estaban excluidos del mensaje salvífico de Dios, son en realidad
los primeros beneficiarios de esa buena nueva.
El relato de
la sinagoga de Nazaret, lo que leemos hoy (4,14-21) es una construcción muy
particular de Lucas; una de las escenas programáticas del tercer evangelista
que quiere marcar pautas bien definidas de quién es Jesús y lo que vino a hacer
entre los hombres. Eso no quiere decir que la escena no sea histórica, pero
está retocada por activa y por pasiva por nuestro autor para lograr sus
objetivos. Es el programa del profeta de Galilea que viene a su pueblo, Nazaret
y desde la sinagoga, lugar de la proclamación de la palabra de Dios, lanzar un
mensaje nuevo. Por ello, el mensaje que nos propone Lucas sobre lo que Jesús
pudo decir en Nazaret y en las otras sinagogas se inspira en textos bien
precisos (Is 61,1-2; 58,6) que hablan de la buena nueva para los ciegos, cojos,
pobres, excluidos o condenados de cualquier raza o condición.
Resaltemos,
pues, que el texto que se lee en la sinagoga,-el que le interesa citar a Lucas-,
es un texto profético, aunque también se leía y proclamaba la Ley (había una
lectura continua que se conoce como parashâh). El cristianismo, -no olvidemos
la primera lectura de hoy-, encuentra su fuente de inspiración más en las
palabras de los profetas que en las tradiciones jurídicas del Pentateuco
(halaka). Esto no lo podemos ignorar a la hora de entender y actualizar un
texto como este que Lucas ha construido sobre la predicación de Jesús en la
sinagoga de Nazaret. Jesús era un profeta y el pueblo lo veía como tal. Es eso
lo que Lucas quiere subrayar en primer lugar y por eso ha “empalmado dos textos
de Isaías para ajustar su mensaje liberador y de gracia.
Incluso se
va más allá, ya que Jesús, como profeta definitivo, corrige las mismas experiencias
de los profetas del Antiguo Testamento. En esos textos citados por Lucas se
hace caso omiso de la ira de Dios contra aquellos que no pertenecen al pueblo
de Israel. Dios, pues, el Dios de Jesús, no ama a un pueblo excluyendo a los
otros, sino que su proyecto es un proyecto universal de salvación para todos
los hombres. Por eso su mensaje es evangelio, buena nueva. Así concluye el
mensaje fundamental del evangelio de este domingo, aunque la escena es mucho
más compleja y determinante (no obstante, la continuación de la misma se guarda
como lectura evangélica para el próximo domingo). Lo importante está dicho: en
Galilea, Jesús profeta, rompiendo el silencio de Nazaret, nos trae la buena
nueva a todos los que la anhelamos, aunque seamos pecadores. Nadie está
excluido de la salvación de Dios.
Fray Miguel de Burgos Núñez
(1944-2019)