Es palabra de Dios
REFLEXION
El evangelio de hoy forma parte de una serie de
controversias de Jesús con los fariseos en torno a las comidas con los
pecadores (2,15-17), el ayuno (2, 18-22) o el tema del sábado como es este caso
(2,23- 28).
Los discípulos de Jesús al pasar por un sembrado
han arrancado una serie de espigas en sábado para abrirse camino, lo que
provoca el juicio por parte de los fariseos. Santificar el sábado era uno de
los mandamientos del decálogo recogidos en su doble tradición de Éxodo
(20,8-11) y Deuteronomio (5, 12-15) en el que, por cierto, se justifica con
razones diferentes.
En el fondo, el conflicto que se plantea entre
Jesús y los fariseos, es cómo actualizar en esas circunstancias concretas el
mandato de la Ley, cómo interpretar en el hoy lo dado por Dios en la época de
Moisés. Mientras los fariseos hacen una interpretación literal y rigorista de
la Ley, Jesús introduce un criterio de discernimiento cargado de novedad
recurriendo como buen Maestro a la misma Escritura para presentar sus
argumentos. Re-lee en el primer libro de Samuel el episodio en el que
David llega a atreverse por hambre, cometiendo casi un sacrilegio, a comer los
panes de la presencia que había en el santuario de Dios (1 Sm 21,2-7; Ex
25,23s).
El criterio de discernimiento, que utiliza Jesús
para actualizar en su tiempo el mandato del cumplimiento del sábado es el mismo
ser humano, su dignidad, la defensa de su vida, su integridad, su propio bien,
la fraternidad universal. No hay ley de Dios que sea verdaderamente divina y
pretenda atentar contra la vida o la dignidad del hombre y la mujer. Esto lo
entendió bien Sta. Margarita de Hungría, cuya fiesta celebramos hoy y lo ha
hecho suyo en su Magisterio el Papa Francisco: “Los creyentes nos vemos
desafiados a volver a nuestras fuentes para concentrarnos en lo esencial: la
adoración a Dios y el amor al prójimo, de manera que algunos aspectos de
nuestras doctrinas, fuera de su contexto, no terminen alimentando formas de
desprecio, odio, xenofobia, negación del otro” (FT 282). ¿Estamos atentos/as a
ello?