Es palabra
de Dios
REFLEXION
Una vez más los escribas intentan acorralar a Jesús
con sus enredos y paradojas. Quieren hacer ver al pueblo que incluso los milagros,
las curaciones, que Cristo realiza son obra del maligno, cualquier cosa con tal
de poner a la gente en contra de Él. El Maestro, con infinita paciencia, les
explica como sus acusaciones no tienen ningún sentido. Al final les avisa, les
lanza una de las advertencias más duras que podemos leer en el Evangelio: “El
que blasfeme contra el Espíritu Santo no tendrá perdón jamás, cargará con su
pecado para siempre”. Pecar contra Dios no tiene perdón.
Somos de naturaleza débil, por buenos propósitos e
intenciones que tengamos la tentación está ahí y es más fácil de lo que
pensamos caer en ella. Jesús dio poder a los Apóstoles para perdonar los
pecados. En muchas ocasiones nos habla del perdón, de la misericordia, incluso
cuando le preguntan cuántas veces se deben perdonar los pecados les contesta el
famoso “70 veces 7” pero aquí nos advierte del límite que no debemos traspasar:
pecar contra Dios, revelarnos contra Él, blasfemar contra el Espíritu Santo…
Los escribas intentan volver contra Cristo sus
buenas obras, sembrar la duda de que Dios está detrás de ellas, negar la
naturaleza del propio Jesús como Hijo del Padre y Él les contesta con una
claridad y una dureza que no deja lugar a dudas. Nuestros pecados serán
perdonados pero negar a Dios, revolverse contra Él, no. Eso no tiene perdón
porque, entre otras cosas estaríamos cayendo en la soberbia de negar la propia
existencia de Dios. Desgraciadamente hoy vemos con demasiada frecuencia cómo se
intenta apartar a Dios de la vida, del mundo. Debemos encomendarnos al Espíritu
Santo para no caer en la peor de las tentaciones: revelarnos contra Él.
D. Luis
Maldonado Fernández de Tejada, OP
Fraternidad Laical de Santo Domingo, de Almagro