REFLEXION
Esta disposición incondicional para el seguimiento
es la que nos narra Marcos en este evangelio. Cuando Juan Bautista es
arrestado, Jesús decide subir a Galilea, a predicar el Reino de Dios. Allí
llama a sus primeros discípulos, dos parejas de hermanos pescadores que
dejándolo todo le siguen a ojos ciegas. “Venid conmigo y os haré pescadores de
hombres”. Se ha cumplido el tiempo, dice Jesús, y propone la conversión y creer
la Buena Noticia. Son las dos condiciones del Reino. Convertirse, cambiar los
valores personales asimilando y realizando los valores del Reino, y creer la
Buena Noticia., es decir, creer en Jesús. Él es la buena nueva, el evangelio de
Dios; seguir a Jesús es cumplir la voluntad de Dios. Dos condiciones sencillas
que suponen una entrega permanente y decidida. Conversión, cambio de actitudes,
de criterios y de mentalidad. Abandonar los criterios mundanos, las tentaciones
del dinero, el poder y la influencia, y asumir los valores esenciales, la
verdad, la santidad, la justicia, el amor y la paz. Estos valores que la
enseñanza y el ejemplo de Jesús nos muestran a lo largo de su trayectoria
histórica. Así, siguiendo el ejemplo y la adhesión al Señor, nos vemos
obligados a convertir también nuestros hábitos y costumbres, nuestra vida
ejemplar. Asumiendo el mandato de Jesús de predicar el Reino y hacerlo presente
en el mundo, promovemos las actitudes fundamentales de las bienaventuranzas, resumen
del mensaje evangélico y criterio definitivo de salvación. La pobreza, el
hambre y sed de justicia, la fraternidad y solidaridad, la no violencia,
reconciliación y perdón, el amor al hermano, e incluso al enemigo, son los
ideales que hemos de defender y hacer valer en nuestro mundo, porque son los
valores que definen y hacen presente el Reino de Dios, la encarnación del
Evangelio de Jesús.
Propósito:
Despojarnos del hombre viejo, aferrado a lo mundano
y caduco y levantar nuestros ojos al Señor y a su misericordia, para salvar
este nuestro mundo.
D. Oscar
Salazar, O.P.
Fraternidad de
Laicos Dominicos de San Martín de Porres (Madrid)