Fue llamado "el apóstol de la
Valtelina"; nació en Piscaria en la orilla meridional del lago de Garda,
en la diócesis de Verona. Con 15 años, ingresó en los dominicos en Brescia,
estudió en San Marcos de Florencia. En este convento florecía, por obra del
Beato Antonio Della Chiesa, la reforma querida por el Beato Raimundo de Capua,
así Andrés se formó no sólo en el estudio, sino también en la sólida virtud.
Durante 45 años hizo un fecundo
apostolado en la zona de la Valtelina, en la frontera entre Suiza e Italia;
fundó el convento de Coira en el cantón de los Grisones en Suiza. Se le ha
definido “como consolador de los afligidos, padre de los pobres, maestro de los
iletrados y guía de los pecadores”. Predicó con celo la divina palabra,
confirmando a innumerables personas en la fe. Creó nuevas parroquias, fundó
monasterios, erigió, en el 1475, el célebre convento de Morbegno, que no sólo
contribuyó a la revitalización de la vida regular de la Orden, sino que también
fue un baluarte contra la herejía. Se negó aceptar cualquier grado de
superioridad. El único ofició que aceptó fue el que siempre ejerció: cuestante
o limosnero.
En esta vida de penitencia, de
oración, de increíbles fatigas perseveró hasta su muerte. Su cuerpo, todavía
hoy muy venerado, se encuentra en la iglesia parroquial de Morbegno, pueblo en
el que murió. Su culto fue confirmado en 1820 por Pío VII.
(Pbro. José
Manuel Silva Moreno)