Es palabra de Dios
REFLEXION
Las costumbres cultuales judías, no las contenidas
en la Ley, sino aquellas que las clases poderosas en lo social o en lo
religioso han ido imponiendo, disfrazadas de religiosidad pero alejadas del
espíritu. Esta es la causa del incumplimiento por parte de los discípulos de algunas
de aquellas costumbres.
Ciertamente el Dios que nos presenta y predica
Jesús tiene su origen en el Dios del Antiguo Testamento, al que presentamos
justiciero e inmisericorde. Pero Jesús ha venido a presentar el rostro
verdadero del Padre, un rostro nuevo, amable y poderoso como el vino nuevo. Los
seguidores de Jesús, entonces, ahora y siempre, necesitan, necesitamos, vivir,
expandirse como haría un vino joven y vivo, que fermenta. Lo malo es que, como
humanos que somos, tendemos a meter la espiritualidad viva y vital, en unas
caducas y rígidas estructuras de religiosidad y el resultado es que los odres
revientan porque no pueden aguantar la presión y el templo -el odre- se vacía,
porque no puede, -o no quiere-, adaptarse al progreso
Puede que esta sea la causa del vaciado de nuestros
templos: no dejamos crecer el espíritu encerrándolo en odres endurecidos, en
unas prácticas religiosas tradicionales y tradicionalistas. Los jóvenes en
cuerpo o mente, no importa la edad, quieren crecer, quieren vivir una fe
dominada por el espíritu, pero las estructuras, que nosotros mismos hemos
creado, e imponemos, tratan de encerrarlos en una religiosidad rígida y
obsoleta que a nadie atrae, salvo a los que piensan que la tradición, las
costumbres, los usos “de siempre” son lo bueno, lo santo y somos odres viejos
que quedan destrozados porque el crecimiento del vino joven termina por
romperlos.