Este domingo, las lecturas de la Palabra de Dios
tocan dos temas importantes en la vida de todo cristiano: el amor fraterno y la
dimensión profética. El amor nos impulsa a adoptar actitudes positivas ante la debilidad
del prójimo: todo lo excusa, todo lo tolera, todo lo comprende. Y la dimensión
profética nos mueve a dar testimonio de Jesús incluso en situaciones de rechazo
o de persecución, actitudes que pueden provenir, a veces, de la gente más
cercana: ningún profeta es bien recibido en su tierra.
Ambas actitudes están estrechamente unidas, porque
si damos testimonio de Jesús, incluso en situaciones adversas, es precisamente
por amor. Por amor a Jesús y por amor a aquellos a los que nos dirigimos, pues
nuestra primera intención no es criticar o condenar, sino ofrecer un anuncio
positivo que, sin duda, apela a un cambio de vida y, en este sentido, puede
resultar una crítica para determinadas actuaciones que no son coherentes con el
evangelio. Pero esta crítica es constructiva, no busca molestar, busca el bien
del otro, busca la conversión, porque precisamente en el cambio de ruta se
encuentra la buena dirección.
Fray Martín
Gelabert Ballester
Convento de San Vicente Ferrer (Valencia)