Es
palabra de Dios
REFLEXION
La actividad sanadora de Jesús, de la que la gente
se hace lenguas, provoca la afluencia incontenible de los que llegan de todos los
puntos cardinales con el deseo de ser curados de sus males. Él es como el
médico de una humanidad enferma, como la fuente oculta de la salvación. Así lo
reconocen los mismos espíritus maléficos cuando confiesan: “tu eres el Hijo de
Dios”.
Pero Jesús no quiere aceptar la confesión
espectacular y ambigua de estos seres misteriosos y malévolos, que parecen
estar en el secreto de su identidad divina. El desea ser reconocido a través de
un itinerario de fe. Sólo el que lo siga hasta el final descubrirá su verdadera
intimidad. Ese es el secreto de Jesús: sólo el que participe de sus
sentimientos, sólo el que se sume a su misión de mensajero del reino y de
enviado a los pobres, a los pecadores, a los que sufren, podrá comprender
el motivo de su comportamiento y el origen de su persona.
El evangelista Marcos es el que más insiste en la
conveniencia de no desvelar la personalidad de Jesús antes de tiempo. Su misión
es demasiado nueva y desconcertante como para que la comprendan en seguida y
sin ambigüedades los que le rodean. Sólo la culminación final de su vida (su
pasión, muerte y resurrección) revelará su identidad trascendente, y eso sólo a
la luz de la fe.
¿Reconoces en Jesús sólo a un taumaturgo o crees en
él como el enviado de Dios? ¿Lo admiras sólo como un hombre extraordinario o te
entregas a él como al que da sentido a tu vida?
Fray Emilio García Álvarez O.P.
Convento de Santo Tomás de Aquino (Sevilla)