Es palabra
de Dios
REFLEXION
Una vez más, en el evangelio de hoy aparece la
cuestión del sábado. Según la ley judía muchas cosas no se podían hacer en
sábado, que era el día más dedicado al Señor. Los fariseos interpretaban que no
se podía ni curar a los que sufrían alguna limitación y, por eso, “estaban al
acecho” a ver si Jesús curaba al hombre que sufría parálisis en un brazo. Jesús
para hacerles ver hasta dónde llega el sábado y sus prohibiciones, les plantea
una pregunta: “¿Qué está permitido en sábado?, ¿hacer lo bueno o lo malo?,
¿salvarle la vida a un hombre o dejarlo morir?”. Pocas veces nos muestra el
evangelio a Jesús con “una mirada de ira y dolido por la obstinación de los
fariseos”, a los que no convenció de su equivocada postura, pues después de que
Jesús curara al paralítico, “salieron de la sinagoga y se pusieron a planear
con los herodianos el modo de acabar con él”.
Apoyándonos en esta escena, nos es fácil
imaginarnos a Jesús haciéndonos la misma pregunta a nosotros: ¿Qué está
permitido en sábado… y todos los días de la semana? Por supuesto hacer el bien
y nunca el mal, que para nosotros podemos traducir en seguir a Jesús todos los
días de nuestra vida por el camino que él ha andado. De esta manera, la vida y
la vida en abundancia aflorará en nuestro corazón.