15/3/22

EVANGELIO MIERCOLES 16-03-2022 SAN MATEO 20, 17-28 II SEMANA DE CUARESMA

 




En aquel tiempo, subiendo Jesús a Jerusalén, tomando aparte a los Doce, les dijo por el camino:
«Mirad, estamos subiendo a Jerusalén, y el Hijo del hombre va a ser entregado a los sumos sacerdotes y a los escribas, y lo condenarán a muerte y lo entregarán a los gentiles, para que se burlen de él, lo azoten y lo crucifiquen; y al tercer día resucitará».
Entonces se le acercó la madre de los hijos de Zebedeo con sus hijos y se postró para hacerle una petición.
Él le preguntó:
«¿Qué deseas?».
Ella contestó:
«Ordena que estos dos hijos míos se sienten en tu reino, uno a tu derecha y el otro a tu izquierda».
Pero Jesús replicó:
«No sabéis lo que pedís. ¿Podéis beber el cáliz que yo he de beber?».
Contestaron:
«Podemos».
Él les dijo:
«Mi cáliz lo beberéis; pero sentarse a mi derecha o a mi izquierda no me toca a mí concederlo, es para aquellos para quienes lo tiene reservado mi Padre».
Los otros diez, al oír aquello, se indignaron contra los dos hermanos. Y llamándolos, Jesús les dijo:
«Sabéis que los jefes de los pueblos los tiranizan y que los grandes los oprimen. No será así entre vosotros: el que quiera ser grande entre vosotros, que sea vuestro servidor, y el que quiera ser primero entre vosotros, que sea vuestro esclavo.
Igual que el Hijo del hombre no ha venido a ser servido sino a servir y a dar su vida en rescate por muchos».

                       Es palabra del Señor

REFLEXION

Lo hemos ido tantas veces, que ya no nos sorprende. De no conocer el relato de este evangelio, de la muerte y resurrección de Jesús, nuestra sorpresa sería monumental. ¿Por qué condenan a muerte a Jesús? Sus palabras, su vida ¿incitan al odio, a la subversión, a la injusticia, al enfrentamiento de unos contra otros, a la guerra? Cómo es posible que el mismísimo Hijo de Dios, el que nos ha demostrado un amor claro y rotundo, el que, despojándose de su condición divina, se ha llegado hasta nosotros buscando siempre servirnos y no ser servido, ofreciéndonos la mejor noticia para los hombres, la noticia de cómo vivir nuestra vida para disfrutar de la chispa de felicidad que nos es dado en esta tierra y la felicidad total después de nuestra muerte… cómo es posible que los hombres, las autoridades de entonces, lograran matarle colgándole de una cruz como un malhechor? Es verdad que en nuestro tiempo recibimos casi todos los días noticias raras, como que un muchacho de quince año mata a sus padres y a un hermano de diez años, y no nos cabe en la cabeza y nos estremecemos de arriba a abajo… pero ¿cómo reaccionamos ante la noticia más sorprendente y estremecedora que se ha producido en la humanidad, la noticia de la muerte de Dios, del Hijo de Dios, el que vino a mostradnos su gran amor y su mensaje luminoso, por parte de los hombres?

Fray Manuel Santos Sánchez O.P.
Convento de Santo Domingo (Oviedo)


14/3/22

EVANGELIO MARTES 15-03-2022 SAN MATEO 23, 1-12 II SEMANA DE CUARESMA

 




En aquel tiempo, Jesús habló a la gente y a los discípulos, diciendo:
«En la cátedra de Moisés se han sentado los escribas y los fariseos: haced y cumplid todo lo que os digan; pero no hagáis lo que ellos hacen, porque ellos dicen, pero no hacen.
Lían fardos pesados y se los cargan a la gente en los hombros, pero ellos no están dispuestos a mover un dedo para empujar.
Todo lo que hacen es para que los vea la gente: alargan las filacterias y agrandan las orlas del manto; les gustan los primeros puestos en los banquetes y los asientos de honor en las sinagogas; que les hagan reverencias en las plazas y que la gente los llame “rabbí”.
Vosotros, en cambio, no os dejéis llamar “rabbí”, porque uno solo es vuestro maestro y todos vosotros sois hermanos.
Y no llaméis padre vuestro a nadie en la tierra, porque uno solo es vuestro Padre, el del cielo.
No os dejéis llamar maestros, porque uno solo es vuestro maestro, el Mesías.
El primero entre vosotros será vuestro servidor.
El que se enaltece será humillado, y el que se humilla será enaltecido».

                                  Es palabra del Señor

REFLEXION

En el evangelio de hoy se nos presenta la llegada de Jesús a Jerusalén donde proclama la venida del Reino, pero es re­chazado por los dirigentes religiosos de Israel. El comportamiento en la comunidad también es presentado a la luz y en contraste con el judaísmo del siglo I. Mateo pone en boca de Jesús tres prohibiciones dirigidas a los discípulos de atribuirse títulos honoríficos, académicos y religiosos (rabbí, padre, instructor). Estas prohibiciones “ad intra” de la comunidad, no solo salen al paso de posibles situaciones en el seno de esta, sino que cada una de ellas tienen alto contenido teológico. Las tres oraciones evocan el Shemá Israel (Dt 6,4), y con ellas se hace la profesión en un solo Dios, Padre del cielo y la confesión de un solo Cristo, el Mesías de Israel. La verdadera autoridad en la comunidad está ligada a la autoridad del Padre del cielo y a la de Jesús, único Maestro/Instructor, por tanto, los miembros de la comunidad son entre ellos hermanos y sus relaciones están caracterizadas por la igualdad.

Las tres prohibiciones de atribuirse títulos en la comunidad han de interpretarse a la luz de los versículos finales: “El mayor entre vosotros será vuestro servidor. Pues el que se ensalce, será humillado; y el que se humille, será ensalzado”. Mateo lleva así la idea de igualdad y solidaridad hasta a su máximo exponente. En la comunidad de Jesús no se puede dar un modelo de líder desde claves jerárquicas. La nueva fraternidad implica la renuncia al propio prestigio y una vida en favor de la comunidad a través del servicio cuya medida ha establecido el propio Jesús.

Una vez más la inversión de los valores en las relaciones intra-comunitarias respecto a otras formas de relación conlleva un giro revolucionario, incluso en el estilo de la autoridad.  Leyendo este evangelio no podemos olvidar que estamos en un proceso de sinodalidad, un sínodo que nos invita a interrogarnos qué tipo de liderazgo se da en nuestras comunidades y diócesis y a participar corresponsablemente en ellas desde la vocación a la que hemos sido llamados por el Bautismo, porque esto es lo que el Espíritu ha puesto en marcha. ¿Estamos siendo partícipes de este proceso sinodal con verdad y valentía desde lo que el Espíritu nos suscita?

Hna. Mariela Martínez Higueras O.P.
Congregación de Santo Domingo


13/3/22

EVANGELIO LUNES 14-03-2022 SAN LUCAS 6, 36-38 II SEMANA DE CUARESMA

 




En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«Sed misericordiosos como vuestro Padre es misericordioso; no juzguéis, y no seréis juzgados; no condenéis, y no seréis condenados; perdonad, y seréis perdonados; dad, y se os dará: os verterán una medida generosa, colmada, remecida, rebosante, pues con la medida con que midiereis se os medirá a vosotros».

                          Es palabra del Señor

REFLEXION

El Reino de Dios que ha inaugurado Jesús es una Nueva Realidad manifestada en los cielos abiertos que contemplamos en el Bautismo del Jordán. Se trata no ya de sentirnos interpelados, sino involucrados en las “razones” de Dios haciéndolas nuestras: “sed compasivos como Vuestro Padre”, “no juzguéis”, “no condenéis”, “perdonad”

Jesús, que acaba de elegir a sus doce apóstoles, comienza la predicación del Reino no solo con palabras, sino con signos y testimonios que hacen presente a Dios. Toda una imagen de la Iglesia que quiere ser Sacramento de Cristo y del Reino entre los hombres para servir y no para ser servida: “dad y se os dará...porque la medida que uséis la usarán con vosotros”.

No es fácil tarea, pero no estamos solos. Al igual que Daniel, acudamos al Señor, confesemos con humildad nuestras faltas y carencias, pero, con la alegría del perdón y la misericordia, seamos testigos y portadores de esta Esperanza a nuestros hermanos los hombres.

 Carlos José Romero Mensaque, O.P.
Fraternidad “Amigos de Dios” de Bormujos (Sevilla)

 


12/3/22

13 DE MARZO : SEGUNDO DOMINGO DE CUARESMA

 




Es importante meditar, en este segundo domingo de Cuaresma, sobre el evangelio de la transfiguración, que nos narra la subida de Cristo a lo alto de la montaña, donde se reveló la gloria de Dios.

Tan importante como vivir en la llanura del trabajo cotidiano y de la lucha por la justicia y el desarrollo es saber subir a lo alto de la oración y adquirir así visión y sentido de transcendencia. Quien se queda siempre en el valle de lágrimas del mundo y no asciende a la cercanía de Dios pierde la perspectiva del cielo y no ve la gloria blanca de la transfiguración.

Dice el Evangelio de este segundo domingo de Cuaresma que Cristo subió a lo alto de una montaña para orar y que allí el aspecto de su rostro cambió y sus vestidos brillaban de blancos. El blanco es el color de las manifestaciones divinas, el color de Dios. El blanco demuestra alegría y gloria, es signo de fiesta y de comienzo. Los cristianos deberíamos cambiar un poco el color de nuestra vida, de nuestra fe, esperanza y caridad. Es demasiado indefinido, poco brillante. Nos vestimos de tiniebla, nos cubrimos con apariencias, nos autodefendemos con nuestros tonos oscuros para no tener que mostrar a la luz nuestras manchas. Es urgente recobrar el blanco resplandeciente de la oración y de la cercanía de Dios.

Pero no hay que engañarse, no siempre se vive en éxtasis, en transfiguración y en luz. Hay que superar la tentación de quedarse en lo alto, estáticos, diciendo: «¡Qué hermoso es estar aquí!», y refugiándonos en falsas tiendas de campaña. Hay que bajar al valle de lo concreto y del trabajo en el mundo. El ritmo de subidas y bajadas, de transfiguraciones breves en espera de la definitiva de alegrías y tristezas, de cansancios y descansos es la verdad de la vida.

La verdadera transfiguración es una subida hacia la escucha de la Palabra del Hijo de Dios, palabra que viene de lo alto y no es fruto del pensamiento terreno, palabra que es luz y visión de eternidad.

 

FUENTE :  Andrés Pardo

 


EVANGELIO DOMINGO 13-03-2022 SAN LUCAS 9, 28b-36 II DOMINGO DE CUARESMA

 




En aquel tiempo, tomó Jesús a Pedro, a Juan y a Santiago y subió a lo alto del monte para orar. Y, mientras oraba, el aspecto de su rostro cambió y sus vestidos brillaban de resplandor.
De repente, dos hombres conversaban con él: eran Moisés y Elías, que, apareciendo con gloria, hablaban de su éxodo, que él iba a consumar en Jerusalén.
Pedro y sus compañeros se caían de sueño, pero se espabilaron y vieron su gloria y a los dos hombres que estaban con él.
Mientras estos se alejaban de él, dijo Pedro a Jesús:
«Maestro, ¡qué bueno es que estemos aquí! Haremos tres tiendas: una para ti, otra para Moisés y otra para Elías».
No sabía lo que decía.
Todavía estaba diciendo esto, cuando llegó una nube que los cubrió con su sombra. Se llenaron de temor al entrar en la nube.
Y una voz desde la nube decía:
«Este es mi Hijo, el Elegido, escuchadlo».
Después de oírse la voz, se encontró Jesús solo. Ellos guardaron silencio y, por aquellos días, no contaron a nadie nada de lo que habían visto.

                                                  Es palabra del Señor

REFLEXION

 ¿A dónde nos lleva el evangelio de hoy? Si seguimos el texto en sus inicios: subió al monte a orar. Esto es muy propio de Lucas y siempre en momentos importantes de la vida de Jesús. No hay nombre para el monte en ninguno de los evangelistas (cf Mt 17,1-9; Mc 9,2-10). El evangelista Lucas, a su manera, quiere asomarnos, por un pequeño instante, con los discípulos, a esa vida que no está limitada por nada ni por nadie. Quien escucha, hoy, en este domingo de Cuaresma, este pasaje del evangelio quedará sorprendido, porque no le será fácil entender todo lo que en él acontece. Pero debemos pensar que Lucas, recogiendo la tradición de Marcos, que es el primer evangelista que la asumió de otros, sabe que en su comunidad habrá dificultades para entenderla. De todas formas ha limado un poco su lenguaje y su intención catequética. La Transfiguración es una escena llena de contenidos simbólicos. Es como un respiro que Dios le concede a Jesús en su camino hacia Jerusalén, hacia la pasión y la muerte, con objeto de que alcance a experimentar un previamente la meta. Solo desde la oración, entiende Lucas, es posible vislumbrar lo que sucede en el alma de Jesús. Ese coloquio que Jesús mantiene con los personajes del Antiguo Testamento, Moisés y Elías, representan la Ley y los Profetas y con ellos se entabla un diálogo en profundidad sobre su “partida” (éxodo), sobre su futuro, en definitiva, sobre su muerte.

 La Transfiguración, pues, quiere ser una preparación para la hora tan decisiva que le espera a Jesús. Los discípulos más conocidos acompañan a Jesús en este momento, como sucederá también en el relato de Getsemaní, en el momento de la pasión, pero tanto aquí como allí, el verdadero protagonista es Jesús, porque es él quien afronta las consecuencias de su vida y del evangelio que ha predicado. No obstante, aquí los discípulos se ven envueltos en una experiencia profunda, trascendente, que les hace evadirse de toda realidad. Dos personajes, Moisés y Elías, que subieron cada uno en su momento al Sinaí para encontrarse con Dios, ahora se hacen testigos de esta experiencia. La presencia de estos personajes “adorna” la escena, pero no la llenan. En realidad la escena se llena de contenido con la voz divina que proclama algo extraordinario. Quien está allí es alguien más importante de Moisés y Elías, la Ley y los Profetas ¡que ya es decir! En realidad la escena se configura sencillamente con un “hombre” que ora intensamente a Dios para que no le falten las fuerzas en su “éxodo”, en su ida a Jerusalén. Todo en un monte que no tiene nombre y que no hay que buscarlo, aunque la tradición posterior haya designado el Tabor.

 Todo ha sucedido, según san Lucas, “mientras oraba”. Esto es especialmente significativo. Estas cosas intensas, espirituales, transformadoras, no pueden ocurrir más que en la otra dimensión humana. Es la dimensión en la que se revela que, sin embargo, el Hijo de Dios está allí. Los discípulos han vivido algo intenso, algo que no se esperaban (aunque de ellos no se dice que oren y esa es una diferencia digna de tener en cuenta); pero Jesús, que ha vivido esta experiencia más intensamente que ellos, sin embargo, sabe que debe bajar del monte misterioso de la Transfiguración para seguir su camino, para acercarse a los necesitados, para dar de beber a los sedientos y de comer a los hambrientos la palabra de vida. Su “éxodo” no puede ser como le hubiera gustado a Pedro, a sus discípulos, que pretenden quedarse allí instalados. Queda mucho por hacer, y dejar huérfanos a los hombres que no han subido a las alturas espirituales y misteriosas de la Transfiguración, sería como abandonar su camino de profeta del Reino de Dios. Probablemente Jesús vivió e hizo vivir a los suyos experiencias profundas; la de la transfiguración que se describe aquí puede ser una de ellas, pero siempre estuvo muy cerca de las realidades más cotidianas. No obstante, ello le valió para ir vislumbrando, como profeta, que tenía que llegar hasta dar la vida por el Reino.

Fray Miguel de Burgos Núñez
(1944-2019)

 


11/3/22

EVANGELIO SABADO 12-03-2022 SAN MATEO 5, 43-48 I SEMANA DE CUARESMA

 




En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«Habéis oído que se dijo: “Amarás a tu prójimo’ y aborrecerás a tu enemigo”.
Pero yo os digo: amad a vuestros enemigos y rezad por los que os persiguen, para que seáis hijos de vuestro Padre celestial, que hace salir su sol sobre malos y buenos, y manda la lluvia a justos e injustos.
Porque, si amáis a los que os aman, ¿qué premio tendréis? ¿No hacen lo mismo también los publicanos? Y, si saludáis solo a vuestros hermanos, ¿qué hacéis de extraordinario? ¿No hacen lo mismo también los gentiles? Por tanto, sed perfectos, como vuestro Padre celestial es perfecto».

                                              Es palabra del Señor

REFLEXION

¿Cómo es Dios? El padre que hace salir el sol sobre malos y buenos y manda la lluvia sobre justos e injustos. Y el texto pone en primer lugar a malos…

Sed perfectos, como es Dios Padre, para mostraros como hijos de Dios

No pongáis límites al amor; amad, amad al que os persigue y calumnia al que os aborrece y al enemigo; así tendréis la experiencia más increíble que una persona puede tener: seréis hijos de vuestro Padre que está en el cielo.

Dios me ama, no porque yo sea bueno sino porque él es bueno. Para mostrarte como hijo de Dios bueno ama sin líneas rojas en el amor.

No actúes como los paganos, o sea como gente que no conoce al Dios Amor, ni actúes como los publicanos, que actúan como si Dios no existiese.

Que la experiencia de saberte hijo de Dios te lleve a construir una sociedad de justicia y misericordia, de bondad y fraternidad, una sociedad en la que la palabra amor no sea una palabra vacía o una falsificación del camino de la plenitud humana que encontramos en el amor.

Ama y serás feliz. Ama y serás hijo de Dios. Ama y tu vida tendrá todo su sentido.

Fr. Isidoro Crespo Ganuza O.P.
Convento de S. Valentín de Berrio Ochoa (Villava)


10/3/22

EVANGELIO VIERNES 11-03-2022 SAN MATEO 5, 20-26 I SEMANA DE CUARESMA

 




«Si vuestra justicia no es mayor que la de los escribas y fariseos, no entraréis en el reino de los cielos.
Habéis oído que se dijo a los antiguos: “No matarás”, y el que mate será reo de juicio. Pero yo os digo: todo el que se deja llevar de la cólera contra su hermano será procesado. Y si uno llama a su hermano “imbécil” tendrá que comparecer ante el Sanedrín, y si lo llama “necio”, merece la condena de la “gehena” del fuego.
Por tanto, si cuando vas a presentar tu ofrenda sobre el altar, te acuerdas allí mismo de que tu hermano tiene quejas contra ti, deja allí tu ofrenda ante el altar y vete primero a reconciliarte con tu hermano, y entonces vuelve a presentar tu ofrenda.
Con el que te pone pleito procura arreglarte enseguida, mientras vais todavía de camino, no sea que te entregue al juez y el juez al alguacil, y te metan en la cárcel. En verdad te digo que no saldrás de allí hasta que hayas pagado el último céntimo».

                               Es palabra del Señor

REFLEXION

La Palabra de Dios siempre toca nuestra realidad y hoy el Evangelio, como espada de doble filo, penetra hasta las profundidades de nuestro interior en nuestras relaciones fraternas. Nos habla de nuestro trato con aquellos que llamamos “hermanos”, es decir, con los que habitualmente tenemos más cerca y, por tanto, con los que mas “roces” tenemos.

Jesús sube el listón y nos invita a dar el primer paso – el más difícil- para la reconciliación con aquellos que tienen algo contra nosotros: los que hemos ofendido, a quienes hemos dejado de lado, hemos ridiculizado o agredido.

Pero no nos quedemos solo a este nivel. Una auténtica reconciliación con nuestros hermanos está precedida por una reconciliación a la que restamos importancia.

Tenemos a uno que se ha hecho compañero de camino, Hermano nuestro, al que como los discípulos de Emaus, muchas veces no reconocemos; con quien podemos estar enfadados porque no comprendemos el sufrimiento en nuestra vida, porque no ha hecho las cosas como las esperábamos.

Este compañero, que es Dios mismo, ¿en qué podría ponernos pleito? Pues en que hemos olvidado del amor primero y teniendo a Dios mismo para ayudarnos, nos desviamos hacia los ídolos para conseguir una seguridad inmediata y tangible (cfr. Ap 2, 4.14.20) que nuestras obras no están movidas por el amor, sino por el interés y no somos ni fríos ni calientes en nuestras convicciones y vivencias (cfr. Ap 3, 1-2.15-18).

Estas palabras no son de alguien que está contra nosotros, porque si Dios no perdonó a su propio Hijo sino que lo entregó por nosotros, ¿cómo no va a darnos generosamente todo con Él? ¿Quién te acusará a ti, que eres elegido de Dios? Dios es quien justifica. ¿Quién te condenará? ¿Acaso Cristo Jesús, que murió; más aún, que resucitó, que está a la diestra de Dios y que intercede por nosotros? (Rm 8, 32-34).

Ahora que vamos de camino, reconciliémonos con Dios, por medio de Jesucristo, conozcamos su amor y confiemos en Él. Apropiémonos por la fe de la justificación que nos regala para que, una vez que nos presentemos ante el Juez justo y misericordioso, podamos pronunciar esta la hermosa oración sobre las ofrendas que hoy nos regala la liturgia: Acepta, Señor, estas ofrendas con las que has querido reconciliarte con los hombres y por las que nos devuelves, con amor eficaz, la salvación eterna.

None Monasterio Ntra. Sra. de la Piedad - MM.
          Dominicas

9/3/22

EVANGELIO JUEVES 10-03-2022 SAN MATEO 7, 7-12 I SEMANA DE CUARESMA

 




En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«Pedid y se os dará, buscad y encontraréis, llamad y se os abrirá; porque todo el que pide recibe, quien busca encuentra y al que llama se le abre.
Si a alguno de vosotros le pide su hijo pan, ¿le dará una piedra?; y si le pide pescado, ¿le dará una serpiente? Pues si vosotros, aun siendo malos, sabéis dar cosas buenas a vuestros hijos, ¡cuánto más vuestro Padre que está en los cielos dará cosas buenas a los que le piden!
Así, pues, todo lo que deseáis que los demás hagan con vosotros, hacedlo vosotros con ellos; pues esta es la Ley y los Profetas».

                                                                   Es palabra del Señor

REFLEXION

Las palabras de Jesús son una invitación a incluir a Dios en la totalidad de nuestra vida. Y en ella cabe la alabanza, la acción de gracias, y también nuestros dolores y preocupaciones. Tanto en los momentos de alegría, como en los momentos de dolor Dios ha de ser ese Padre con el que compartimos todo y en cuyo amor depositamos todo.

Nuestra oración debe ser la expresión de una relación de un hijo con su Padre. Esto trae como consecuencia primera que el planteamiento esencial es la seguridad de ser escuchados porque somos amados. Por eso hemos de orar desde la certeza de que no tenemos que ablandar a Dios con súplicas lastimeras, ni arrancarle la gracia que solicitamos. Tampoco reiterar de forma machacona nuestra necesidad: "Ya sabe vuestro Padre celestial lo que necesitáis". Partimos siempre de que, como Padre, Él nos comprende y nos escucha: "Gracias Padre porque siempre me escuchas" (Jn 11,41). El resultado de nuestra oración hemos de dejarlo en sus manos donde hemos depositado toda nuestra confianza.

Cierto que algunas personas se han alejado de Dios porque lo que pidieron en medio de una necesidad insuperable, no obtuvieron de Dios lo que solicitaban. Todo es comprensible desde la fragilidad humana, pero pedir la ayuda de Dios no equivale a forzarlo a actuar de acuerdo con nuestros deseos.

Esto sitúa en otras coordenadas el concepto de “eficacia” de nuestra oración que no ha de buscar de forma condicionante el cumplimiento de nuestra solicitud. Jesús nos dice que hemos de expresar a Dios nuestras necesidades, pero pidiendo siempre que se cumpla su voluntad.

El ejemplo de una oración auténtica nos lo muestra Él en Gertsemaní. Pide a Dios que esos momentos dolorosos que le esperan no tengan lugar, pero concluye con esa expresión máxima de una fe firme: no se haga mi voluntad sino la tuya.

Este debería ser siempre el colofón de nuestras oraciones. Tras expresar nuestras peticiones, solo cabe concluir con las palabras de Jesús desde la seguridad de que Dios sabe mejor que nosotros lo que nos conviene. Seguramente que nos costará asumirlo cuando no llega lo que hemos pedido, pero ahí dejamos claro que creemos en la bondad de Dios y en Él depositamos nuestra confianza. El resultado, sea el que sea, lo aceptamos porque viene de quien nos ama de verdad. Sabemos que, como Padre bueno, nos dará lo que nos conviene. Es la razón por la que decimos que la oración, nacida de una fe sincera, expresa la madurez de nuestra condición de seguidores de Jesús.

El texto evangélico concluye con esta “regla de oro”: tratad a los demás como queréis que ellos os traten. Es la mejor fórmula para no dejarnos intoxicar por la acción de los demás y mantener en nosotros el principio del amor. Es lo que Dios quiere y es a lo que se reduce la Ley y los Profetas. Fórmula clara y sencilla. Quizá su cumplimiento requiera de la ayuda de Dios y, por eso, es bueno pedirle que nos dé un corazón semejante al suyo.

Fray Salustiano Mateos Gómara O.P.
Convento de San Pablo y San Gregorio (Valladolid)


8/3/22

EVANGELIO MIERCOLES 09-03-2022 SAN LUCAS 11, 29-32 I SEMANA DE CUARESMA

 




En aquel tiempo, la gente se apiñaba alrededor de Jesús,
y él se puso a decirles:
«Esta generación es una generación perversa. Pide un signo, pero no se le dará más signo que el signo de Jonás. Pues como Jonás fue un signo para los habitantes de Nínive, lo mismo será el Hijo del hombre para esta generación.
La reina del Sur se levantará en el juicio contra los hombres de esta generación y hará que los condenen, porque ella vino desde los confines de la tierra para escuchar la sabiduría de Salomón, y aquí hay uno que es más que Salomón.
Los hombres de Nínive se alzarán en el juicio contra esta generación y harán que la condenen; porque ellos se convirtieron con la proclamación de Jonás, y aquí hay uno que es más que Jonás».

                                              Es palabra del Señor

REFLEXION

Jesús habla de su generación perversa que pide un signo especial para creer en él. Jesús le responde que se le dará el mismo signo que a Nínive. Allí fue Jonás, ahora es el mismo Jesús el que ofrece su perdón si reconoce y se arrepiente de su pecado. Pero, siguiendo más adelante, y casi sin querer preguntarnos ¿cuál es la postura de Jesús, el Hijo de Dios, ante los que no se arrepienten de sus pecados, ante los que rechazan a Dios y a los hermanos? Dejando siempre la última decisión a Dios, Jesús, en el evangelio de hoy, tiene estas palabras: “Cuando sea juzgada esa generación, los hombres de Nínive se alzarán y harán que los condenen; porque ellos se convirtieron con la predicación de Jonás, y aquí hay uno que es más que Jonás”.

Fray Manuel Santos Sánchez O.P.
Convento de Santo Domingo (Oviedo)


7/3/22

EVANGELIO MARTES 08-03-2022 SAN MATEO 6, 7-15 I SEMANA DE CUARESMA

 




En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«Cuando recéis, no uséis muchas palabras, como los gentiles, que se imaginan que por hablar mucho les harán caso. No seáis como ellos, pues vuestro Padre sabe lo que os hace falta antes de que lo pidáis. Vosotros orad así:
“Padre nuestro que estás en el cielo,
santificado sea tu nombre,
venga a nosotros tu reino,
hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo,
danos hoy nuestro pan de cada día,
perdona nuestras ofensas,
como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden,
no nos dejes caer en la tentación,
y líbranos del mal”.
Porque si perdonáis a los hombres sus ofensas, también os perdonará vuestro Padre celestial, pero si no perdonáis a los hombres, tampoco vuestro Padre perdonará vuestras ofensas».

                                                    Es palabra del Señor

REFLEXION

La cuaresma es un tiempo largo de preparación para el misterio pascual, que es el centro de nuestra fe. Y no es más que el misterio mismo de la vida, de la muerte, del sentido y la identidad, iluminados desde lo más hondo que da respuesta a todo: ser hijos de Dios.

Este tiempo nos hace una invitación expresa a detenernos y contemplar de una forma nueva, con la mirada del Padre, lo que nos rodea, a los que amamos, el mundo, aquellos con los que vamos haciendo camino y a nosotros mismos.

El texto del evangelio de Mateo que hoy nos regala la liturgia, es una perla para vivir este tiempo y la vida entera. Dios no espera de nosotros un pliego de peticiones ni un relato infinito cargado de yo y más yo. Dios ya sabe quiénes somos y lo que necesitamos. Jesús nos propone una oración muy sencilla, que nos centra en tres cosas esenciales si vivimos la fe como un encuentro con el Dios de la vida:

  1. Somos hijos amados de Dios, al que llamamos Padre. Para Dios no soy cualquiera, indiferente, soy su hijo/a. En el fondo, es descubrirnos amados incondicionalmente y acogidos siempre como valiosos y con una dignidad indiscutible. Y eso nos hermana, porque todos somos sus hijos e hijas.
  2. Que Dios sea así reconocido y su voluntad se cumpla es nuestro mayor deseo y el fundamento de nuestra esperanza. La voluntad de Dios es nuestro bien, que vivamos como hijos suyos, y se haga realidad su reino, el de la paz y la justicia. A esta voluntad nos adherimos y en esta esperanza vamos comprometiéndonos y dando la vida.
  3. La voluntad de Dios no es una utopía que nos paraliza sino motor que nos pone en marcha, al Padre y a nosotros, hijos: nos da el pan con tantos bienes y tarea de hijos es compartirlo como hermanos; nos perdona sin condiciones y tarea nuestra es perdonar a los demás en vez de condenarles; nos libra del mal y nos enseña el camino del bien y tarea nuestra es nos caer en tantas tentaciones que nos alejan de ese camino.

Hna. Águeda Mariño Rico O.P.
Congregación de Santo Domingo