Está escrito en los profetas: “Serán todos discípulos de Dios”. Todo el que escucha al Padre y aprende, viene a mí.
No es que alguien haya visto al Padre, a no ser el que está junto a Dios: ese ha visto al Padre. En verdad, en verdad os digo: el que cree tiene vida eterna.
Yo soy el pan de la vida. Vuestros padres comieron en el desierto el maná y murieron; este es el pan que baja del cielo, para que el hombre coma de él y no muera.
Yo soy el pan vivo que ha bajado del cielo; el que coma de este pan vivirá para siempre.
Y el pan que yo daré es mi carne por la vida del mundo».
Es palabra del Señor
REFLEXION
A veces necesitamos fuerzas para continuar nuestro camino, para llegar a nuestra meta, para alcanzar nuestro objetivo. Nuestras fuerzas no son suficientes para levantarnos de las caídas, hasta Jesús, camino del Calvario, necesitó de la ayuda de otros para cargar con la Cruz.
En todo momento tenemos la ayuda de Dios para ayudarnos a levantar, Él no nos levanta, nos pone posibles soluciones, colaboraciones para que podamos adquirir las fuerzas y levantarnos, hay algo que tenemos que hacer nosotros, escuchar su Palabra.
Esa Palabra viva es Jesús, es el Pan que nos da la vida, es la fortaleza que nos ayuda a salir de nuestras situaciones difíciles, el que nos da paz a la hora de tomar decisiones, nos enciende la luz en medio de la oscuridad.
Si nos fijamos bien, las personas que descubre ese Pan vivo en su vida, que escuchan la Palabra, a pesar de las dificultades que se les han planteado, han podido vivir una vida plena, nos han mostrado un camino que lleva a descubrir la paz y la Verdad.
Abre los oídos, extiende tus manos, saborea esa Palabra que es Pan de vida y levántate para ponerte de nuevo en camino.
¿Qué escuchas en tu vida? ¿De dónde sacas las fuerzas para levantarte? ¿Te rindes en la primera caída?