En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«Muchas cosas me quedan por deciros, pero no podéis cargar con ellas por ahora; cuando venga él, el Espíritu de la verdad, os guiará hasta la verdad plena. Pues no hablará por cuenta propia, sino que hablará de lo que oye y os comunicará lo que está por venir.
Es palabra del Señor
REFLEXION
Juan nos refiere en este fragmento el anuncio que Jesús hace a los discípulos al finalizar la última cena, sobre la venida del Paráclito, por lo que insiste en que es conveniente que Él se vaya, pues si no es así, no lo podrá enviar.
Reconoce que aún le quedan muchas cosas por enseñarles, pero no es el momento de que las conozcan, pero cuando venga el Espíritu de la Verdad, se lo enseñará, pues glorificará al Hijo de quien recibe todo lo que les comunicará, como el Hijo lo ha recibido del Padre.
El mensaje de Jesús, no es un mensaje estancado en un momento de la historia, sino que es un mensaje dinámico que evoluciona con los cambios de la humanidad, y se mantiene vivo y actual en todo momento.
Hace un anuncio claro de la Trinidad de Dios, en la que existe unidad junto a la diversidad, y al mismo tiempo nos anima ya que no estaremos solos aunque Él se vaya, pues el Espíritu nos infundirá ánimo y nos permitirá ir conociendo, poco a poco, la realidad del Reino de Dios que nos anunciaba Jesús.
El Espíritu, pues, estará siempre presente y nos dará, con sus dones, fortaleza, sabiduría, esperanza, confianza, etc. En esa “vida eterna” que nos ofrece Cristo y que, con su inmenso amor, demostrado con su entrega sin límites, nos muestra el camino de la salvación, que no es otro que el camino del amor incondicional a todos.
¿Nos desanimamos cuando nuestro testimonio nos es reconocido? O ¿Cómo San Pablo insistimos a tiempo y a destiempo?
¿Está nuestra confianza puesta en el Señor, que a través del Espíritu, nos infunde su “Buena Noticia”?