Es palabra del Señor
REFLEXION
El capítulo sexto del evangelio de Juan, proclamado en la Pascua, nos lleva a profundizar en el acontecimiento pascual que se actualiza en cada Eucaristía. La pregunta que hacen a Jesús, aquellos que han comido pan hasta hartarse, busca entender, pero en línea de continuidad con la experiencia de Israel con el maná en el desierto. Jesús les hará ver que no fue Moisés el que les dio a comer pan del cielo. Aquello era sólo signo del verdadero Pan bajado del Cielo.
La obra de Jesucristo, por la que preguntan, es hacer visible y palpable el amor solícito del Padre, que manifiesta lo definitivo de su amor al darnos a su propio Hijo y será él el verdadero Pan del Cielo. Este Pan es el que da la vida al mundo. Y así como la mujer de Samaría pidió el agua que Jesús ofrecía, éstos pedirán ahora que se les dé este mismo Pan.
La ruptura, por un salto hacia adelante, se ha de producir. Si del agua del pozo de Jacob, en Sicar, se ha de pasar al agua viva que él otorga y hace referencia al Espíritu que nos dará en la Pascua, toca ahora pasar del maná recibido por medio de Moisés, al pan que Jesús nos dará y que contiene la vida eterna.
La respuesta de Jesús es sugerente: “Yo soy el pan de vida. El viene a mí no pasará hambre, y el que cree en mí nunca pasará sed”. Y como cada vez que celebramos el Memorial, se actualiza su entrega, estas palabras nos ayudan a comprender la necesidad que tenemos de ser sostenidos por él.
¿Tenemos necesidad de este Pan?
¿Cómo se desarrolla nuestra vida sostenida por este alimento?