En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«En verdad, en verdad os digo: vosotros lloraréis y os lamentaréis, mientras el mundo estará alegre; vosotros estaréis tristes, pero vuestra tristeza se convertirá en alegría.
La mujer, cuando va a dar a luz, siente tristeza, porque ha llegado su hora; pero, en cuanto da a luz al niño, ni se acuerda del apuro, por la alegría de que al mundo le ha nacido un hombre.
También vosotros ahora sentís tristeza; pero volveré a veros, y se alegrará vuestro corazón, y nadie os quitará vuestra alegría. Ese día no me preguntaréis nada».
Es palabra del Señor
REFLEXION
Jesús anuncia a sus discípulos que van a sufrir tristeza. “Vosotros estaréis tristes, pero vuestra tristeza se convertirá en alegría”. Pero la tristeza se va a convertir en alegría. La causa de su tristeza es clara: el alejamiento, aunque sea temporal de Jesús en sus existencias. La causa de la vuelta a la alegría también es clara: “volveré a veros y se alegrará vuestro corazón y nada ni nadie os quitará vuestra alegría”.
La causa de nuestra alegría es la presencia amorosa de Jesús, de Dios, en nuestro corazón. “El que me ama guardará mis palabras y mi Padre y yo vendremos a él y haremos morada en él. Y nada ni nadie nos podrá separar de ellos, del amor que ellos nos tienen. Jesús y Dios Padre nos aman de esta manera: para siempre”.