En aquel tiempo, exclamó Jesús: «Te doy gracias, Padre, Señor
de cielo y tierra, porque has escondido estas cosas a los sabios y entendidos y
se las has revelado a la gente sencilla. Sí, Padre, así te ha parecido mejor.
Todo me lo ha entregado mi Padre, y nadie conoce al Hijo más que el Padre, y
nadie conoce al Padre sino el Hijo, y aquel a quien el Hijo se lo quiera
revelar. Venid a mí todos los que estáis cansados y agobiados, y yo os
aliviaré. Cargad con mi yugo y aprended de mí, que soy manso y humilde de
corazón, y encontraréis vuestro descanso. Porque mi yugo es llevadero y mi
carga ligera.»
Palabra del Señor
REFLEXION:
Jesús afirma que
esta es la voluntad del Padre. En esta afirmación descubrimos su propio rostro interior
definido por su total adhesión a la voluntad del Padre, de quien todo lo recibe
y a quien todo lo entrega en una «obediencia de amor». Esta experiencia es la
que nos abre a la comunión perfecta con Dios, que en el lenguaje bíblico se
expresa con el término: «conocimiento», no como un conocer racional, sino como
una relación vital, en la cual Jesús nos puede llevar. De ahí la invitación a
cargar con su yugo y a aprender de Él, a hacer nuestro su modo de ser y actuar,
para sabernos ubicar en nuestro mundo.
Edgardo Guzmán, cmf.
eagm796@hotmail.com