Oh Dios, que todos
los años nos alegras con la solemnidad de la resurrección del Señor,
concédenos, a través de la celebración de estas fiestas, llegar un día a la
alegría eterna. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo
en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos.
Amén."
La Liturgia de hoy
nos invita a introducirnos en el encuentro del Señor Jesús Resucitado con los
Discípulos de Emaús. Este pasaje es un apasionante programa de vida
cristiana, en el que el mismo Señor victorioso sale al encuentro del hombre
desesperanzado, y lo invita a vivir un horizonte pleno y hermoso.
El Resucitado, les
enseña las Escrituras y comparte el pan y el vino, trocando la tristeza que
agobiaba sus corazones en alegría y gozo.