Palabra del Señor
REFLEXION
Este relato
aparece reflejado en los cuatro evangelios. Más o menos tienen el mismo
contexto. En todos ellos parte del hecho de que Jesús “tuvo compasión”, es
decir, ante la situación de las personas y ante el despoblado y que era tarde,
Jesús movido por compasión, invitó a compartir.
Este signo o
milagro en San Juan sirve al evangelista para el discurso donde Jesús se
identifica como el pan de vida. Quizá por eso la liturgia nos lo ponga en este
tiempo pascual, pues la presencia del Resucitado la descubrieron en el partir y
compartir el pan, es decir en la Eucaristía.
El relato es
una catequesis y una experiencia de vida. Jesús invita a sus discípulos a que
descubran lo que tienen, no solo ellos, sino todos los que están reunidos.
Parece, aparentemente poco, pero cuando se comparte entre todos, llega para
todos y sobra. Muchas veces en nuestra vida hemos experimentado esta realidad.
Poner en común lo que se tiene para el servicio de los demás tiene efecto
multiplicador, siempre que sea como una exigencia de compasión. Una exigencia
de humanización Es demostrar nuestro seguimiento de Jesús.
¡Es una pena
que esto no se dé y aún haya personas que pasen hambre, necesidad y otros
malgastemos y tiremos nuestros alimentos! Poniéndolos al servicio de la
humanidad, llega para todos y sobra.
El contacto
con Jesús y el ejemplo de los discípulos, que empujó a poner cada uno lo que
poseía para poderlo compartir, es una manera de cumplir la misión eclesial.
Nuestra misión es de servicio a la humanidad y prestamos el servicio, cuando somos
conscientes de cuáles son las necesidades de las personas, en qué situaciones
están nuestros hermanos y hermanas, cuáles son nuestros medios. Quitar nuestros
miedos y egoísmos y responder, como Jesús, desde la compasión y la generosidad.
Ese es el signo
que estamos llamados a realizar. Contamos con la ayuda de Dios Padre, como
Jesús que contó con la ayuda del Padre Dios.
Fr. Mitxel Gutiérrez Sánchez O.P.
Casa Ntra.Sra. de los Ángeles (Vitoria)