Nació a finales del siglo XII en
Giovinazzo, cerca de Bari (Italia). Cuando estudiaba en Bolonia fue conquistado
por la palabra vibrante de santo Domingo, al que pidió ingresar en su Orden,
siendo inmediatamente compañero de su predicación.
La limpieza de alma que irradiaba su rostro era un atractivo irresistible para
tantos jóvenes a los que atrajo a la vida dominicana. Su palabra era
agradabilísima, «gratiosissimus praedicator» según sus contemporáneos, y fue
confirmada por numerosos milagros. Fue dos veces prior provincial de la
provincia Romana de la Orden, que entonces comprendía desde Roma hacia el Sur
de Italia y contribuyó a la fundación de numerosos conventos. Promovió
especialmente el estudio de la Sagrada Escritura y de modo especial contribuyó
a la compilación de las concordancias bíblicas.
Gregorio IX le encargó la visita de algunos monasterios y la predicación de la
cruzada contra los sarracenos. Murió en el convento de Perusa, fundado por él,
y allí fue sepultado en el año 1256.
Fecha
de beatificación: Su culto fue confirmado por León XII el 26 de marzo de
1828.