Es palabra del Señor
REFLEXION
En el primer capítulo de Marcos nos cuenta la elección de los
apóstoles. Hoy, tras un tiempo de convivencia y formación, Jesús los envía, de dos
en dos, a predicar el Reino de Dios. Para ello les da un consejo: llevar lo
mínimo para el camino: un bastón. Irán de dos en dos para que así el mensaje
sea más creíble, manifestando, de esa forma, que lo que predican es un regalo
de Dios y entraña comunidad.
El
mensaje del evangelio nunca ha brotado en medio de la ostentación y la riqueza,
sino desde la sencillez, la pobreza y la coherencia de donde nace la
predicación. Cuando es la expresión o la búsqueda de la riqueza la que se cuela
en el mensaje, este se agosta. No tolera esa convivencia.
Jesús
insta a sus apóstoles a tener cómo máximo afán, el llevar su mensaje y hacerlo
sin otros objetivos. Solo deben ser transmisores de lo que han vivido y
aprendido junto a Jesús, su Maestro.
El
envío de los apóstoles, manifiesta una confianza grande de Jesús en sus
seguidores. Sabe de sus limitaciones y conoce bien cómo es cada uno. Pese a
ello, no los excluye de ser responsables de la expansión de su mensaje. La
reacción ante quien confía en las posibilidades de los demás, es un buen
elemento de seguridad en la transmisión.
Los
cristianos, a veces, desconfiamos de nuestra responsabilidad y posibilidad de
ser mensajeros de Jesús, dejando esa labor a otros y rechazando ese compromiso.
Testimoniar la fe en Jesús, es una posibilidad al alcance de todos, poniendo
nuestra confianza en la fuerza de su palabra.
Se
me ocurren dos preguntas que pueden ayudarnos a dar pasos en nuestra condición
de cristianos: ¿qué he aprendido yo de Jesús? Es conveniente huir de los
tópicos y concretar lo aprendido.
La
segunda pregunta: me siento seguidor de Jesús, ¿soy transmisor de su mensaje o
me conformo con vivir mi fe de forma aislada, inconsciente de mi condición de
“enviado”?