En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«El que os dé a beber un vaso de agua porque
sois de Cristo, en verdad os digo que no se quedará sin recompensa. El que
escandalice a uno de estos pequeñuelos que creen, más le valdría que le
encajasen en el cuello una piedra de molino y lo echasen al mar. Si tu mano te
induce a pecar, córtatela: más te vale entrar manco en la vida, que ir con las
dos manos al infierno, al fuego que no se apaga.
Y, si tu pie te induce a pecar, córtatelo: más
te vale entrar cojo en la vida, que ser echado con los dos pies a la “gehenna”.
Y, si tu ojo te induce a pecar, sácatelo: más te
vale entrar tuerto en el reino de Dios, que ser echado con los dos ojos a la
“gehenna”, donde el gusano no muere y el fuego no se apaga.
Todos serán salados a fuego. Buena es la sal;
pero si la sal se vuelve sosa, ¿con qué la salaréis? Tened sal entre vosotros y
vivid en paz unos con otros».
Es palabra de Dios
REFLEXION
Uno de los más grandes pecados de que habla el
Evangelio es el escándalo. Pone en peligro el seguimiento que otros quieren
vivir con Jesús, les hace dudar de su camino. Esto no se puede hacer
impunemente; es demasiado grave. Jesús advierte de que el juicio de Dios
sobre el que escandaliza será severo. Esa es la razón de las exigencias tan duras que
propone Jesús al que se siente tentado a escandalizar. Se trata de arrancar
de raíz todo aquello que lleva a obrar así. Seguramente su propuesta tiene
algo de metafórico: no hace falta cortarse ningún miembro ni sacarse ningún
ojo, literalmente hablando. Pero sí hace falta cambiar profundamente el
interior de cada uno: eliminar la voluntad de dominio (simbolizada por el poder
de la mano, por la firmeza del pie), o erradicar la ambición egoísta (el ojo
que espía a los demás, la mirada que los paraliza). En otras palabras, es
necesario renunciar a someter a otros a los propios criterios o deseos, y hay
que estar dispuestos a compartir con ellos los grandes valores de la vida y
los mejores sueños para el porvenir de la humanidad. Cuando te propones algo, ¿tienes en cuenta las
consecuencias que puede tener para los demás lo que tú hagas? Ante una
iniciativa que surge esperanzadora en torno tuyo, ¿estás dispuesto a sumarte
a ella y aportar lo mejor de ti mismo, dejando en un segundo plano tus
propios intereses? |
Fray Emilio García Álvarez O.P.
Convento de Santo Tomás de Aquino (Sevilla)