Palabra del Señor
REFLEXION:
En este breve texto
del Evangelio de hoy se nos indica el itinerario espiritual que debe
caracterizar a los discípulos de Jesús, partiendo del amor como centro
iluminador y vital: “Como el Padre me amó, así os amo yo. Permaneced en
mi amor”. Es un amor que pide como respuesta la observancia de los
mandamientos de Jesús como Él ha observado los mandamientos del Padre. Un amor
que tiene como modelo el ejemplo de vida de Jesús en la obediencia radical al
Padre hasta el sacrificio supremo de sí mismo. Los discípulos, llamados a
practicar con fidelidad lo que Jesús ha realizado durante su vida, testimonian
con su vida el amor de Jesús por los demás.
Es difícil amar si
antes uno no se ha sentido amado. Se aprende a amar desde la propia experiencia
de vida. Nos tenemos que dejar amar primero por Jesús y aceptar el amor que
desde el Padre, a través de Jesús, desciende sobre nosotros. Como dice la
primera carta de Juan: “No es que nosotros hayamos amado a Dios, sino
que Dios nos amó primero”. Y el Papa Francisco dice: “Dios nos
primerea siempre”. Hay que dejarse amar; hay que abrirse a la acción
amorosa de Dios Padre que en Jesús nos ha demostrado cómo y cuánto nos ama.
Jesús nos pide que le amemos dejándole a Él la iniciativa sin poner trabas y
dificultades. “No habría aprendido yo a amar al Señor / si Él no me
hubiera amado/ ¿Quién puede comprender el amor / sino quien es amado?” (De las
Odas de Salomón).
Así como el Padre
entrega por amor a su Hijo, y Jesús se da totalmente por los demás, nosotros
debemos hacer otro tanto. Y este darse totalmente garantiza la “felicidad”, pues “hay
más alegría en dar que en recibir”. Y la alegría es mayor, cuanto más
nos damos y entregamos. La perseverancia en un servicio exento de
gratificaciones es fuente de felicidad, porque estamos poseídos por la
felicidad que viene de Jesús; esa felicidad que prometió a los que aman
como Él. Dice Blase Pascal: “Cuando no se ama demasiado, no se ama lo
suficiente”. Y el refrán dice: “la medida del amor, es un
amor sin medida”.
José Luis Latorre
Misionero Claretiano