Palabra del Señor
REFLEXION
Marcos presenta dos
signos para expresar la sequedad y la esterilidad de la religiosidad del pueblo
de Israel; signos que expresan la infidelidad del pueblo elegido a la Alianza
con su Dios. Estos signos son: -la higuera que no tenía frutos cuando Jesús “sintió
hambre” y fue a buscar en ella higos para comer; -la expulsión de los
vendedores del templo, que expresa la destrucción de los ritos vacíos y
materialistas del culto judío. Ambos signos ponen de relieve la falta de fe y
verdadera religiosidad. Ya los Profetas habían denunciado el culto ”vacío” y
estéril cuando decían “este pueblo me honra con los labios pero su
corazón está lejos de mí”. Y Jesús incluso “maldice” la higuera para
expresar la sequedad y esterilidad radical de este pueblo elegido para llevar
adelante los planes de Dios.
San Juan dice:
“quien dice que ama a Dios y no cumple sus mandamientos es un mentiroso”;
Santiago “la fe sin obras está muerta”, y “la religión verdadera a los ojos de
Dios es ayudar a las viudas y los huérfanos”. Mateo “por su obras los
conoceréis; un árbol bueno no da frutos malos”. No sirve una religión de solos
rezos, de devociones, de asociaciones religiosas, de movimientos apostólicos…
si no contribuyen a solucionar los problemas de los pobres y marginados. No
basta tampoco dar pan al hambriento, bebida al sediento y vestido al desnudo,
sino trabajamos por la dignificación de estas personas. Como dice el
slogan “no dar solo el pescado, sino enseñar a pescar”. No
es suficiente una caridad asistencial, si no va acompañada de una caridad
promocional y de desarrollo. La verdadera caridad es la que ayuda a las
personas a sentirse y ser personas y miembros activos de la sociedad.
Jesús curaba,
sanaba, perdonaba, defendía a los pobres, es decir practicó una solidaridad
efectiva y eficaz, no de palabras y mero consuelo. Para Jesús recuperar la
dignidad de las personas era lo prioritario y fundamental. Así es como damos
verdadero fruto y ofrecemos un culto agradable a Dios, “en espíritu y verdad”.
Para no caer en la sequedad
y esterilidad Marcos nos recomienda: la fe sin reservas en Dios Padre, la
oración confiada y el perdón que favorece la comunidad fraterna, es decir la
unión vital con Jesús (“sin mí ustedes no pueden hacer nada”) y la comunión en
la comunidad cristiana (“tenían todos un solo corazón y un alma sola, y
pensaban y sentían todos lo mismo”) y así “entre ellos no había necesitados
porque lo compartían todo”.